Capítulo 5

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Me encogí por el frío, recostándome contra un frondoso árbol, en medio de la mismísima nada. Mi vestido estaba hecho jirones por andar corriendo entre los matorrales, me dolían los pies, pero me sentía plenamente segura en la oscuridad que me brindaba aquel hermoso bosque.

Ahora, tendría que descansar un poco para poder continuar caminando por el bosque, en busca de algún lugar que reconociera. Lo cual sería bastante difícil, sabiendo que no conocía absolutamente nada de aquel bosque.

Esa noche el cielo estaba oscuro como boca de un lobo. Simplemente, recliné mi cabeza contra la corteza firme de aquel árbol, suspirando para concentrarme y relajarme, aún no entendiendo qué era lo que había pasado minutos atrás. Sólo sabía que estaba muerta de miedo, y que aquella familia no era humana. Eran unos vampiros.

¡Vampiros! ¿No era una locura? ¡Se suponía que esas criaturas sólo existían en los cuentos de fantasía! No en la vida real, no en Forks, no tan cerca de mí.

Cerré los ojos, suspirando por segunda vez en aquel instante. Estaba agotada mental y físicamente, todos los sentidos los tenía entumecidos y era probable que me quedase dormida en cualquiera momento; a pesar del miedo, el aturdimiento era tan grande, que hacía que no pudiese pensar con claridad qué era lo que haría.

De pronto, percibí un sonido, sorprendentemente cercano. Era una especie de olisqueo, un sonido animal, como de un animal grande. Me pregunté si debía sentir miedo, más miedo del que tenía atrapado en mi corazón.

—Tengo miedo —susurré, encogiéndome sobre mí misma, abrazando mis piernas.

Y el olisqueo desapareció.

Entonces una luz brillante me cegó momentáneamente. Santo Dios, ojalá los Cullen no me hayan encontrado, creo que quedaron con ganas de comerme.

O beberme. No sé muy bien cómo decirlo.

Al principio sólo fue un tenue resplandor reflejado a lo lejos en los arbustos, pero se volvió más y más brillante hasta abarcar un espacio amplio, mucho más que el haz de luz de una linterna. La luminosidad impactó sobre el arbusto más cercano y me permitió atisbar que era un farol de propano, pero no vi nada más, porque el destello fue tan intenso que me deslumbró por un momento.

— ¡Bianca! —solté una exclamación de sorpresa al reconocer aquella voz.

Me levanté como pude, sintiéndome realmente mejor al ver a Sam frente a mí. Corrí hacia él, abrazándole con muchísima fuerza y comenzando a llorar, sin control, revelando lo asustada que me encontraba.

—Sam —musité su nombre con suavidad—. Oh, gracias a Dios.

—Tranquila, ya estás bien, todo saldrá bien —en un movimiento inesperado, me cargó, posicionándome sobre su espalda—. Vamos a tu casa. Nada malo te pasará. Ya estás a salvo.

Dejé que sus palabras me tranquilizaran mientras recostaba mi cabeza en su ancho hombro, volviendo a suspirar y cerrando los ojos, dejándome guiar entre la maleza. Siendo consciente que Sam nunca haría nada malo para dañarme.

Y si lo hiciese...

El abuelo Ateara, mi papá y mis amigos patearían su trasero.

[...]

NARRADOR OMNISCIENTE

Sam Uley soltó un suspiro de alivio al sentir cómo la pequeña Snow se quedaba dormida sobre su espalda, sana y salva. Empezó a andar por el bosque, dando pasos certeros y precisos, sabiendo perfectamente a dónde se dirigiría, sin necesidad de una linterna como la que había estado utilizando para hacer creer a la chica que él la había descubierto de esa forma.

Out of the WoodsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora