Tu nombre...

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Con el pequeño dragón lastimado y una boca mas que alimentar Sintel estaba al borde de la desesperación, la bolsa de dinero ahora solo tenia unas pocas monedas, seria lo suficiente para unas cuantas manzanas pero ¿Que haría con el dragón? ¿Como lo alimentaria?. Estos pensamientos atormentaban a Sintel, y ademas su única fuente de dinero eran los sacos que robaba del cobrador y con este fuera de juego por la amenaza de muerte del rey, ya no podría seguir robando si no quería que ella terminara siendo buscada en toda la capital para terminar montada en la colección de cabezas del rey.

 Sintel intentó aclarar su mente podía pensar en eso en otro momento, la vida de la pequeña criatura pendía de un hilo, busco entre los trapos que tenia amontonados en una parte del pequeño sitio al que llamaba hogar y buscó el que estuviese mas limpio tomo un cuenco lo lleno de agua  y dejo el pañuelo  dentro remojándose, después se dispuso a poner el cicatrizante que le dio el boticario en la herida. En reacción al dolor el pequeño dragón se despertó e hizo un chillido de dolor, mientras tanto Sintel intento calmar al adolorido bebe dragón, minutos mas tarde tomo aguja e hilo y de la manera mas suave posible suturo la herida esta vez resultando con una mordida de dragón en la mano, no era nada grave, era solo una mordida de advertencia para que no siguiera, sin embargo esto no la detuvo y entre oír los agónicos chillidos de dolor de la pequeña bestia, esquivar verdaderas mordidas y rasguños terminó de suturar la herida. Después tomó el pañuelo que dejo remojando y preparada otra vez para los chillidos lastimeros del invitado sorpresa y limpio el corte.

- Ya casi estamos estamos listos. Dijo Sintel

En respuesta recibió una pequeña cara de ternura como si fuera de madre a hijo, Sintel sonrió suavemente y abrazo al pequeño con cariño. La felicidad duraría poco la gente cercana que oyó los chillidos lastimeros del malherido dragón, se acerco con una mezcla de miedo y curiosidad

- ¿Que suena así?

-- Muchos dicen que por aquí hay espíritus que rondan al caer la noche

- Yo digo que deben ser ratas

--- ¡Idiota las ratas ni siquiera hacen ese ruido!

- Aunque me parece mas veraz lo que dice el de los espíritus

--- Da igual no sabemos siquiera de donde viene

--Sigo diciendo que son espíritus 

Sin hallar respuesta a sus preguntas los pueblerino intentaron revisar el lugar. Sintel aprovecho la conversación para apagar la lampara de aceite que tenia prendida y evitar que la vieran, tenia miedo que al encontrarla la consideraran una bruja o peor que le arrebataran al pequeño dragón e incluso pudiese ser que la entregaran a la guardia real para su ejecución. Para su suerte los pueblerinos se alejaron preguntándose que sería aquel extraño ruido, aún diciendo que eran fantasmas cuando sus voces no eran mas que un murmullo a la distancia Sintel encendió su lampara de aceite.

-Eso estuvo cerca pequeño. Debemos tener mas cuidado pero esta vez no hubo opción de quedarnos en silencio.

Sintel tomó los frascos y los puso a un lado, colocó el cuenco con agua al borde de una armazón de cama construida con bambúes amarrados y dejó que el pequeño dragón observara la pequeña habitación. Mientras tanto recordó algo  -No le he puesto un nombre siquiera ¿Debería tener uno? ¿Y si lo llamo... Fuego Feroz o Garra ardiente... sin embargo es tan pequeño y no sabe escupir fuego aún supongo...  ¡Ya se! Los dragones siempre tienen poderosas escamas que los protegen ¿no? ¡Entonces lo tengo!-. Tomó al pequeño en brazos y dijo en voz alta

- ¡Ya se tu nombre! Te llamaras "Scales" ¡Como en el idioma extranjero!

SintelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora