Capítulo X

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No creía que la vida de aquellos ojos pequeños dejaron de brillar; la boca que antes susurraba frases bonitas llenas de amor y deseo solo quedaban sobre cada labial rosado una palidez mortífera; la piel blanquecina que alguna vez besó y deslizó sus dedos dibujando figuras irregulares bajo sábanas manchadas de pasión, ahora tenían cicatrices delatoras del sufrimiento y culpa que carcomieron su cabeza desde que perdió a su hermano menor... Renjun.

Las delicadas formas de su cuerpo envuelto en sábanas blancas, el ritmo acompasado de su respiración y el rastro de lágrimas en aquellas mejillas, toda esa imagen, lo estaban lapidando. Yuta quería a su pequeño de vuelta, quería a un Sicheng sonriente, lo quería feliz pero por qué eso ahora estaba siendo casi imposible de conseguir. No había día en que no escuchase el pequeño quejido ahogado en algún rincón de la casa. Estaba volviéndose loco y su corazón dolía, cada vez punzada más fuerte hasta hacerle derramar algunas pequeñas lágrimas.

Ambos estaban enfermándose.

Por lo menos ahora su pareja yacía dormido en su cama, lo tenía consigo y eso le brindaba calma para enfrentar lo siguiente.

Estaba dispuesto a echar su orgullo al tacho de basura solo para verlo mejorar, estaba dispuesto a dejar ir a todas y todos sus amores de una sola noche solo para volver a ser mirado con amor. Odiaba el recuerdo de un Sicheng mirarlo con repugnancia cuando encontró la camisa manchada de un color rojo del labial de Bomi, pero qué podía hacer, ¿decirle que no? Era un hombre después de todo, y tenía necesidades.

Estaba dispuesto a cambiar, dejaría de practicar los consejos de su padre autoritario y se pondría a trabajar en rescatar su relación.

Con paso firme dejó la alcoba que compartía con el chino, tomó un último respiro y se dirigió a través del pasillo hasta las escaleras para bajar a escuchar lo que el policía tenía que decir al respecto de Renjun. En el camino sintió varias veces vibrar su celular, revisó con velocidad descubriendo el nombre de su amante: Bomi, rodó los ojos y terminó por bloquear el número. Resultó más fácil de lo que alguna vez se planteó imposible de realizar.

Mierda... Por Sicheng estaba dejando de hacer y querer muchas cosas. En especial con respecto a sus amores, estaba dejando ir a una de las más exquisitas damicelas ofrecidas que tenía a disposición, sólo por un poco de amor. Porque vamos, es amor lo que siente por él ¿verdad? Si dejaba todo por su aprobación y bienestar, era amor entonces ¿verdad?

Terminó de bajar cada escalón hasta la planta inferior, sin contratiempos apagó su celular y tomó asiento en uno de los sillones de la sala. Por la cantidad de papeles sobre la mesa de centro sabía que el asunto del hermano perdido era más complicado de lo que parecía; la mueca de su rostro denotaba hastío, tanto fue su malestar que aflojó con rudeza el nudo de la corbata negra que rodeaba su cuello.

—Buenas noches, sea directo comisario.

El joven Nakamoto sólo se limitaba a asentir durante todo el proceso, sus labios solo se movían si es que debía formular alguna pregunta sobre asuntos legales y dió por finalizado su debate mental cuando el resto de la policía vino a buscarlo hasta su casa.

Temía por la seguridad de Sicheng, ya cargaba desde hace más de un año con la depresión de su pareja y ahora, tenía a cuestas suya la integridad de un menor de edad. Siendo él, un hijo mimado que tenía todo al chasquear los dedos, se le vino el mundo encima cuando descubrió las verdaderas razones detrás de cada detalle en la fisonomía ajena. Todo tenía sentido.

De forma silenciosa comenzó a movilizar a sus detectives sobre territorio chino, luego se dispuso a investigar en Japón y por último Corea; pensando y dando por hecho que si aquel muchacho escuálido de mortífero color blanco aún seguía con vida, no presisamente se habría quedado en el mismo lugar donde se perdió. Es más... el jamas creyó que el caso de Renjun fuera un simple descuido, eso era un afán de alguien malvado en busca de la locura de su pareja... lo cual estaba logrando.

Only ONE (YuWin) TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora