Capítulo II

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Los gotas de lluvia golpeaban los cristales de las ventanas que daban al balcón del hotel donde se encontraba descansando. Después de un día arduo de trabajo había recibido las múltiples llamadas del chino con quién sabe qué paranoias suyas. Se sentía cansado de la desgastante actitud de SiCheng en estas últimas semanas, no lo soportaba pero tampoco quería dejarlo ir. Sonaba egoísta, pero él solo quería sentirse seguro al lado de alguien y su ego no podía estar mejor con la dicha de ser querido e importante para SiCheng como para Bomi, bueno... sí era egoísta.

—Buenos días amor— los labios de la pálida joven besaron su torso desnudo haciéndole erizar la piel, desde hace mucho tiempo que no sentía eso al lado de SiCheng.

—Buenos días BoMi— acarició el fino cabello negro que caía rebelde hasta los senos desnudos de la mujer— ¿ya pediste el desayuno?, — somnoliento aún buscó a ciegas su celular,— puedes desayunar sola. Debo irme.— sonó preocupado al darse cuenta de la hora y la cantidad de llamadas no contestadas por un número extraño y uno que otro mensaje de un desconocido; las ignoró. Debía irse al trabajo, ya después hablaría con SiCheng; claro, si es que lo volvía a ver.

—¿Por qué eres así YuTa?— la voz rota de la mujer reclamándole le hizo quedarse sentado aún en el blanco colchón. Cansado la observó, se veía más bonita con maquillaje pero eso no quitaba los atributos de esta— Me usas y deshechas como si fuera una cosa, y- el japonés rodó los ojos— lo ves, ni siquiera quieres oírme.

Cansado se levantó de la cama siendo tomado del brazo en el acto por la pelinegra,—No empieces BoMi— rechazó el tacto de la mujer y se inclinó sobre ella, debería aclarar las cosas— sabes que esto es sexo casual, nada más. No intentes atarme porque te dejaré.— quitó con delicadeza la mano de la joven y en un gesto de gentileza le dió un pequeño besito en el dorso de esta, — gracias por todo.— entonces recogió su ropa del piso y se encerró en el baño hasta estar preparado.

Nakamoto YuTa siempre fue así con las mujeres, pero siempre había alguna ilusa que trataba de ablandar su corazón sin éxito. Él no era amable, y quizás la única persona que lo volvió así fuera un chico, pero nadie sabe si ese chico lo iba a seguir perdonando o complaciendo.

Es que uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y esa era el escenario que YuTa siempre se negaba a pensar o imaginar; se sentía muy seguro de su vida sexual y amorosa. Pero las personas cambian y otras desaparecen, así como... SiCheng, por ejemplo.

~•~

Los minutos eran valiosos en esa delicada situación, si demoraban más de lo debido en llegar a emergencia lo más probable sería que la vida de SiCheng acabara en un abrir y cerrar de ojos. Los doctores y enfermeros corrían de un lado a otro hasta perderse en los pasillos blancos del hospital frente a la mirada brillante por las lágrimas de un tierno moreno.

— Por favor no te lo lleves Dios— rogó, como hacía mucho tiempo que no rezaba pero debido a la presión de la situación que amenazaba con volverlo loco, rezó en medio de los pasillos. Porque el ser humano necesita creer, tener algo en qué sostenerse, es una necesidad de sentirse protegido.

— Usted no puede pasar, lo mantendremos informado— fue detenido por las manos de la enfermera antes de cerrarse las puertas.

Tenía miedo, mucho miedo.

Dentro de la sala de emergencia de hospital se encontraban el enfermero tomando los signos vitales del paciente y terminado esto preparando los instrumentos que se usarían en el chino, mientras el médico analizaba la situación.

— Doctor Qian, tenemos a Dong SiCheng, de veinte años de edad, nacionalidad china, el motivo de ingreso es intoxicación por medicación y posible intento de suicidio.— La situación ameritaba que se realizara un lavado gástrico y administrar el antídoto lo más rápido posible.

Al intoducirse el tubo gástrico desde la boca hasta el interior no pasaron más de cinco minutos cuando salieron rápidamente las causantes de la sobredosis, la máquina de aspiración extraía una, dos, tres e incluso quince pastillas del estómago del chino, mientras en el acto era pasado por vía intravenosa el antídoto con cuidado y precisión, y en ningún momento dejaron de revisar la respiración del chino. Fue necesario colocar un equipo de apoyo ventilatorio y monitores para asegurar la estabilidad de los signos vitales de SiCheng.

En menos de una hora el estómago de SiCheng estaba completamente vacío y los primeros estímulos a la luz en sus pupilas fueron reactivos, entonces un suspiro de aliento brotó de los pálidos labios de un chico roto e inocente que se aferraba a la vida una vez más.

— ¡Reacciona!... ¿me escuchas SiCheng?— El doctor Qian, mejor conocido como Kun, al intentar acercarse para hacerse oír por su paciente, fue testigo de la miraba llena angustia y miedo que este le dirigía.— Es muy bonito— pensó.

No era correcto, pero una especie de hechizo invadió sus sentidos, y se dejó llevar por la belleza ante sus grandes ojos negros.

— ¿Hey Niño, me escuchas?...— se perdió en la mirada ajena y puede que su corazón latiera más fuerte de lo habitual.

La vida da impredecibles y asombrosos giros. SiCheng sería testigo de ello.

~•~

El hijo menor de los Nakamoto conducía su Audi último modelo cuando en un intento de ignorar las constantes llamadas de SiCheng, terminó poniendo en altavoz. Se maldijo mentalmente por su descuido, pero cuando iba a inventar alguna excusa a su querido novio, fue interrumpido por la voz de un extraño.

—¡Idiota! ¿Por qué demonios no contestas las llamadas? SiCheng está internado en un hospital— la impresión hizo que detuviera la marcha del auto, su corazón latió con fuerza y un temblor en sus manos.

—¿Quién eres? ¿Qué haces con el celular de WinWin?

—Eso no importa ahora. Tu novio trató de suicidarse idiota.— no podía creerlo. La culpa lo invadió y no le importaba los improperios que le dijo otro conductor por detenerse en medio de la autopista

— Está en el hospital central de Seúl.— y entonces la otra persona colgó.

No puede ser, no lo creía. Su corazón palpitaba con fuerza. Ese sujeto debe estar mintiendo, SiCheng no sería capaz de dejarlo, él lo amaba ¿verdad?... Los recuerdos de la tarde en que recibió la llamada del chino hicieron aparición, todo el asunto de sentirse triste durante muchos días tenía un por qué, no eran solo caprichos de niño.

SiCheng había estado cargando con algo más grave que una enfermedad física, quizás sería el peso de su alma rota que todos los días lo consumía.

— Pero el estaba bien— golpeó el timón con fuerza, — Me dijo que ya lo había superado... No No No, ¡¡¡SiCheng!!! ¿Que hiciste amor mío?— y es que le mismo no se entendía. Pensó que dándole los lujos y la medicación iba a conseguir que SiCheng se curara, pero ignoraba que la depresión del menor no era algo fácil de quitar como una gripe.

Lo que tenía SiCheng eran los recuerdos dolorosos de su vida pasada, la memoria sería algo difícil de borrar. Entonces se sintió la peor mierda en el mundo.

Continuará...

Only ONE (YuWin) TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora