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El sol desaparecía en el horizonte, tapado por algunos edificios altos que eran abundantes. Una mano rozo la mía de forma tímida. Mis ojos incapaz de ver al chico de mi lado y por lo tanto enfocándose solo en el atardecer. Decir que este era un momento agradable era quedarse corto. Sentía el júbilo recorrer en mi cuerpo con emoción. La mano tomó mis dedos para entrelazarlos juntos a los suyos. Abracé su mano con la mía como si fuera una esposa apretada. Temblaba, pero trataba de que el individuo que estaba a mi lado no viera la reacción que me provocaba.

- N-Niall… -a pesar de que su voz sonaba con nerviosismo, había seguridad en ella.

Mi cabeza miró hacia su dirección, haciendo que mis ojos hicieran lo mismo. Los colores subiéndose a mi cabeza nublándome la mente. Sus ojos igual a la miel real de las abejas, miraban los míos azules expectantes a que dijera algo. Sentía como mi corazón comenzaba a latir más aceleradamente que lo habitual, la emoción creciendo a grandes zancadas y mis manos comenzando a temblar más fuerte, sería como un terremoto. Pero ante todo esto, tenía la vista al frente, con él coraje y valentía de mirar sus lindos rasgos. Cada vez que veía su rostro, encontraba cosas nuevas, esta vez vi un bello asomarse en su mentón, el indicio de que le crecería la barba. Justo cuando veía su cuello, contemplé como tragaba fuertemente haciendo mover de manera exagerada su manzanita. Abrió las fosas nasales para decir la primera palabra de lo que creía importante. Su actitud nerviosa se presentó más.

- Y-Yo Niall…-seguía mirando atentamente mis ojos- te quiero -pronunció.

Al decir eso, el corazón se me volvió loco. Mis manos comenzaron a sudar y me daba pena que el sintiera eso, pestañeé varias veces tratando de controlarme, tratando que sus palabras directas no me llegaran de la misma forma. Me daban grandes ganas de gritar y decirle a todos que me encantaba sentirme querido por alguien que no fuera mi familia.

El silencio reinó entre nosotros. El sonido de los autos y la brisa chocar con los arbustos, árboles, hierbas o flores era lo único que lograba captar mis oídos. Los ojos del chico presente, perdiendo su brillo. La decepción se hizo visible en él, pero yo para nada quería que se sintiera así, no había razón para que se sintiera rendido. Lo que pasaba era que no podía hablar, simplemente las palabras no me salían. No estaba inspirado en saber que decirle, era todo una sopa de letras sin sentido. No sabía cómo coordinarme, y menos podía si tenía la situación en mis narices.

- L-Lo siento. –dijo él ahora desviando la mirada. Aún estaba agarrando mi mano- no debí decirte eso… -iba a soltar su cálida mano de la mía, haciendo otra vez rozar nuestros dedos antes quietos.

Quería decirle todo lo que tenía acumulado, pero no podía. Estaba siendo víctima de una ansiedad sin explicación. No sabía que esto sería tan crítico para mí, nunca me había puesto en empatía con este problema, nunca pensé que llegaría así y que yo fuera el receptor de todo esto.

Su mano, lentamente dejó de tocar la mía. Tenía la decepción en mis venas, todo me daba vueltas, era tan bochornoso.

Sus ojos miraron la tierra, mientras daba un suspiro cargado de dolor. Mientras tanto, yo seguía mirando donde antes estaba el chico, pero ahora  sería un punto muerto. Respiré profundo, para darme valentía de que saldría todo bien. Mi mano temblorosa y sudada se acercó a la que era suya, sentí el roce y no pare hasta que estuvieron encajadas perfectamente. Su rostro volviéndome a mirar con gran esperanza en ellos. No era capaz de hablar y él pareció comprenderlo. Incluso mi boca se había abierto para expulsar palabras adecuadas de mi mente confusa, pero nada de eso fue posible. Trate de mirarle con aprobación, tratando de decirle que yo también le quería, que sus sentimientos eran correspondidos. En la luz del dilema él volvió a hablar.

Vicio [Ziall]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora