Jefferson

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1789

¿Listos para ver lo demás? 

George Washington ya era presidente, mientras Alexander Hamilton trabajaba en la tesorería con John Laurens en el departamento de estado, y a pesar de tener cargos distintos, seguían siendo un equipo imparable. 

Sin embargo, no contaban con que el regreso de cierta persona que estaba dispuesto a enfrentarlos. No lo han conocido todavía, no han tenido la oportunidad, pues estaba pateando traseros como embajador en Francia. Pero alguien tiene que mantener la promesa americana.

Simplemente tienen que conocer a...¡Thomas!

Thomas Jefferson estaba volviendo a casa.

Y así era, un alto y atractivo hombre moreno, cabello rizado y un elegante traje con un peculiar y llamativo color morado. Bajando de un barco listo para volver a la acción en su país natal, acompañado de sus dos hermosas hijas; Martha, de diecisiete años, y Mary, de tan solo once años.

Oh Señor, ellos han estado en París tanto tiempo.

—Francia nos sigue a la revolución. No hay más status quo.—Le contaba a sus hijas.—Pero el sol sale y el mundo todavía gira.—Sonrió en lo que sus pies pisaban el suelo de América luego de los años en los que andaba rodeado de los franceses.

—¡Aún no puedo creer que estemos de vuelta!—exclamó emocionada la hija mayor.

—No es lo mismo sin el tío Lafayette.—comentaba la menor con los brazos cruzados en lo que hacía un puchero, cosa que hizo que su padre y hermana soltaran una risa.

Jefferson había ayudado a su buen amigo francés a redactar una constitución y luego se despidió sin más antelación. Monticello lo necesitaba y ahora su trabaja comienza.

—Bien, entonces...—comenzó a hablar en voz alta.—¿De que nos perdimos?~—preguntó en un alegre y animado tono de voz, esperando por saber todos los cambios que habían ocurrido durante su ausencia. —Virginia mi hogar, quiero darte un beso~—dicho eso le aventó uno a un par de doncellas (y un señor que no había notado que se encontraba junto a ellas) que se encontraban observandolo de lejos. Luego siguió su camino, dejando a las mujeres encantadas y al hombre confundido. 

Sus hijas simplemente rieron a carcajadas aunque al mismo tiempo morían de vergüenza (Igual ya estaban acostumbradas a la actitud de su padre). 

Había estado en París conociendo a varias personas interesantes, y suponía que se había perdido de los últimos años ochenta. Viajó por el ancho y mundo para volver a esto.

Finalmente con ayuda de sus esclavos los Jefferson trajeron todas sus maletas a su casa.

—Hogar dulce hogar.—comentó Martha mientras se sentaba en sillón de su casa.

—¡Todo está como lo dejamos!—dijo casi a gritos Mary quién ha diferencia de su hermana había corrido a brincar encima de los sillones.

—Mary, por favor deja de saltar ahí, no quiero que te lastimes.—le pidió su padre.—Sally, tranquilizala.—le ordenó a la esclava que tenía al lado, Sally Hemmings.

—Bien, ya oíste a tu padre, baja de ahí cielo.—dicho eso la joven cargó a la niña para poner sus pies sobre el piso, pero la pequeña no iba a dejar de hacer sus travesuras.

—¡Quién llegue al escritorio de papi al último es un huevo podrido!—proclamó sin decir nada más y corrió inmediatamente hacía ahí, siendo perseguida por los demás.

—¡Mary, comportate!—imploró Martha al entrar a la oficina, pero fue ignorada.

—Me llamo Thomas Jefferson, soy guapo y amo los macarrones con queso.—Imitó la menor a su progenitor en burla.

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⏰ Last updated: Dec 12, 2018 ⏰

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