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Capítulo II. Verdad al descubierto.

El escenario se había congelado. Sarada miraba aún detrás del matorral como ambos adultos se encontraban petrificados frente al chico rubio. Boruto mostraba una cara de confusión total que, de a poco, se iba cubriendo de ira. Entonces, como si hubiese recibido un puñetazo en el estómago, el color y la expresión en la cara de Naruto cambiaron a una azul y llena de pánico. El brazo de Sasuke seguía alrededor de la cintura del rubio, en la posición que había usado para acercar al contrario.

Naruto abría la boca en un inútil intento de emitir sonido alguno.

-B…Bo...Bo… Boru…

-¿Qué acabas de hacer?- Boruto detuvo las palabras de su padre con una voz temblorosa, los puños apretados y la mirada cubierta por su flequillo- ¿Qué se supone que acabas de hacer? ¿No se supone que ibas a ver al abuelo?  ¡¿En qué demonios pensabas?!

Como respuesta a las incógnitas, un inmenso silencio se hizo presente. Frustrado ante la actitud, según él, de su padre, Boruto chasqueó la lengua y giró su cabeza para esquivar cualquier mirada. Por su parte, Naruto se deshacía del abrazo en el que aún se encontraba cautivo para acercarse a su hijo.

-Bo… Boruto,... yo…- los intentos de palabras del rubio mayor fueron detenidos por el grito del menor.

-¡No te acerques!

La escena volvió a quedar congelada. Boruto quería respuestas, pero no deseaba armar una escena en ese lugar. Por su parte, Naruto sólo buscaba cómo explicar lo que su hijo acababa de ver.

Ante la falta de acciones, Boruto se retiró del lugar hecho una furia. Detrás de él, un Naruto destrozado empezaba a soltar lágrimas a pesar de aún estar en shock.

-Naruto…- el azabache se acercó a paso lento hasta el cuerpo del rubio, tomando su mejilla y acariciándola con los dedos- Tranquilo, no le des importancia a algo como esto.

La acción terminó de romper la estabilidad del hokage. Con la rabia recorriendo todo su cuerpo y las lágrimas recorriendo sus mejillas, el blondo se separó de golpe del cuerpo contrario y soltó una bofetada al azabache.

-¡¿Que no de le importancia?!- su voz era desgarradora- ¡Mi hijo acaba de ver a su padre besar a otro hombre ¿y esperas que esté tranquilo?!

La mejilla del Uchiha estaba roja por el impacto, y su mirada perdida en un punto inexistente. El rubio no podía contener sus lágrimas y terminó corriendo lejos del lugar. Pero, contrario a lo que se podría pensar, el azabache no lo siguió. Después de unos minutos se decidió a hablar.

-Sal de una vez.

Sarada, quien hasta el momento se encontraba escondida detrás de un matorral, se sobresaltó al verse descubierta. Sin muchas opciones, salió lentamente de su escondite. El mayor se encontraba de espaldas a ella, y no se le veía intención de voltear y encarar a la niña. Ante la tensión del ambiente, algo que parecía característico del día, el Uchiha empezó a caminar en dirección a la aldea. La menor entendió el mensaje implícito y corrió hasta estar a su lado.

-¿Qué fue lo que viste exactamente?- la voz gruesa de Sasuke terminó con el silencio.

Distraída y confundida, Sarada sólo pudo emitir una exclamación de confusión seguida por ‘nada importante’. Aunque en su cabeza, aún rondaban las imágenes de su padre y su héroe compartiendo un momento íntimo. El mayor, a pesar de saber que su hija le mentía, decidió no reprenderla por ello y regresar al silencio. Tras un par de minutos, y con los nervios apenas ocultos, volvió a interrumpir.

-No le dirás a tu madre.

Esa no era una pregunta y la azabache lo sabía. Se sentía molesta ¿Cómo podía su padre darle semejante orden? Una guerra se llevaba a cabo dentro de su cabeza. No pudo resistir mucho antes de estallar.

-¡¿Por qué?! ¡Mamá tiene todo el derecho a saberlo! ¡Por favor! ¡Le estás engañando y me pides que no hable? ¡No seas un cobarde y enfrenta las consecuencias de tus actos!

No hubo respuesta.

La respiración de Sarada era agitada. Sus ojos cerrados, al igual que sus puños, lagrimeaban. No podía soportar todas las nuevas emociones. Un poco más calmada, y a sabiendas de que su padre se había detenido algunos pasos frente de ella, se decidió a hablar- De acuerdo. No diré nada. Pero quiero saber el por qué.

Sarada mantenía la mirada baja. Con temor a que, al ver el rostro de su padre, el odio empezará a nacer en ella. Se sentía tan sola y confundida, el silencio la destruía de a poco. Si no fuera por la fuerte presencia de chakra que poseía su padre, fácilmente se podría sentir abandonada. Solo un leve murmullo logró que levantara la mirada para encontrarse con la su figura paterna en un estado que jamás pensó verlo: devastado.

-Lo amo- a pesar de que su cara deseaba reflejar seriedad y fortaleza, sus ojos mostraban el dolor que la situación le causaba- Siempre lo he amado. Pero no fui capaz de aceptarlo en su momento y le perdí. Aún si intentaba convencer a mi corazón de que estaría mejor con Sakura yo… sólo no logre extinguir este sentimiento. Es por eso que deseo pelear por él. Por el amor que le tengo.

-¿Aún si eso significa acabar con dos familias?

Ante las palabras, Sasuke tuvo que pensárselo unos minutos antes de responder.

-Mi intención no es lastimar a nadie. Aún así, sé que Naruto aún me ama y que la felicidad que sentía a su lado solo puedo tenerla con él.

El silencio se volvió a hacer presente. Lo que el mayor acababa de hacer no era propio de un Uchiha, y decírselo a la única heredera del clan no era muy apropiado. Pero necesitaba dejar muy en claro sus intenciones, por muy egoístas que fueran, a una de las pocas personas que le importaban de verdad.

-De acuerdo, no diré nada… pero a cambio quiero que pienses en lo que estás haciendo. Que pienses en el daño que le harás a los demás con esto, en lo que piensa el Hokage respecto a esto, y en lo que pierdes.

Sasuke se limitó a asentir.

-Adelantate a casa. Yo llegaré después.

Y antes de recibir respuesta, Sarada se encontraba saltando entre los árboles en busca de un lugar apartado en el que pudiera gritar y llorar sin interrupciones.

Por su lado, Boruto vivía una situación que no pintaba mucho mejor. Había logrado escapar de la persecución de su padre y llegado a su hogar, en donde se encontraba su madre con la pequeña Himawari. Consumido por sus instintos, no le dio importancia a que su pequeña hermana se encontraba en la cocina junto a su madre, preparando alguna tarta para la cena, y sacó toda su furia contenida.

-¡Mamá debes hacer algo! ¡El viejo… no, ¡Naruto… él… te está traicionando!

Las reacciones de parte de las féminas fueron diferentes. Mientra Himawari veía a su hermano como si a este, de pronto, le hubiese crecido una segunda cabeza; Hinata no cabía de la impresión. Para Boruto, el ver a su madre con los ojos exageradamente abiertos, los labios separados sin la sonrisa tranquila que siempre parecía mostrar y el bowl en el que segundos antes batía una especie de crema tumbado en el suelo, era más que suficiente para darse la idea de que tan devastada estaba ante la noticia. Muy por el contrario a lo que pasaba por la cabeza de la única adulta presente.

-¿Cómo…- siendo sincero, Boruto esperaba una negación total- ¿Cómo te has enterado de ello?

Y como si un balde cayera en la cabeza del rubio, la realidad que estaba viviendo lo golpeó por segunda vez en el día.

-Tú lo sabías- susurró. No era una pregunta, y eso lo aterro en demasía- No… eso no puede ser cierto. ¡Tú podrías haber sabido de la relación de papá y Sasuke!

Para recuperar un imposible (Sasunaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora