18

80 10 1
                                    


Se me hizo algo largo y lo dividí.
Otro día subo la continuación.

Otro día subo la continuación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Esto no es tuyo. Alguien lo dejó en un sobre pegado a mi casillero, sin escribir siquiera mi nombre en el. Pensé que sería algo de tu parte, pero llegó a mí sin nota alguna. Y cuando lo sujeté entre mis manos, sentí la ira de Nam, malhumorado, honesto, increíblemente furioso. Mi boleto gratis, ganado por haberle ayudado a pegar carteles. Maldito subcomité. Podría haberme obligado a comprar uno, pero ahí estaba, un regalo envuelto en enojo. No es tuyo, pero te lo devuelvo porque fue culpa tuya. Los de los grupos de teatro encargan estas creativas fichas en vez de entradas para poderlas llevar alrededor del cuello todo el año, si eres tan perdedor como para mostrar que asististe al evento. Yo nunca guardaba las mías, simplemente las dejaba en un cajón o por ahí. ESPERANZA, qué gracia. Es un recuerdo de la noche, admitámoslo ahora – un Halloween de pura maldad –, de la noche en la que debimos haber terminado.

Entonces, ¿por qué nunca fuimos nada? Cuando pienso en ello ahora, cuando reflexiono, recuerdo lo cansado que me sentía el sábado de Halloween por haber madrugado para escaparme a Tip Top Goods y comprar esto, que nunca te di, unas llaves. Más tarde, estuve bostezando en el jardín mientras pintaba con spray una vieja gorra que había comprado en un tienda de beneficencia y que solía ponerme en primero, entrecerrando los ojos para asegurarme de que el gris combinaba con el abrigo de mi padre, mientras Hawk Davies fluía por la ventana de mi habitación para hacerme disfrutar de ese magnifico fragmento de Take Another Train en el que marca un solo y se escucha un débil grito de reconocimiento, <<Muy bien, Hawk, muy bien>>, al tiempo que yo sonreía bajo el cielo despejado. No iba a llover. Tú y yo íbamos a ir a la fiesta y al baile y todo saldría bien – extraordinario, incluso –. No tuve ninguna intuición de lo contrario. Recuerdo mi felicidad, puedo notarla y siento que entonces los dos éramos felices, no solo yo. Supongo que puedo aferrarme a cualquier cosa.

– Qué alegría verte contento – dijo mi madre mientras salía con un té humeante.

Había permanecido encogido, pensando que me diría que el jazz estaba demasiado alto, que teníamos vecinos.

– Gracias –respondí al tomar mi té.

–Aunque sea con el abrigo de tu padre puesto – añadió, ya que este año habíamos decidido que se podía hablar mal de papá.

–Solo por ti, mamá, intentaré estropearlo esta noche.

Se rio un poco.

– ¿Cómo?

– Humm, le tiraré bebidas encima y me revolcaré en el lodo.

– ¿Cuando voy a conocer a ese chico?

– Mamá.

– Solo quiero conocerlo.

– Quieres dar tu aprobación.

Nunca Fuimos Nada | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora