La curiosidad de Bradley lo llevará a atravesar las peores situaciones en las que un chico de dieciséis años puede estar. Ponte cómodo y no confíes en nadie, es así cómo son las personas en realidad.
-Reservados todos los derechos.
Prohibido el p...
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(Pasé un tiempo escuchando canciones que hicieran juego con la historia, y esa es de las mas perfectas que pude escuchar. ME ENCANTA, me hace sentir que seré joven por siempre XD) <3
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El viernes a las 6:30 p.m. estaba listo para salir al Chili-Dog con Adam, Carla y Melanie. Sería algo incómodo, pero iría por ayudar a Carla a hacer que ambos volviesen a ser amigos. Ya había quedado en ir a su casa, para luego irnos al parque Green Wood juntos. Caminé hasta la puerta de la entrada para marcharme y mamá estaba sentada en el sofá con su celular.
—¿A dónde crees que vas Bradley?
Me detuve en medio de la sala.
—Iré al Chili-Dog con Carla y otra amiga.
—¿No irás a hacer otro grafiti con Carla? —me preguntó en un tono burlón —. No vas a salir a ningún lado, Bradley.
Claro, ya se me había hecho demasiado raro que mamá no me hubiese puesto algún tipo de castigo tonto.
—Pero están esperándome, no puedo dejarlas plantadas.
—Es una lástima —se levantó del sofá —, porque tampoco querrás dejar plantada a la señora Scott.
La quedé mirando confundido.
—La señora Scott vendrá a cuidarte esta noche —explicó —. O, más bien a asegurarse de que no salgas a ningún lado mientras estoy afuera.
La señora Scott me había cuidado un par de veces cuando tenía once años y era agradable, pero ahora tengo dieciséis, no necesitaba que me cuidara.
—¡Mamá, tengo dieciséis años, —reclamé —. no necesito una niñera!
Sonó el timbre y ambos miramos hacia la puerta.
—Y yo tengo cuarenta y uno —decía, mientras se dirigía a abrir la puerta —, soy tu madre y digo que sí la necesitas.
Abrió la puerta y estaba la señora Scott parada sobre la alfombra de bienvenida, vestida con una bata y pantuflas de color rosa.
—Hola señora Scott —dijo mamá —. Ya se me está haciendo tarde. Vigile bien a Bradley, el pollo está sobre la mesa, sólo debe cortar algunos vegetales y meterlo al horno.
—No te preocupes, linda —le dijo, mientras daba un par de pasos hacia adentro de la casa.
—De acuerdo, volveré después de las 10:00 p.m. —cerró lentamente la puerta —. Y, Bradley, pórtate bien, por lo que más quieras...
—Sí, adiós —rodé los ojos.
Mamá le entregó la llave de la casa a la señora Scott y ella la metió en el bolsillo de su bata. En cuanto se marchó, la señora Scott se tiró sobre el sofá, quitándose las pantuflas y se puso cómoda.