Los Caminos de Eredolph

Gleen (2)

Estaban todos en la sala del consejo donde discutían los principales problemas del país, aunque ese día solo se podía discutir sobre dos cosas.

-Ahora que Harry Nooy ha muerto habrá que decidir quien será mi próxima mano derecha, yo no voy a escoger a nadie a dedo, os lo tendréis que ganar, tenéis un mes donde vais a poder hacer las peticiones, leyes y declaraciones que queráis. Si lo que queréis hacer afecta al país o a mí yo decidiré si se llevara a cabo. Cuando acabe este plazo de tiempo haré dos votaciones, una del pueblo y otra solamente mía, compararemos y elegiremos cual será mi consejero. ¿Alguna objeción?

Los presentes en la mesa incluyendo a Gleen se miraron entre ellos y luego miraron a Joseph, ninguno dijo nada por lo que quedo demostrado que nadie le parecía una mala idea. Gleen se fijo en Walter y notó que tenía una sonrisa perversa casi indetectable a primera vista.

-¿Cuando empieza el plazo?- Dijo Fel, el diplomático del reino.

-Ahora mismo. Yo me tengo que retirar a leer unas cartas, ¿hay algo más de lo que hablar?

El sacerdote de esa semana levantó la mano, buscando la aprobación del rey para hablar, ha diferencia del obispo del día anterior este era joven y esbelto, pero eso no le quitaba que fuera menos devoto que el otro. Vestía con la túnica blanca con bordados rojos, tenia unos ojos verdes risueños que llamaban mucho la atención, su pelo era marrón todas sus demás facciones eran simples. El rey le señaló con la mano para que dijera lo que tuviera que decir.

-¿Ha regresado ya Blau? Es que el clero no se a enterado de ninguna noticia de su regreso y tampoco nadie lo ha visto.

"Blau... hace mucho que no veo a ese tío, la verdad es que su ausencia se nota."

-No.- Respondió el monarca. Al ver que nadie más se tenia nada que decir se dio la vuelta y se marchó.

Entonces empezó el murmullo, unos hablaban de lo que iban a hacer a partir de ese momento para tener opciones a ser la mano, otros hablaban de lo de Blau y otra pequeña parte estaba callada, entre esta parte estaban Gleen, Lucas, Walter, Nil y Carles. Gleen no quería presentarse a ser candidato pero tampoco creía que nadie de los presentes valiera para el titulo, "Mejor yo que ninguno de estos".

-¿Que le pasó a Blau?- le preguntó el joven sacerdote.- Nadie en la iglesia me lo ha querido decir, solo me han mandado a que lo pregunte y ya esta.

-Si nadie te lo dice será porque es mejor que no lo sepas, chico.- El enojo del clérigo se hizo presente en su rostro, pero no le replico.

-Solo espero que los dioses no se lo hayan llevado aún y que este bien allá donde este. Era el único a parte de Harry Nooy que mostraba un gran respeto ante nosotros. Bueno... me tengo que ir, mi trabajo ya ha sido cumplido y no quiero molestar más.- Dijo al tiempo que se levantaba de su silla.

Gleen se retiro también, camino a sus aposentos, a las afueras del castillo, llegó a lo que era su casa, allí se esperaba encontrar a su mujer, pero la encontró dormida, así que se estiro a su lado y empezó a darle vueltas a la cabeza.

"Si empiezo ha hacer cosas puedo llegar a ser yo la mano fácilmente, pero no quiero mas responsabilidades, quiero poder vivir la vida día a día lejos del papeleo y de las decisiones. Pero tampoco he de dejar que ninguno de esos incompetentes se ponga casi al mando y menos ese parásito de Walter, se que puedo tener una capa por fuera de bueno, pero no lo es, seguro que no"

Se pasó la tarde pensando en esto y sin darse cuenta se quedó dormido, en sus sueños vio a Blau, estaba en un bosque, pero no parecía asustado ni guardia mas bien iba calmado, como era casi todas las veces, pero al poco rato se desvaneció como la oscuridad al encenderse un fuego. En el mismo sueño vio a Walter y a Joseph, que estaban con él en un páramo y de repente surgía una montaña que empezó a soltar lava. El sueño acabó cuando la lava lo engulló, que se levantó sobresaltado. A su lado seguía su mujer Sheila durmiendo haciendo caso omiso a los sueños de Gleen. "Ha sido un sueño, cálmate. ¿Pero que hacía Blau en él, al igual que Walter y Joseph... Y aquel volcán?" Todo le parecía muy confuso.