Empiezan las complicaciones

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Aquél pequeño dragón que Sintel había visto era simplemente una maravilla para sus ojos, pero sin bajar la daga que sostenía en su mano izquierda se acerco lo cual hizo que el animal retrocediera muerto de miedo, poco a poco Sintel fue bajando la daga y acercando su mano, dejo que la pequeña bestia la olfateara un rato y comenzó a revisar la herida era un corte profundo en el ala izquierda, inmediatamente Sintel tomo al pequeño dragón cornudo entre sus brazos como a un bebe y corrió hacia su hasta llegar a su pequeña casa incluso olvidando aquella guayaba que le había parecido buena para llevarla. Evitando que vieran el pequeño paquete que llevaba entre sus brazos tomó una manta y cubrió a la pequeña bestia atravesó el centro del pequeño pueblo y se dirigió a una casa escondida entre una puerta de callejón soltó al pequeño dragón, lo dejo en el colchón echo paja y unas cuantas telas que había encontrado y con la misma velocidad que había entrado salio hacia la botica armada con el saco de monedas que le había robado al cobrador de impuestos, ya llegando al puesto donde el sabio hombre de la medicina trabajaba se encontró con su pesadilla: Guardias. Intento ver si había una manera de distraerlos pero no encontraba ninguna, no existía nada con lo que hacer ruido los mercaderes siempre se iban temprano de esa zona y recogían todo, tampoco había un sitio donde escabullirse las calles eran largas y sin callejones, los guardias no tardaron en dirigirse hacia donde estaba Sintel y un escalofrío le recorrió por la espalda 

-¡Demonios!... ¿Donde me voy a esconder?. Pensó

-Los guardias ya deben estar enterados de mis jugarretas con el cobrador en las ultimas semanas y no lo pensaran dos veces antes de atraparme.

Pero su cabeza nunca dejaba de pensar en métodos y una idea salió, busco una manta vieja que fuese oscura y un buen sitio para esconderse con ella, por supuesto encontró las dos cosas se coloco la manta encima la cual no tenia un olor muy agradable y espero que los soldados pasaran, intento oír la conversación, algo la sobresalto.

-Oye ¿Oíste que hay una muchacha que esta robando al cobrador? 

-No, aunque no es raro que le roben al viejo gordo pero al final siempre termina excusándose con el rey no importa como.

-El rey le tiene demasiada paciencia y es porque sabe que si las cosas vuelven a empeorar como el mes pasado tendrá su cabeza en una lanza.

-Sera igual con la muchacha que le esta robando al viejo. No sabe que si la encuentran van a rebajar su cabeza como si fuese una zanahoria.

Los dos soltaron una carcajada y siguieron caminando. Sintel tenia el corazón en la boca. 

-Esto me lo gané a pulso... si tan solo el cobrador no hubiese dicho nada. Pero el también tiene el hacha del verdugo sobre su cabeza, será un pequeño pacto entre nosotros si yo no sigo robando el salva su cabeza y yo la mía.

Caminó hacia la botica y reviso que no hubiesen mas guardias, compro unos pequeños frascos que el boticario dijo eran cicatrizantes fuertes pero rápidos y unas capas de cebollas metidas también en un frasco.  La noche ya había extendido sus brazos para apagar el sol y Sintel sabia que había permanecido mucho tiempo lejos del pequeño dragón se apresuró a lleguar a su hogar y encontró al pequeño dormido o incluso inconsciente lo empujo un poco pero no se movía aún respiraba, ella sabia que si no lo trata bien el pequeño podía morir.

SintelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora