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—Y por último tenemos Química —señaló el pequeño pedazo de papel en la casilla correspondiente—. Igualmente si tienes alguna otra pregunta, no dudes en buscarme. —una sonrisa de oreja a oreja se hizo presente en sus labios.

—Gracias señorita Clark, lo tendré presente.— respondí tomando la ficha con cuadros coloridos y afirmando mi mochila.

   Giré sobre mis talones y me dirigí con pasos firmes hacia la puerta de roble oscuro. Tomé el pomo dorado y lo giré, dejando a la vista una fila de más o menos 15 estudiantes esperando entrar y recibir sus correspondientes horarios. Bufé al no percibir con la mirada a Mei quién, se suponía, iba a estar esperándome.

Continué mi camino por los largos pasillos hasta topar con mi casillero. Pasé mi mochila de un hombro al otro mientras hacía una maniobra para colocar el código y, al mismo tiempo, no tirar la agenda que se encontraba en mi antebrazo con el horario en su interior.

—Te estaba buscando— suspiró Mei llegando hasta mi posición—, pensé que nos veríamos en dirección.— añadió extrañada mientras chequeaba la clase que le tocaba a primera hora.

—Allí estaba— me defendí ordenando mis cosas en el locker mientras ella abría el suyo, el cual afortunadamente estaba al lado—. Retiré el horario y cuando salí te busqué, pero no estabas.

—Debe ser que justo en ese momento había llamado mi mamá— sacó del casillero un pequeño paquete verde que contenía chicles de menta, me ofreció con un gesto y yo negué con la cabeza—, ya sabes lo maniática que es.

   Solté una pequeña carcajada  mientras aseguraba el candado. Volteé el rostro para verla mejor e inmediatamente mi boca se abrió sorprendida. Se había cortado el cabello y ahora es que me daba cuenta—¡¿Pero qué?!

—Ahora es que lo notas, menuda amiga—se hizo la ofendida mientras masticaba chicle—¿Acaso no se nota? ¿No me queda bien?

—No no—contesté rápidamente debido a que me tomó desprevenida. La ví por última vez hace 2 días y, si mal no recuerdo, tenía su larga, frondosa y azabache cabellera por abajo de su cintura— Osea si, luces estupenda, pero... ¿Cómo pasó?

Hizo una mueca— Ni yo sé créeme— se chequeó observándose en el pequeño espejo que tenía en la puerta de su casillero. Pasó el cabello suavemente entre sus dedos peinándolo y arreglándolo. Me dió la cara—. Supongo que simplemente estaba aburrida y con esto del comienzo de clases sentía que necesitaba un... ¿glow up?

—Pues te queda muy bien, luces estupenda—añadí colocando mi mano derecha en su hombro —. Sólo es que nunca imaginé a Mei con cabello corto.— sonreí de oreja a oreja a lo que ella me devolvió el gesto y comenzamos el camino hacia la sala número 7, directo hacia el infierno, conocido con el nombre de "Matemáticas".

   Continuamos el recorrido hablando del mismo tema, mientras observaba a las personas pasar. Cada uno estaba hundido en su propio mundo de pensamientos. Sentía que todos caminaban por inercia y, incluyéndome, buscando en lo más profundo de su interior los ánimos para afrontar este nuevo año que estaban, justo hoy, comenzando. Aunque claro, con sus excepciones.

Una de ellas sería Kayla, Kayla Daniels, nuestra amiga. Es la típica chica ejemplar que nunca puede faltar en las películas clichés de adolescentes. Excelentes calificaciones, capitana del equipo de cheerleaders y el miembro más activo del comité "Salvemos al planeta". Todo un prodigio.

Supongo que se están preguntando acerca del cómo nosotras, chicas normales de 16 años, nos topamos con la perfecta Kayla y ahora somos inseparables. Pues, todo nunca fue color de rosas. Los primeros 2 años de secundaria, no nos llevábamos del todo bien, por el simple hecho de juzgarnos antes de conocernos. Pero, cuando nos colocaron en el mismo curso, una cosa llevó a la otra y, el destino (si es que creen en él), nos juntó.

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⏰ Última actualización: Aug 17, 2020 ⏰

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