Problema en monedas

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Sintel despertó en un lugar raro acostada en un pueblo vacío, se termino de levantar pero algo la aterrorizo, estaba demasiado delgada y sentía hambre camino hasta una puerta golpeo para saber si habría alguien adentro pero para su sorpresa esta se abrió al segundo golpe, un escalofrió sacudió su cuerpo entero mientras entraba... Algo andaba mal... esa era su casa con el mismo colchón de paja con la armazón de bambúes y piso de piedra. Echó a correr esta vez aturdida y muerta de miedo mientra corría vio como a su espalda las casas empezaron a quemarse una por una, las cenizas de las casas la perseguían se oían gritos de desesperación y pánico por todos lados, en un momento todas las cenizas que la perseguían se agruparon formando un cuerpo familiar para ella... ¡Era Scales! Dobló la velocidad a la que iba para hallar un refugio en la pequeña criatura y justo para cuando se lanzó a abrazarla desapareció ante sus ojos y se deshizo entre sus brazos. Desesperada Sintel lanzó un potente grito

 -¡NO SCALES! ¡NO ME DEJES POR FAVOR!

 Se despertó aún aturdida y se dio cuenta estaba en su cama, intento aclarar su mente e inmediatamente se levanto a la velocidad del rayo para revisar si Scales estaba bien, el pequeño dragón dormía plácidamente en la parte inferior de la cama, todo había sido una pesadilla, fue a buscar su cantimplora y bebió un poco para recuperar el aliento y calmarse, respiró profundo y se dijo a si misma.

 -No pasa nada es solo una simple pesadilla, las pesadillas son solo sueños... ¿Verdad?

Muy  pronto como para su gusto su estomago empezó a rugir y con esto recordó que lo único que le quedaba en el saco de monedas era lo suficiente para unas cuantas manzanas.

- Vaya... lo único real de esa pesadilla ha sido el hambre, pero no me puedo quedar de manos cruzadas- Pensó

Abrió una caja donde guardaba la ropa de mujer que la mayoría de las veces la encontraba en la basura y eligió un corsé que ella misma había hecho con una camisa y un cinturón de cuero, ademas nunca olvidaba ponerse un cinturón en el cuál tenía una daga y un pequeño escudo de madera, eligió unos pantalones de cuero y se calzo sus botas dispuesta a hacer lo que podía para poder encontrar algo para desayunar, ademas tenia que pensar en el dragón, en las zonas de afuera de la Gran capital estaban las granjas que se suponía que tenían gallinas pero estaba demasiado lejos como para poder regresar antes de caer la tarde, antes de salir cerró las puerta y ventanas de su casa con tablas para evitar que el pequeño dragón se fuera a escapar y con las pocas monedas que tenía se fue hacia el mercado, compro las manzanas que le permitían su corta cantidad de dinero y mientras caminaba sin rumbo pensaba.

- Scales es un dragón... Los dragones comen carne... La carne la tienen los carniceros pero simplemente el hecho de pensar en eso es una tontería, nunca podría robarme la carne enfrente de sus ojos y salir de ahí como si el cobrador me persiguiera, ademas... los dragones también comen pescado ¿no? Entonces podría preguntar en la calle de los vendedores de pescado, casi siempre los mendigos van a pedir comida por ahí...

Antes de notarlo termino tropezando con una piedra en medio del camino y cayó al piso con la pequeña cesta llena de manzanas que terminaron desparramadas en el suelo, algunas personas se acercaron a ayudarla y en un momento ya estaban todas las manzanas de vuelta a su canasta, después de recuperarse de la caída y terminar de pensar todo las opciones que tenía no le quedó mas que resignarse y hacer lo que ella menos quería, terminó por pensar acerca de trabajar para los pescadores o los carniceros, no era una mala idea pero la idea de trabajar bajo las normas de alguien mas simplemente no le agradaba.

Tomó aire y se encamino hacia la zona de pescadores en el mercado, pidió a varios que la aceptaran pero el mas amistoso le respondió que ya tenia bastantes trabajadores que ya no podía con mas, decepcionada tomó rumbo hacia otra zona donde varios carniceros trabajaban también, algunos la echaron inmediatamente vieron su aspecto los otros simplemente la ignoraban, encontró al menos tres carniceros que aceptaron que fuese trabajadora pero tenía que dejar a Scales demasiado tiempo solo, el único que acepto y de mala gana fue uno el cuál por su fuerza bruta tuvo fama y termino siendo llamado "El gigante" todo el mundo conocía su mal humor pero también su buen corazón. Sintel estaba agradecida eso al menos la lograba sacar de un buen aprieto y tambien de cuando en cuando podría llevarse un pequeño trozo de carne el trabajo valía la pena mientras Scales y ella pudiesen estar bien. Volvió a su hogar con un trozo de carne junto con las manzanas para llenar el rugiente estomago de la pequeña bestia y se preparó para la jornada de trabajo que le esperaba, eso al menos le daba un brillo de esperanza a su vida y a la de su querido dragón.

SintelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora