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La noche avanzaba tranquila después de aquel insinuante momento en la casa de Venus. Se preguntaba qué hacía una menor viviendo sola, cómo había llegado allí, cuándo y por qué nunca había retenido en su mera presencia en el edificio.
Tal vez el destino no había querido que se conocieran hasta aquel día en la tienda veinticuatro horas de la esquina, tal vez hasta entonces ella no merecía aparecer en su vida, tal vez antes era demasiado joven para enfrentarse al peligro que suponía que Hannah posara los ojos en alguien. Y, ahora, los tenía sobre ella.

Como una pantera que trata de acercarse sigilosamente a una gacela, Hannah la miraba por encima de la copa de vino de la que estaba bebiendo. La tenía enfrente y, mientras la veía reírse, la analizaba.
Sentía a Venus como una amenaza a la que debía enfrentarse. El hecho de que la mirase de esa forma, con ese toque provocativo y a la vez insinuante, le hacía querer arriesgarse a más sin ningún tipo de freno. Como una perdición a la que se acercaba y, aun siendo consciente de ello, acelerando el proceso. Como una depredadora que persigue a su presa por toda una selva y que se deja guiar hasta un precipicio, saltando de él incluso, cegada por la ansiedad.
- Joder- maldijo entre dientes mientras bajaba la copa de vino blanco y la apoyaba de nuevo en la mesa.
- ¿Todo bien?- se interesó Danniel de pronto, sentado a su lado izquierdo. Hannah levantó la mirada de su visión concentrada en el plato frente a ella, de pronto ya no tenía apetito.

Por fin se detuvo a observarle. No lo había hecho antes por Venus, porque el aura que emanaba opacaría cien soles. Danniel era un chico bastante alto que destacaba por su gran atractivo. Tenía un gusto exquisito a la hora de vestir, mezclando un estilo carecedor de delicadeza alguna con el grunge más clásico. El blanco y negro que había decidido combinar sacaban el azul hielo de sus ojos y el castaño claro de su pelo liso algo más largo de lo corriente. La chaqueta de cuero negro acompañada de los colgantes plateados en su cuello y los anillos que adornaban sus masculinas manos añadían un punto sexy a su aspecto. Y olía tan bien... Sintió que se le nublaban los sentidos ante el olor embriagador y sensual que desprendía delicadamente.

- Eh... Sí, perfectamente- susurró dejándose inclinar ligeramente hacia él, sintiéndole más cerca y a la vez más dentro de su cerebro- Yo... Sólo...- dijo dudosa, haciéndole sonreír cuando sus ojos se encontraron tímidamente- Necesito ir al baño, ¿me dices dónde es, por favor?- pidió de pronto, levantándose de la mesa bruscamente y emanando algo de desesperación en su comportamiento.
- Por allí, a la derecha y luego escaleras abajo, preciosa- contestó él con rapidez, como si supiera qué decirle incluso antes de que hubiera preguntado.
Hannah salió disparada en la dirección indicada y, en cuanto llegó al baño de mujeres, se apoyó en uno de los lavabos y se miró al espejo. Empezaba a faltarle el aire y tenía demasiado calor. Casi sin haberlo pensado si quiera abrió el grifo de agua fría y se mojó las manos para luego dejarlas reposar en su nuca, sus sienes y, por último, tras sus orejas.
- Vale, tranquilízate, no es para tanto, si no te habías dado cuenta de su existencia hasta ahora... ¿porqué tienes una urgencia tan repentina?- se hablaba a sí misma, aprovechando su soledad en la estancia. Se inspeccionó a consciencia: pupilas hiperdilatadas, sensación de calor, falta de aire... -No puedes ahora, Hannah- se decía tratando de mantenerse seria pero, en el último segundo, siempre aparecía esa leve y traviesa sonrisa en sus labios- Joder... Te vas a meter en un lío - añadió aceptando su propio capricho.
- ¿Puedo saber por qué?- preguntó una curiosa voz masculina tras ella que reconoció al instante.
- Yo... Eh...- dudaba a la vez que se le escapaba una risa nerviosa- ¿Qué perfume usas?-- de pronto volvió en sí, tenía la situación bajo control, en sus manos. Se acercó al chico contoneando sus caderas en un movimiento suave y sexy. Él no apartaba su mirada de ella; sonrió.
- No recuerdo su nombre, me lo regalaron mis padres por mi cumpleaños en Junio- respondió tras unos segundos. Ella se colocó frente a él con una sonrisa que derrochaba confianza y llevó las manos a su pecho, acariciándole sobre la camiseta blanca mientras le miraba fijamente a los ojos. Danniel se lamió los labios, disfrutando.
- Hueles realmente bien, ¿lo sabías?- susurró Hannah en su oído, percibiendo cómo él bajaba la guardia ligeramente- No sabes cuánto me pone eso en un chico, Dan- comentó poco después, acercando peligrosamente su boca a la del chico pero sin dejar que se tocaran. Danniel trató de suprimir ese ínfimo espacio que les separaba, obteniendo una leve carcajada incrédula por parte de ella- No, cariño; aquí, no- musitó apartándose y dándose la vuelta para marcharse sin decir nada más.
- Ya te fuiste así una vez, en mi cara- replicó él de pronto, tomándola de la muñeca y obligándola a girarse. Ella sonrió autosuficiente.
- ¿Qué te parece si esta noche subes a tomar algo a mi casa en vez de irte con Venus?- preguntó guiñándole un ojo insinuante. Él sonrió travieso.
- Me encantaría, preciosa- respondió satisfecho con la propuesta y dejando que se marchara sin decir nada más a la mesa de nuevo.

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