Me acerqué a mi hermana y charlamos de las cosas que habíamos vivido juntos, notando que el tiempo se pasaba rápido junto a ella, todos empezaron a irse y yo estaba muy aburrido de la música, sólo quería dormir, me despedí de mi hermana y me fui a mi habitación, dándole un último vistazo a mis maletas, donde ya tenía todo empacado ya que mañana temprano me iría; me acosté y no tardé nada en quedarme completamente dormido.
Al día siguiente a las 9 de la mañana me desperté con los gritos de mi hermana que estaba muy entusiasmada con mi viaje, ya que decía que por fin sería un adulto y le dejaría mi habitación a ella, por lo que siempre la miraba de reojo negando con mi cabeza, viendo que ella no paraba de reír.
Comencé a subir mis maletas y algunas otras de mis pertenencias al auto, todo se encontraba listo, sólo faltaba despedirme de todos.
—Abuelo, abuela, los extrañaré —dije dándoles un abrazo—. Nos vemos pronto.
—Te extrañaremos hijo —mencionaron al unísono.
—Nos vemos hermanita, te cuidas —sonreí dándole también un gran abrazo, y me dirigí al auto.
Mientras conducía no podía parar de pensar en todas las personas que habría en la universidad, alguien siempre quedaba perdido o moría por algún uso de droga o alcohol en exceso, lugar perfecto para tener algunas víctimas más. Después de algunas horas conduciendo por fin llegué a la universidad, era enorme.
Estacioné mi auto en uno de los aparcamientos de la entrada y me dirigí a la puerta de las oficinas, cuando iba llegando una chica tropezó conmigo.
—Lo siento, iba distraída —se disculpó recogiendo los libros que se habían esparcido por el piso.
Entonces me agaché para ayudarle y la miré nuevamente, era muy guapa, de cabellos rojos, ojos grises y con pecas en su rostro.
—Descuida —añadí con una sonrisa de lado, sin saber porque la hice.
Ella se puso de pie y devolviéndome la sonrisa se giró e hizo una seña de saludo con su mano y cuando ya había caminado unos metros, me gritó.
—¡Hey!, ¿Cómo te llamas?
—¡Soy Luke! ¿Y tú?
—Hanna, ¡Nos vemos!
Una vez que la perdí de vista, entré a la oficina, donde me dieron mis horarios, algunos libros y la llave de mi dormitorio; comencé a subir todas las cosas que tenía en mi auto a mi habitación. Al llegar a ella, había un chico allí, al parecer sería mi compañero, que mal, quería estar solo.
—Hola, ¿Serás mi compañero? —preguntó amablemente.
—Supongo —respondí tratando de hacer una sonrisa.
—Soy Pablo y me gusta la compañía, nunca me ha gustado estar solo.
—Soy Luke y me gusta asesinar personas —dije sin ninguna emoción en mi voz.
Rápido vi que él se quedó muy serio y dijo.
—¿Estás bromeando?, ¿Verdad?
—Claro que estoy bromeando —sonreí mirándolo de reojo.
Puse mis cosas sobre una de las camas y salí a tomar un poco de aire, fuera estaba totalmente lleno de chicos nuevos, riendo y disfrutando de esta nueva vida, el campus quedaba cerca de un parque enorme, con muchas árboles gigantescos, allí me quedé dándole vuelta a todo, hasta que se hizo de noche.
Me puse la capucha y metí mi mano en el bolsillo de mi suéter, comenzando a pasar la yema de mis dedos por el filo de mi navaja, sentía la necesidad de ver sangre.
Caminé por la oscuridad y comencé a visualizar a cada estudiante que pasaba a mi lado, vi a un chico que caminaba entre los árboles hablando por teléfono, así que caminé hacia él, notando que cortaba la llamada y al pasar a su lado lo empujé con mi hombro.
—¡Oye ten más cuidado cuando caminas! —me gritó enojado.
Yo sólo me quedé en silencio y me giré para verlo a la cara, le hice una sonrisa de lado y seguí sintiendo el filo de mi navaja con mis dedos.
—¿Qué no escuchaste, idiota? —replicó acercándose a mí, empujándome—. Estúpido nuevo.
Entonces se dio la vuelta para seguir con su camino y sin pensarlo le lance la navaja, viendo cómo se incrustaba en su espalda. Trató de gritar y de quitársela, pero rápido le di una patada y cayó al suelo, se le saqué y se la volví a incrustar una y otra vez en su cuello, notando que volví a dejar la marca en forma de cruz en cada puñalada, viendo como la sangre rápidamente hizo presencia.
Salí hacia mi dormitorio lo más rápido posible dejando el cuerpo allí. Pasados unos quince minutos, notó que en la entrada del edificio había muchos chicos hablando muy fuerte con expresiones de miedo, me acerqué al grupo y escuché que uno de ellos estaba muy traumado hablando.
—¿Estás bien? —pregunté fingiendo preocupación.
—Mi amigo está muerto, lo acabo de encontrar entre esos árboles —lamentó señalando hacia donde había dejado el cuerpo—. Por favor, alguien llame a urgencias.
Me quedé callado y observé como todos trataban de comunicarse con la policía, entonces vi a Hanna, la chica que había saludado al llegar, estaba parada a un lado, abrazando con sus brazos su cuerpo, seguí observándola hasta que ella elevó su vista y me miró, encontrando mi mirada fija en ella, me hizo una sonrisa y caminó hacia mí.
—Hola Luke, ¿Sabes qué pasó?
—No estoy seguro, creo que mataron a un chico.
—Santo Dios —añadió cubriendo su boca con sus manos, abriendo el doble sus ojos—. ¿Cómo pasó?
—No lo sé.
—Iré a ver dónde está —anunció ella, caminando hacia los árboles.
—¿Estás segura de querer ver? —le pregunté tomándola del brazo... sin entender porque le dije eso y porque la estaba tocando.
—¿Tu ya fuiste? —me dijo mirando mi mano que todavía seguía encerrando su brazo.
—No, no fui y la verdad no me interesa.
—Bien, si tu no quieres no vayas, yo si quiero mirar —mencionó tratando de sacar su brazo de mi mano.
—Perdón —le dije soltándola.
Vi que se alejó y sin pensarlo caminé detrás de ella, llegamos y había muchos chicos alrededor del cuerpo, entonces ella buscaba un lugar para poder ver, pasó como pudo, pidiendo permiso de forma muy dulce, viendo que todos se giraban y la miraban dándole el paso.
En cambio, yo la seguí moviéndome a los empujones, ella me miraba sonriendo y de golpe alguien la empujó haciendo que su cuerpo se vaya de espaldas con fuerza hacia el suelo, alcanzando a tomar su cintura para que no se cayera quedando por la fuerza ejercida su pecho pegado al mío y su rostro a centímetros del mío.
—Me tengo que ir —añadí soltándola, alejándome rápido de ella.
—¿Qué diablos fue eso? —pensé encerrándome en mi habitación.
Me puse de pie de la cama, me acerqué a la ventana, miré por ella cualquier objeto que lograra moverse, sin dejar de pensar en Hanna.
—¡Tengo que asesinarla!
ESTÁS LEYENDO
Oscuridad En Mi Mente
HorrorMi mente es un laberinto y aunque tome diferentes direcciones, siempre llego a un mismo lugar, al mismo sentimiento; Al deseo infrenable de matar, de hacer sufrir, no hay nada que pueda cambiar esto que siento, nada me hace más feliz que pensar en e...