FINALIZADO.
Breves relatos con un pequeño toque de realismo mágico, cada uno de ellos representa una etapa del autor en sus últimos años. Lo que mi alma dice recoge historias tristes, de amor, de auto reconocimiento y superación. Momentos propios d...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La despedida
No tengo miedo de moverme. Seguir adelante. Seguir existiendo. Seguir respirando. Después de todo es la consigna de vivir, y vaya pero qué vivir! Con frecuencia vivo despidiendo lo vivido y lo que me toca por vivir, prefiero verlo morir. Dicen que no me doy oportunidad. Y es que esta escena se me hace tan peculiar, volver a vivir lo que ya viví. Pero claro, una amalgama de preguntas irreversibles. Yo te pregunto: ¿qué darás a cambio? Esta bien que muchas veces las personas nos hacemos a los golpes, pero no te parece ya, que fuimos magullados fuerte anteriormente? Ya puedo sentir el temblor antes del temblor. Ya he visto muchos horizontes vacíos después de amargas despedidas. ¿Ahora quieres quitarme mi única armadura abollada de recuerdos? Pues bien, dame entonces una buena oportunidad para creer de nuevo en brazos ajenos y no me muestres más paisajes huecos. Aquí estoy, y no quiero despedirme de nuevo. Prefiero fuertes golpes y no palabras mal dichas.
____________________
Mi jardín
Ya me había marchado cuando regresaste a regar mi jardín. Recuerdo que todo estaba nublado y marchito. Lloraban las flores y rumian los árboles. Mis árboles. Mis flores, eran tus flores. Todo había quedado desolado cuando las aguas se secaron. De vez en cuando dejaba la puerta abierta y de vez en cuando volvías a desmantelar lo poco que seguía existiendo. Yo te recibía, como tal flor recibe al colibrí, pero sabía que sólo venias a tomar mi néctar. Tuve que cambiar los colores, cambiar el sabor y cambiar mi ubicación. Sin darte cuenta seguías recurriendo a mí, pero ya no estábamos dentro del jardín. Planté fuera de él, lo que no pertenece a él. Y eso incluía la misma flor-vida que tomabas a tu antojo. Cuando quisiste entrar, no estabamos ahí. Ya no estaba para ti. Cerré fuerte el cerrojo de aquel oxidado candado y me despedí de todo lo que alguna vez sembré. Ya me había marchado cuando intentaste rescatar nuestro jardín, ahora solo queda mi vieja maceta para que puedas volver a plantar, sueños que no son de aquí.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.