Forzosa Reunión

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La empresa Demon era conocida por ser una de las más sobresaliente del mercado internacional. El jefe de la compañía, eran conocido como "Rey Demonio". Su apodo no venía de adorno, él era conocido por ser un ser muy especial. Éste tenía tres hijos, que al igual que su padre, eran muy " especiales". Tres jóvenes adultos caminaban por los pasillos del edificio, donde albergaba la compañía. Eran los hijos del Rey Demonio.
Algunos de los empleados evitaron las miradas de los hijos del presidente de la compañía. El menor vestía elegantemente un traje oscuro y corbata roja, el mediano con una chaqueta negra y el mayor, que parecía igual de joven que el menor, un suéter tinto con bolsas enfrente.
Zeldris avanzó con molestia por los pasillos de la oficina, Meliodas y Estarossa habían metido la pata. Miró su mano izquierda para ver en su muñeca una pulsera gromosa y negra , parecía una esposa.
- Cómo los odio... - Murmuró Zeldris con molestia.
- Nosotros también te queremos. - Dijo Estarossa con burla, pero un poco avergonzado. Él junto a Meliodas seguían a Zeldris. Y, al igual que él, ambos tenían una pulsera. Mientras el chico se cabellos negros estaba molesto, el rubio y Estarossa estaban incómodos y apenados.
- ¡No fue nuestra culpa! - Exclamó Meliodas algo preocupado y molesto por la acusación de su hermano menor.
En ese momento, Zeldris se detuvo y los miró con irritación, pero manteniendo su semblante tranquilo. - Se dan cuenta de que fueron ustedes quienes me metieron en sus asuntos... ¡Y ahora tenemos que estar juntos por 72 horas!
Meliodas no dijo nada, al igual que Estarossa. Ambos se empezaron a sentir culpables por involucrar a Zeldris, quien no tenía nada que ver con el asunto de su padre. Los tres avanzaron por el pasillo hasta llegar al elevador, sin decir nada, se adentraron a él.
El sonido del elevador no aliviaba al ambiente que rodeaba a los hermanos. Meliodas miró a Zeldris, quien mantenía su frente en alto y se mostraba tranquilo.
- Yo... - Dudó Meliodas en hablar, pero al ver que está posiblemente sea una excelente oportunidad, continuó. - Yo creo que será genial pasar tiempo de calidad...
- ¡Cierto! Hace mucho que no pasábamos tiempos juntos. - Concordó Estarossa con ánimo. Meliodas sonrió por su concordancia.
El ambiente se empezó a aligerar hasta que habló Zeldris. - Sí, desde que me abandonaron con nuestro padre.
Y de nuevo, el ambiente se tensó. Meliodas y Estarossa no sabían que hacer, pues sus intentos de acercarse a Zeldris fallaban.
Cuando el elevador se detuvo, salieron de él. Habían llegado a recepción donde una chica de cabellos plateados, de nombre Elizabeth, esperaba con nervios. Cuando vio a Meliodas, corrió preocupada hacia él.
- Meliodas, ¿cómo estás? - Dijo preocupada al ver la cara de pena de Meliodas.
- Me fue... - Dijo algo dudoso en decirle, pero al ver su linda cara preocupada, sonrió. - Aparentemente, bien... Por cierto, te presento a mis hermanos menores.
Elizabeth se había concentrado en Meliodas, que no notó a los dos muchachos que estaban con él. Observó un chico parecido a su amado, pero con cabellos negros y ojos oscuros. El otro tenía el mismo corte que Meliodas, pero era más alto y de cabellos plateados.
- El más alto es Estarossa. El otro es Zeldris, el más pequeño de los tres. - Dijo Meliodas señalando a sus hermanos. - Ella es Elizabeth, mi novia.
- Oh, lamento mis modales. - Comentó apenada por su actitud, inclinándose un poco. - Soy Elizabeth Lionés, es placer conocerlos.
- De igual modo. - Dijo Zeldris serio, pero educado.
- Vaya, sí que es hermosa tu novia, Meliodas. - Dijo Estarossa con un toque de envidia.
Elizabeth se sonrojó por sus palabras y Meliodas lo miró sin ninguna emoción. Zeldris decidió hablar, sino estos dos se pelearían. - Bien. Hay que por sus cosas, dormirán en mi casa.
- Elizabeth también irá. - Comentó Meliodas con un tono alegre pero firme. Zeldris sabía que no debía darle la contra. Elizabeth se mostró confundida por sus palabras.
- ¿Y por qué no en mi casa? - Preguntó Estarossa fingiendo indignación.
- Porque no creo que todos cupiéramos en tu casa. - Dijo Zeldris, sin importarle ofenderle.
Estarossa iba a contradecirle, pero recordó que era cierto. - Bien jugado. - Dijo indignado, provocando una risa a Meliodas.
- ¿Qué está pasando? - Dijo Elizabeth confundida al encontrarse ajena a la plática de Meliodas y sus hermanos.
- Iremos a dormir con Zeldris, ya que no podemos estar separados por 15 metros durante 3 días. - Dijo Meliodas levantando su brazo, haciendo notar su brazalete. - A no ser que queramos morir electrocutados.
- ¡¿Qué?! - Exclamó Elizabeth asustada, mientras tomaba su brazo para ver aquel artefacto. - Pero dijiste que te fue bien con tu padre.
- Sí, salir con la cabeza en alto y sin llorar es como salir vivo. - Comentó Estarossa con orgullo.
Zeldris miró su reloj con impaciencia. - ¿Nos podemos ir? Ya es tarde y no quiero que nos agarre la noche.
- ¡Claro! - Exclamó Meliodas con una sonrisa, mientras avanzaba tomado de la mano de Elizabeth. - No te preocupes, solo serán tres días.
Los cuatro salieron del edificio y se dirigieron a un estacionamiento cercano a éste. Se metieron a un auto negro elegante, posiblemente último modelo.
- Wow, esto es genial. - Comentó Estarossa.
Zeldris iba en el piloto, Estarossa como copiloto y Meliodas junto a Elizabeth atrás de ellos.
- Oye, Zeldris. - Le habló Meliodas, éste simplemente lo miró por el retrovisor. - ¿No te molesta si llevamos a Hawk y Wandle a tu casa?
- ¿Tus mascotas? - Preguntó Zeldris, pues conociendo a su hermano, sabía que algo más había pero asintió sin darle mucha importancia. - Está bien.
Elizabeth sabía que debía decirle toda la verdad miró Meliodas un poco molesta, éste simplemente sonrió. - Nuestras mascotas... Son un cerdo y un loro...
- ¡¿Qué?! - Exclamó Estarossa divertido por los curiosos animales.
Zeldris observó a Meliodas antes de soltar un suspiro. - Si veo alguna suciedad de tus animales en mi piso o cualquier parte de la casa, me encargaré de cocinarlos personalmente.
- Está bien. - Dijo el rubio sin ninguna preocupación. - Por mi no hay problema.
- ¡Oh, genial! ¡No puedo esperar a comer cerdo! - Comentó el chico de cabellos plateados con antojo.
Elizabeth observó con angustia a los tres chicos, mientras se empezó a preocupar por la vida de sus mascotas. ¡Pobres de Hawk y Wandle!
Mientras avanzaba por las calles de la ciudad, a Zeldris le entró curiosidad por sus hermanos. - Oigan... ¿Se puede saber qué pensaron al irle pedir dinero a nuestro padre?
Elizabeth se mostró culpable pero Meliodas la tomó de la mano, sonriendole para tranquilizarla. - El bar que abrí tuvo un pequeño accidente y pues realmente necesitaba dinero para volver abrirlo si es que no me quedaba en la calle primero.
- ¿Fue el bar que se quemó recientemente? - Preguntó Estarossa con decepción. Meliodas asintió como respuesta. - Oh, que mal. Realmente quería ir, me lo habían recomiendaron mucho.
- Sí... - Murmuró Elizabeth.
- ¿Y tú que tontería hiciste, Estarossa? - Comentó Meliodas con curiosidad.
- Hice una apuesta... Otra vez... - Dijo Estarossa algo incómodo ante las miradas de decepción de sus hermanos. - Lo siento.
Meliodas suspiró con alegría, en cambio, Zeldris de cansancio. Elizabeth lo miró preocupada.
- Te queremos, Estarossa. Pero debes dejar eso hábitos. - Comentó Meliodas serio. Zeldris simplemente asintió.
- Lo sé... - Murmuró Estarossa un poco más animado. - Lo intentaré...
- ¡Bien! Primero iremos con Estarossa y ya luego con Meliodas, ¿entendido? - Dijo Zeldris tranquilo, al parecer ya se le había pasado el enojo.
- Sí... - Dijeron todos.
(0-0)
- Sean bienvenidos a mi humilde morada. - Dijo Estarossa animado.
El pequeño, pero práctico apartamento daba la sensación de comodidad. Elizabeth admiró con asombro las pinturas en la pared, Meliodas se sorprendió porque el lugar estuviera limpio y Zeldris miró con duda el lugar.
- Gracias... - Dijo Elizabeth con alegría por el buen recibimiento.
- Pueden esperar aquí, mientras yo voy por mi ropa. - Dijo Estarossa señalando los sillones que habían en la sala, para retirarse del cuarto.
En el sillón más pequeño Zeldris tomó asiento, mientras que Meliodas y Elizabeth en el más grande.
- Y... Zeldris, ¿en qué trabajas? - Dijo Elizabeth para conocer más a su cuñado, pues Meliodas no hablaba mucho de sus hermanos, en especial de él, desde hace mucho. - Claro, si no es mucha molestia.
- Trabajo en la empresa familiar, actualmente soy quien lleva las relaciones con los medios y otras empresas. - Dijo con orgullo. - Me imaginó que trabajas con mi hermano.
- Sí... Ambos trabajamos duro para que el establecimiento diera frutos. - Comentó Elizabeth con una sonrisa al recordar el tiempo que pasó junto a Meliodas y los demás para que el lugar prosperara.
- No me sorprende. Meliodas siempre ha sido bueno con los negocios. - Soltó sin pensar, hasta que vio la cara de cariño que le dedicó su hermano. - Pero sigue siendo un tonto...
- Gracias, Zeldris... - Dijo Meliodas, ignorando sus últimas palabras. Recordó cuando Zeldris era pequeño y le elogiaba con cariño, sonrió con nostalgia. - Él siempre se ha esforzado desde que era un niño... Aunque...
Zeldris lo interrumpió algo molesto y avergonzado. - ¡Es suficiente!
- ¿Te he avergonzado, hermanito? - Dijo Meliodas con burla, ganando una mirada de odio de Zeldris y una pequeña risa de Elizabeth.
- Pues nunca fuiste un hermano cariñoso, sabes... - Dijo Zeldris, intentando incomodarlo, cosa que funcionó.
- ¡¿En serio?! - Exclamó sorprendida Elizabeth.
- Sí... Él y Estarossa se aprovechaban de mi lealtad hacia ellos. - Murmuró molesto.
- Pero... - Dijo Elizabeth con duda, llamando su atención. - Meliodas siempre hablaba de ti con mucho cariño. Decía que eras muy cariñoso con él y que te quería mucho...
Zeldris volteó hacia Meliodas, quien se giró para evitar su cara pues estaba sonrojado por los comentarios de su novia.
- Muy bien, creo que ya es todo. - Dijo Estarossa llegando a la habitación con una maleta en mano. Pero se sorprendió al ver a Elizabeth confundida y sus hermanos avergonzados. - ¿De qué me perdí?
(7w7)
- ¡¿En serio viven aquí?! - Exclamó Zeldris con confusión al ver la habitación completamente desordenada, papeles ahí, ropa por allá.
- Es genial, ¿verdad? - Comentó Meliodas poco convencido de sus propias palabras.
- Claro, si genial es ver papeles y ropa por todo el lugar. - Se burló Estarossa.
- Y te quejabas de Estarossa cuando era un adolescente. - Dijo Zeldris divertido ante la cara de ofensa de Meliodas y Estarossa.
- Lamento el desorden. Pero con lo del incendio del bar, hemos estado muy ocupados con lo administrativo y esas cosas. - Dijo Elizabeth apenada.
- Se entiende. No hay necesidad de estar avergonzada por eso. - Comentó Zeldris, dándole confianza a Elizabeth. - He tenido mis momentos.
- ¡Momentos! - Se escuchó un grito agudo. Una loro voló al hombro de Estarossa, quien le sonrió con diversión. - ¡Otro idiota!
- ¡Oh! Es muy listo, sabe identificar con quien esta hablando. - Dijo Zeldris con un tono sarcástico. Estarossa lo vio indignado.
- ¡Wandle! - Le llamó la atención Elizabeth. - Lo siento, él no suele se así.
- Pues nomas contigo... - Murmuró Meliodas. - ¿Les importa esperar mientras vamos por nuestras cosas?
- No, pero no tarden por favor. Que tengo mucha hambre. - Dijo Estarossa mientras acariciaba al ave.
Zeldris avanzó por la sala, evitando pisar papeles y ropa, hasta llegar a una silla y tomar asiento. Estarossa prefirió estar parado.
- Hey, Zeldris... - Le habló su hermano. - ¿Cómo has estado?
- ... Bien, supongo. - Comentó sin mucha importancia. - ¿Y tú?
- ¡Bien! Bueno, aparte lo de la apuesta. - Dijo Estarossa algo apenado. - Me alegro ver que estás bien.
Zeldris no contestó, pero asintió de manera positiva. Hace mucho que no hablaban físicamente, ¿tres o cuatro años?
- No te muevas... - Murmuró Estarossa con precaución. Ambos observaron a un montículo de ropa moverse. - ¡La suciedad evolución!
Al ver como se movía la ropa, Zeldris se levantó hacia la montaña de prendas.
- ¡Oink! - Sonó un chillido, dándole al chico una idea de que era lo que había ahí.
- Supongo que tú eres Hawk. - Dijo Zeldris mientras quitaba la ropa, que era de Meliodas, para dejar ver a un cerdito rosa.
- ¿Crees que si lo cocinas, todos podamos comer? - Dijo Estarossa con burla.
- Está muy pequeño, pero podrías llenarte. - Comentó Zeldris mientras acariciaba al cerdo. - Podría cocinarlo asado.
- ¿Y si lo haces en caldo? He oído que sale muy sabroso. - Comentó el hermano mayor. - Yo lo puedo preparar.
Como si supiera de lo que estaban hablando, Hawk corrió asustado hacia su dueña, quien llegaba con una maleta. - ¿Qué pasó, Hawk?
Meliodas vio como el cerdo lloraba por miedo, que simplemente sonrió, pues él había logrado lo mismo al hablarle de cocinarlo. - ¡Bueno, bueno, bueno! Ya estamos listos.
(~.~)
Mientras viajaban en el auto, Elizabeth notó como el ambiente entre los hermanos habían mejorado, aunque nada que ver con su relación con sus hermanas. Tal vez esta experiencia les serviría para reparar sus lazos.
- ¿Podríamos parar en un puesto de comida? - Comentó Estarossa. Estaba hambriento, que empezó a acariciar de manera rara a Wandle.
- No. Ya es muy tarde. - Dijo Zeldris observando la hora en su celular, eran 11:15 de la noche. - Y Meliodas...
- Sí, sí... - Murmuró Meliodas entendiendo lo que quería decir Zeldris. Estiró su mano hacia enfrente e, inmediatamente, Wandle voló a su brazo.
- ¡Aun quiero vivir! - Chilló el ave.
- Oye, eso fue ofensivo. - Murmuró Estarossa mientras cruzaba su brazos.
- Ya llegamos. - Anunció Zeldris mientras estacionaba su auto.
Todos bajaron del auto y observaron con asombro una gran casa. Zeldris presionó un botón de su llavero, para cerrar el portón de la entrada. Hawk corrió alegre al sentir el pasto contra sus pezuñas, y Wandle voló con ánimo por la emoción de su compañero.
- ¡Parece una mansión! - Exclamó Elizabeth con emoción, recordándole su vieja casa.
- Vaya que estuviste trabajando. - Comentó Meliodas con alegría.
- Lo único bueno de soportar a un jefe como nuestro padre, es la buena paga. - Dijo Zeldris algo cansado, mientras abría la puerta de su casa. - Pasen y por favor, no hagan ruido.
- ¡Ya llegué! - Gritaron Meliodas y Estarossa, ignorando las palabras de su hermano, quien los miró con molestia.
- ¡Meliodas! Lo lamento, Zeldris. - Dijo Elizabeth apenada.
- No, ya sabía que iban hacer eso. - Murmuró Zeldris con molestia.
Meliodas corrió a tomar asiento en el sillón y Estarossa brincó encima de él. Zeldris se acercó a ellos y le gritó "No se suban a los muebles" mientras los jalaban. Mientras Hawk mordisqueaba los pantalones de Meliodas, Wandle volaba encima de ellos, gritando. - ¡Idiotas!
Elizabeth los miró sin dejar de sonreír. Le recordó a las "peleas" con sus hermanas. Hasta que se sorprendió al oler un dulce aroma, dándole hambre.
- ¡Estoy en casa! - Gritaron nuevamente Meliodas y Estarossa con el fin de molestar a Zeldris, cosa que funcionó, pues sintieron como eran jalados con más fuerza.
- ¡Bienvenidos! - Dijo una suave voz de manera cariñosa. Una linda joven estaba frente a ellos, sonriendoles. Era ligeramente más alta que Elizabeth, piel pálida y sus cabellos claros claros trenzados a un lado de su cabello.
Rápidamente, los tres se separados apenados por su conducta. Meliodas y Estarossa miraron con desconfianza a la chica, nunca la habían visto. Zeldris se sacudió su ropa para acercarse a la chica.
- Bienvenido, Zeldris. - Le dijo la chica con cariño mientras se inclinó para besarlo en la mejilla.
- Estoy en casa, Gelda... - Dijo Zeldris con cariño. Meliodas y Estarossa se quedaron helados al ver como su hermano le sonreía con ternura a la chica. - Les presento a Gelda.
- ¡Mucho gusto! - Exclamó Gelda con alegría.
- Mi hermano, Meliodas. Mi otro hermano, Estarossa. - Señaló a sus parientes, quienes seguían en shock.- Ella es Elizabeth, novia de Meliodas.
- Mucho gusto. - Elizabeth extendió su mano hacia con Gelda, quien aceptó gustosa su acto.
- El gusto es mío. - Dijo Gelda educadamente. - Zeldris me comentó que tenían hambre, así que me tomé el tiempo de prepararles algo de cenar.
- Oh, muchas gracias. - Dijo la chica de cabellos plateados agradecida por su atención.
- Yo lamento mi comportamiento. Es un gusto conocerte. - Dijo Meliodas apenados, que estaba en frente de las chicas.
- No es por ser grosero, pero... ¿Cuál es tu relación con nuestro hermano? - Preguntó Estarossa con duda, Meliodas también se mostraba de esa manera ante la presencia femenina.
- ¡Soy su prometida! - Comentó algo avergonzada, le encantaba decir eso. Zeldris se sonrojó ante las palabras de su amada, así como las miradas de sus hermanos y cuñada.
- ¡¿Prometida?! - Gritaron Meliodas y Estarossa confundidos ante la revelación, asustando a Gelda y Elizabeth e irritando a Zeldris.
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N/A: Hola a todos, gracias por leer. Como verán esta historia se centra en los tres hermanos (que estoy al corriente del manga y sé que son realmente, pero no pude evitar mantener esa "hermandad") en un mundo moderna o actual, y es que en mi anterior historia, pedí que me ayudaran a escoger una de mis varias ideas y ésta fue la ganadora.
Lamento los errores ortográficos y gramaticales (ahora no tengo laptop por lo que es a puro celular).

¡Muchas gracias por leer y que tengan un buen día!

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