Channel Red

3

De pronto la más baja estaba en ropa interior, sentada en el regazo de Hannah. La chica no tuvo tiempo de preguntarse cómo había llegado allí cuando sintió que su ropa interior de lencería rosa comenzaba a sobrar en su cuerpo. Le daba la espalda a la chica asiática que, con una dulzura engañosa, la había llevado a su habitación para convertirla en una de sus presas. Sentada sobre ella, con sus piernas abiertas y las manos a los lados estaba a su completa merced, no había estado en una situación que la excitase más que aquella. Indefensa por decisión propia.

— ¿Recuerdas la palabra mágica?— preguntó tan sólo asegurándose de que no iría demasiado lejos con sus deseos.
— Honey— afirmó ella cerrando los ojos al sentir las manos de la asiática tocando sus pechos con insistencia, calentándose.
— Muy bien, princesa— sonrió dominante— Ahora deja que te lleve a otro lado— susurró en su oído bajando una de sus manos al sexo de aquella chica, sintiendo la tensión de su cuerpo a cada movimiento que hacía.

Comenzó a acariciar la intimidad de Summer sobre sus bragas, con delicadeza, pretendía molestarla hasta que pidiera por más.
En su cerebro, la sensación de ser la poseedora de todo el poder, se sentía demasiado exquisita. Era adicta, se excitaba sólo de imaginar que tenía la llave del placer de aquella inocente chica. Notó de pronto que Summer se movía ligeramente sobre ella.
—- ¿Qué pasa? ¿Acaso quieres algo?-— le preguntó con una sonrisa gatuna.
La chica apretaba con fuerza los párpados, tratando de ahogar algo en si misma.
— Pídelo— ordenó haciendo mayor presión en la intimidad de ella, sabiendo que aquello la estaba matando realmente.
La escuchó gruñir y la vio arquear su espalda.
— Tócame, quiero que me toques— pidió la chica con necesidad, dejando que sus piernas se separaran por inercia al sentir que la mano de Hannah se colaba dentro de su ropa interior.
Separó con sus dedos los labios íntimos de Summer y, con un tercero, empezó a masajear en círculos su clítoris. Sentía la húmedad en su mano a la vez que su propio sexo empezaba a derretirse ante la situación. Summer comenzaba a sudar ligeramente ante aquella descarada chica; su cuerpo estaba en tensión y relajado al mismo tiempo, la ropa interior sobraba, incluso su piel sobraba, sus caderas trataban de obtener más en intentos fallidos, no tenía dónde sujetar las pocas fuerzas que le quedaban mientras el resto se le escapaban en la respiración, sabía que sus pupilas se habían dilatado hasta puntos en los que lo único que podían captar era la visión de su propio cuerpo temblando, tan sólo podía tratar de mantenerse erguida sobre la chica que le estaba robando todo el silencio que había guardado por más de siete meses. Aquello la excitaba demasiado, estaba empezando a perder la vergüenza, no sabía qué más esperar.

En el momento en que un gemido se escapó por primera vez de su boca, cuando ya no pudo mantener más tiempo su silencio y su garganta llena de suspiros no soportó más, Summer sintió la obligación de volver a pedir.
— Por favor...— musitó entreabriendo sus ojos en busca de algo en lo que poder centrarse por unos segundos al menos— Necesito... Ahhh... Necesito... agh... Más... Por favor... Más— suplicó con la voz rota en gemidos y arqueando la espalda, haciéndola sonreír orgullosa.
Dejó lo que hacía y se apoyó cómodamente en sus brazos sobre el colchón, mirándola expectante, esperando.
Summer se puso de pies delante de ella y la miró confusa, no sabía qué se suponía que debía hacer en aquel momento pero la estaba viendo sonreír ampliamente y aquello le gustaba.
— Arrodíllate— dijo.
Summer se arrodilló frente a ella sin dudar un segundo.
— Separa más tus piernas-— ordenó a continuación, viendo a Summer obedecer al instante— Ahora siéntate así en el suelo— añadió sonriente, complacida de que la chica acatase todas sus peticiones sin rechistar— Y deshazte de ese sujetador, quiero ver tus pechos— indicó con la mirada crepitante de lujuria.
Summer lo hizo en completo silencio y la miró de nuevo en busca de la siguiente orden.
— Mastúrbate mientras me desvisto y, si estás lo suficiente mojada para mí, tal vez ganes el premio que tengo preparado— mandó colocándose de nuevo correctamente al borde de la cama para comenzar a quitarse la ropa con lentitud mientras disfrutaba de la visión que tenía frente a ella.