Capítulo 13

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Tiempo después

—Biiiiiiiiiiiiiiiiiiiii —el llamado de Mandy desde la cocina de los Black hizo que despegara mis ojos de la pantalla del televisor—. ¡Necesito algo de ayuda aquí!

Solté una suave carcajada al mismo tiempo en que apagaba el televisor e iba a ver qué era lo que sucedía con mi mejor amiga. En el camino, me topé con el señor Billy Black, quien me dedicó una sonrisa.

—Espero que no estén quemando mi cocina —bromeó, haciéndome reír—. Bueno, al menos confío en que saben cocinar mejor que mi hijo. Últimamente ha estado arrasando con todo lo que ve, a veces creo que ni siquiera lo calienta.

—Alguien debe tener un apetito lobuna —y con mi chiste malísimo, le guiñé un ojo a Billy.

— ¡Bianca!

La voz de Mandy sonaba desesperada. Indicándole a Billy que iba a ayudar a mi amiga, salí corriendo hacia la cocina.

Al entrar, me encontré con una rubia cubierta de harina y con los lentes de pasta cubiertos de pequeñas gotas de chocolate derretido.

Sin poder evitarlo, una carcajada realmente sonora salió de lo más profundo de mi interior. Me llevé ambas manos hacia el estómago, muriéndome de la risa. Lo mejor era ver el puchero lastimero que tenía Amanda grabado en su rostro; parecía estar a punto de ponerse a llorar.

— ¿Por qué se ríen tanto sin mi hermosa presencia? —Jacob entró en la cocina, luciendo su espectacular cabello suelto. Sus castaños ojos se posaron rápidamente sobre la figura de la rubia y también comenzó a reírse sin control.

— ¡Ya! ¡Ayúdenme y no se burlen de mí! —Chilló ella, indignada—. ¡Chicos!

Secándome las lágrimas de gozo, me acerqué hasta ella y le quité las gafas para limpiárselas—. Está bien, está bien. Ahora, dinos cómo terminaste así.

Ella volvió a hacer un pequeño mojín.

—Tus máquinas me odian, Jake —informó—. Primero estaba batiendo la mezcla del pastel y la harina comenzó a "evaporarse" y pegarse contra mí. Cuando creí que nada podría salir peor, fui a derretir el chocolate en baño de María y... ¿adivinen qué? ¡La tonta olla comenzó a rebotar por si sola! ¿Estás segura de que no tienes fantasmas en tu casa? ¡Esto es humillante!

Me llevé una mano a la boca para evitar reírme de ella, ya que se veía realmente afectada.

—Por favor, no vuelvan a dejarme cocinar aquí —nos pidió, poniendo las manos en modo de rezo, haciéndonos un nuevo y aún más potente puchero.

—Prometido —encajé mi dedo meñique con el de ella, riéndome suavemente—. ¿Qué dices tú, Jake? ¿Volverás a invitar a cocinar a Mandy?

Pero él no me respondió. Parecía encontrarse en una especie de trance.

Como si estuviese oliendo el aire, se encaminó hacia la ventana y se asomó por ella.

—Dios mío, el fantasma poseyó a Jake —me susurró Mandy al oído—. Yo digo que lo dejemos aquí y nos vayamos a vivir a Tokio.

Y como si de verdad estuviera poseído, Jacob abandonó la habitación, corriendo fuera de la casa.

—Okey, tu teoría realmente me está convenciendo.

Si existen los hombres lobo y los vampiros, ¿por qué no existirían los fantasmas?

Como las cotillas que éramos, Mandy y yo nos asomamos por la ventana de la cocina, encontrándonos con una sorpresa.

Out of the WoodsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora