¿Quién eres?

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Sintel miró a Gigante, En su cara se notaba que estaba totalmente confuso. Ella sabia perfectamente que estaba en un callejón sin salida.

Sintel seguía bombardeándose la cabeza con preguntas, pero algo la paró, recordó en ese momento las palabras de Gigante: " La orden venía de alguien bastante grande". Inmediatamente su respiración se detuvo y empezó a sospechar 

-Podría ser la guardia del rey, podría ser de los espías del castillo, el cobrador... ¡O incluso el mismísimo rey!- Ese ultimo pensamiento la aterrorizo, no sabía a que poder sostenerse. El rey y la guardia podrían buscarla en cualquier momento y ella lo sabría al poco tiempo, pero incluso el rey podía quitarse un estorbo con un asesino sin escrúpulos como aquel. El cobrador de impuestos no lo harían falta razones para acabar llamando a un asesino, pero un hombre con tan pocas luces para atrapar a una ladrona y que cayera en cualquier trampa que se le pusiera delante no parecía un candidato a elegir en la lista de la aristocracia.

El asesino interrumpió sus pensamientos con una sonora carcajada que junto con el eco de la sala parecía que fuese la de un demonio, eso junto con los pensamientos que la atormentaban la hizo dar unos pasos hacia atrás. Gigante mientras tanto supo de inmediato que algo no encajaba desde el intento de asesinato de Sintel. Su silencio, también que el hombre encapuchado la hubiese querido a ella y solo a ella, adicionalmente de decir que le robaba a su cliente, hacia que todo se le aclarase: Ella era una ladrona, y no cualquier ladrona.

Gigante se empezó a llenar de lleno de rabia

-Vaya, vaya... El pequeño cordero es un lobo feroz. !Así que necesitaba mi trabajo para esconderse de sus fechorías sin ser descubierta¡ !Me tomó como a un idiota¡ Y si este hombre no hubiese vuelto a aparecer, seguiría siéndolo.

Sintel no era ningún tipo de valiente dama que se defendió de un temible hombre con capucha como si fuese un cuento de hadas, Gigante le haría hablar quien es era persona de la que el asesino hablaba y se lo sacaría a la fuerza si era necesario. La tomo por la camisa y empezó a zarandearla como si de un cuerpo inanimado se tratara mientras le gritaba quien era la persona a quien había robado, varios hombres salieron corriendo para evitar que la situación empeorar y intentaron contener a gigante tomándolo por los brazos haciendo que este soltara a Sintel, lo llevaron a la sala anterior donde estaban todas las personas reunidas y dejaron a solas a Sintel y al encapuchado. La risa por parte del hombre no tardó en salir, lo único que verdaderamente disfrutaba era reírse enfrente de sus victimas y ese momento era mágico para el. Sintel ya no lo aguantaba, su asesino desquiciado la había puesto entre la espada y la pared, le sacaría de la boca quien era la persona que lo había enviado el tiempo se le acababa junto con la paciencia.

- Pareces preocupada, tienes la habilidad de escabullirte como un zorro entre cada callejón de esta ciudad pero ahora... no tienes escapatoria, el destino es cruel hay veces- dijo el asesino con una sonrisa torcida.

- ¡¿Quién es tu cliente?! Ya me tienes enfrente tuyo, tienes lo que querías ¡Habla ahora!- gritó Sintel

- ¿Y si no hablo... que me harás? ¿Intentaras matarme como hiciste hace poco? Parece que tu amigo tiene algo que pagar a mi cliente... Quizás eso te ayude un poco o también puede terminar de hundirte. Ja! Me mueeero de ganas de saberlo.

- ¿Una deuda? Imposible. El orgullo de Gigante nunca le habría dejado pedir dinero... Pero ¿Y si fuese cierto?- Se preguntó Sintel

- Parece que tienes una fuerte conexión con tu hombre ¿Me equivoco?- dijo Sintel

- Puede ser... Un hombre que ve a las personas como peones cuando esta sumergido en sus pensamientos, débil y manipulador.

- ¿Te ha enviado antes a matar a alguien?- pregunto Sintel

- Te diría mas querida... Pero mi garganta esta seca y tengo ganas de salir de esta agujero de ratas ¿Serias capaz de traerme un poco de agua o te comerá la vergüenza antes de que cruces esa puerta?- Soltó el hombre con la misma inquebrantable sonrisa dibujada en su rostro.

SintelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora