Quería ver mundo, ese era el sueño de Nathan, desde pequeño el quería viajar, quería ver lugares distintos y poder aprender nuevas culturas, le fascinaba de lo que eran capaces de hacer otras culturas como la pirámide de Egipto, la muralla China, los jardines colgantes y no solo estructuras, la inteligencia también la admiraba sobre todo estrategias de batallas de los japoneses o nuevos inventos que creó la humanidad y hace que esta evolucione poco a poco.
Para poder conocer mundo tengo que trabajar y ganar dinero, me tengo que independizar ya, quiero ir a todos los lugares del mundo, conocerlo todo. Eso era lo que Nathan le decía a su amigo Sergio mientras salían de su casa. Sergio era un muchacho calmado y con soluciones para todo. No era tan alto como Nathan, pero ya era más alto que la media, tenía una tez oscura y el pelo de color negro como el tizón. Era lo contrario a Nathan que parecía que venía de países nórdicos, rubio, de ojos azules y alto. Pero en cuanto a pensamiento no eran tan distintos. Se conocían de hace años y nunca habían discutido, estaban de acuerdo en casi todo y esa idea de Nathan de conocer mundo no era la excepción.
- ¿Tío te imaginas que el año que viene vamos a Japón? -Preguntaba Nathan.
-Yo lo veo la verdad, tengo ganas de que algo así pase, sobre todo a Japón con lo frikis que somos. -Respondía Sergio mientras se reía.
-No puedo esperar, mañana mismo le diré a mis padres la idea que tengo sobre todo esto.
- ¿Que tienes pensado?
-Pues intentaré buscar trabajo y el mes que viene cuando cobre pediré un crédito y me comprare una casa, nada muy grande ya que será para guardar mis cosas de los viajes y de momento lo justo para tener un sitio para dormir y comer, ahorrare todo lo que pueda y la mayoría lo invertiré en viajes y cosas de necesidad.
-Eh, pues no es mala idea, yo te puedo acompañar, la podemos pagar y ahorramos entre los dos. Ya sabes, un viaje se hace más divertido con los amigos.
-No tengo problemas con eso, me gusta esa idea no te lo voy a negar.
-Yo también se lo comentaré a mis padres entonces pero ya sabes cómo son, seguramente me digan que si, no suelen tener problemas con eso, ya saben que tengo edad y soy capaz de valerme por mí mismo.
-Bueno, los míos no están tan seguros de mi pero seguro que los convenzo, tengo años de práctica en eso. -Dice Nathan mientras se ríe.
-En fin, ¿qué hacemos ahora? -pregunta Sergio.
-Pasamos por tu casa a por el balón de baloncesto y vamos a las canchas mismo, hace ya que no vamos la verdad.
- ¿Quieres perder otra vez verdad? Bueno pues tendrás tu derrota, vamos.
-Estas muy seguro tú... JAJA.
Nathan y Sergio fueron a jugar y después de un rato se fueron cada uno a su casa, antes de irse Sergio le recordó que les comentara su plan a sus padres y que mañana le respondiera. El resultado del partido entre ellos al final lo predijo Sergio ya que él ganó. 27-19.
Al llegar a casa Nathan vio a su padre dormido recostado en el sofá que estaba más próximo a la estufa encendida, que del calor que transmitía Nathan ya entendió porque estaba dormido, era un calor agradable que te envolvía. Se veía en la mesa un trozo de pan y un plato vacío por lo que supuso que después de comer se quedó dormido sin poder evitarlo. Él también se habría ido a dormir pero estaba aún sudado debido al partido con Sergio así que se fue a duchar, al subir las escaleras vio a su madre tumbada en la cama mientras veía una telenovela bastante entretenido que Nathan más de una vez la veía con ella mientras cenaba pero hoy no era el caso así que Nathan después de saludar a su madre cogió su pijama favorito, un pantalón azul y una camiseta también azul de rayas que le iba un poco ancha y fue directo a la ducha. Al salir de la ducha Nathan fue a la habitación donde estaba su madre y se sentó junto a ella.
-Mama, hay una cosa de la que quiero hablar. -dijo Nathan nervioso.
-A ver que me sueltas ahora...
-Así como resumen, me quiero independizar.
- ¿cómo? -grita su madre- Tu aun eres joven, no puedes irte, tienes que tener las ideas más claras.
-Mama, ya lo tengo claro y lo he pensado mil veces, sabes que quiero ir a visitar lugares y si me quedo siempre en el nido nunca tendré oportunidad.
-Nathan... no sé qué decirte la verdad. -dice entristecida su madre- Espérate a mañana y lo hablaré con tu padre que no puedo decidir algo tan importante yo sola ahora ve a dormir que ya es tarde.
-Bueno vale, buenas noches.
-Buenas noches.
Esa noche debido a lo que Nathan le había comentado, Ana estuvo nerviosa y no consiguió dormir más de dos horas dándole vueltas a todo este asunto ya que para ella por muy mayor que fuera, él seguiría siendo su niño y no lo quería perder por nada y se preocupaba demasiado. Al ver que habían muchísimas posibilidades de que Nathan se acabara yendo de casa unas lágrimas comenzaron a brotar y mientras estas lágrimas recorrían su mejilla se quedó dormida.
A la mañana siguiente, Nathan seguía en su cuarto acostado como de costumbre ya que no habituaba a levantarse temprano. Sus padres se fueron a desayunar a una cafetería cercana a su casa justo al lado de las canchas donde Sergio y Nathan suelen jugar.
Al llegar al lugar, nada más entrar por la puerta un agradable olor a café envolvía toda la cafetería la cual acompañada junto a su alegre gerente lleno de energía por la mañana haría de este un gran lugar para comenzar las mañanas. Tomaron asiento cerca de una gran ventana desde donde se podía ver toda la calle y como los vecinos salían de sus casas para ir al trabajo, mientras el camarero traía los cafés Ana le comenta a su marido -¿Sabes que Nathan quiere irse de casa?
-Ah pues me parece bien ya tiene edad suficiente para que aprenda lo que es la vida. Nosotros también nos tuvimos que ir de casa pronto y nos la hemos apañado como hemos podido.
-Sabes que nuestro caso era muy distinto, por nuestras circunstancias tuvimos que irnos muy jóvenes.
-Por eso, no hay diferencia ahora, puede irse y apañarse el solo, tu déjalo y si le sale algo mal ya lo solucionará.
-Ángel por favor, ¿Te da igual lo que le pueda pasar? -Dice Ana alzando la voz.
En ese momento se oye como se abre la puerta de la cafetería y de fondo se oye una dulce voz femenina - ¿A qué viene tanto griterío? - Cuando Ana y Ángel miraron hacia la puerta y vieron de donde provenía esa voz femenina, era una conocida suya y casualmente la madre de Sergio.
-Hombre Mercedes que casualidad verte por aquí, buenos días- Dijo Ana al darse cuenta de quién era.
-Buenos días - dijo Mercedes con una sonrisa- nosotros también desayunamos a veces aquí, ¿qué te pasa Ana que te veo alterada?
-Nada que mi hijo se quiere ir de casa.
-No eres la única a la que se le van de casa, el mío también se va de casa, y por lo que veo no sabes que se va con tu hijo según me ha dicho.
-Pues la verdad es que no me ha comentado nada, no si este niño no pierde la cabeza porque la tiene pegada al cuerpo.
-No te creas que el mío muchas veces es igual pero bueno, que le vamos a hacer hija, son así.
-¿Y tú que le has dicho a tu hijo sobre este asunto?
-¿Pues qué le voy a decir Ana? Ya es mayor, ya puede hacer lo que quiera, yo le he dicho que si necesita cualquier cosa puede contar con nosotros.
-Te lo dije. -Añadió Ángel- es mayor para irse ya, además, si ahora sabes que va con Sergio no tienes que preocuparte tanto.
-Madre mía, me vais a volver loca, bueno vale acepto, se cuándo tengo que rendirme.
-En fin -dijo Mercedes cambiando de tema- nos sentamos con vosotros ya que estamos aquí.
-Claro, eso os iba a decir, que tomarais asiento que no os vamos a comer.
Mercedes y su marido Jaime que se unió más tarde tomaron asiento en la mesa junto a Ana y Ángel y pidieron un café y una tostada cada uno. Y mientras el camarero lo preparaba continuaron hablando sobre sus hijos y sobre el trabajo más adelante.
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Tierras de Falgor
FantasyLibro de aventura y de fantasía en el cual nos encontraremos con unos jovenes que buscan vivir aventuras. Consiguen convencer a sus padres pero el día en el que se marchan ocurre algo que nadie esperaba y se sumergen en un mundo nuevo