VII

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Capítulo VII. Rescate.

¿Qué debería decir? Se suponía que sus hijos no sabrían nada acerca de la desaparición de su padre y, sin embargo, ahí estaban los dos, preguntando por algo que nadie sin un nivel de jonin como mínimo debería conocer.

-Mamá- la voz del menor llamó la atención de la peli-azul- ¿en dónde está?

-...

¿Qué debía decir?

-Yo…

Sabía que no podía mentir. Entonces… ¡¿qué debía hacer?!

El contacto de unas pequeñas manos captó su atención, haciéndole dirigir su mirada a su mano que era sostenida por la menor. La sonrisa cálida que le daba su hija la hizo entrar en razón.

-Irán a rescatarlo ¿no es cierto?- su tierna voz se oía quebrada. ¿Cuánto tiempo había resistido el impulso de llorar?

Hinata asintió, agachándose a la altura de su niña para abrazarme. Por encima del hombro de la niña alcanzó a ver la duda en su hijo antes de fijar su mirada llena de determinación en los ojos de su madre.

-¡Entonces también iré yo! ¡Ayudaré en el rescate!- su voz también parecía rota, pero llena de determinación- ¡Iré con ustedes y le traeremos a casa!

-¡No!- el grito sobresaltó a ambos niños- Ambos deben quedarse en casa y ayudar al tío Shikamaru en lo que se pueda.

-¡Pero…

-Boruto…- la desesperación del rubio era casi palpable. Jamás lo admitiría, pero no podía, no, no quería perder a su padre- confía en nosotros.

Hinata acercó a sus dos hijos y los envolvió en un fuerte abrazo. Los pequeños intentaban disimular su llanto, sin poder evitar soltar alguno que otro hipido. La mayor mostró una dulce sonrisa. Amaba a su familia, por eso lucharía para mantenerla unida, aún si Naruto y ella ya no estaban juntos, se esforzaría para que así fuese. Por eso, ahora debía traer al oji-cielo de regreso y mantener tranquilos y a salvo a sus dos pequeños.

Tomó las mejillas de ambos, haciéndoles mirar a sus ojos. Con su sonrisa logró calmar a ambos. Acarició sus cabellos hasta asegurarse de que los sollozos habían parado.

-Deben quedarse y protegerse entre ustedes.- su mirada se alternaba entre uno y otro- Nosotros le traeremos de vuelta, así que no se preocupen más por eso. Ya verán como en un par de días él está de vuelta con nosotros. Así que… ¿se cuidarán entre ustedes?

Ambos asintieron con la cabeza. Con una última sonrisa Hinata beso sus frentes, antes de tomar lo necesario para la misión y salir de nuevo de casa, no sin antes despedirse y asegurar que regresaría.

Tendría que hablar con el Nara acerca de la fuga de información, pero de ello se encargaría a su regreso.
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No podía creer que alguien con tan poco conocimiento en técnicas shinobis había logrado secuestrar al rubio. Ese lugar estaba completamente desprotegido. Había buscado hasta el cansancio alguna señal de que alguien vigilaba la zona, pero cualquier intento había sido en vano. No había señal humana fuera de la caverna oculta tras la pared de agua, y sólo detectaba el chakra que había estado siguiendo.

La situación podría parecer hasta ridícula, pero a Sasuke empezaba a inquietarlo. ¿Por qué tan poca seguridad?, ¿es que acaso confiaba tanto en su propio poder? ¿o ni siquiera era consciente de a quién se había llevado? No, eso era imposible. Entonces ¿por qué no se había molestado siquiera en colocar alguna trampa. Aún más inquietante era el hecho de no sentir el chakra del jinchuriki. ¿Realmente se encontraba ahí?

Sé escucharon varios pasos antes de que el grupo de Konoha hiciera su aparición. Sasuke fue a su encuentro, siendo consciente desde minutos antes de la inminente llegada.

-Han tardado.

-Sí, sí. Lo sentimos. Pero lo hicimos lo más rápido que pudimos después de tu mensaje.- dijo el chico perro en un tono cansado.

-¿Qué les tomó tanto?

Las reacciones fueron casi individuales. Mientras que algunos irradiaban rabia, otros se mostraban apenados, algunos más desconcertados ante la impaciencia de su amigo y a otros los asaltaba una combinación extraña de todo.

-Lo siento Sasuke- la voz de Hinata aligeró el tenso ambiente- me he quedado de más hablando con los niños y he hecho que el resto se retrasará.

El azabache no tuvo más opción que callar. Sabía que la situación en la familia Uzumaki no estaba del todo bien, y algo como.esto no ayudaba en lo más mínimo. Aunque su excusa no era del todo cierta. Era verdad que había sido su culpa y que gran parte del tiempo lo había ocupado en hacer que sus hijos entendieran la situación. Pero había ocupado bastante más tiempo consultando con Shikamaru el escape de información y arreglando un par de cosas para cuando regresarán a Konoha. Después de todo, sabía que una vez pisaran la aldea todo cambiaría.

-Bien, dejemos eso de lado- nuevamente su atención se centró en el azabache- he estado registrando los alrededores, no hay señal del enemigo. La base es subterránea y la entrada está ubicada detrás de la cascada. No tiene ningún tipo de sello o bloqueo. Tampoco hay señales de más de tres personas dentro. Aunque tampoco parece que una de ellas sea Naruto.

Todos los datos habían dejado con un mal sabor de boca al grupo, haciendo que el ambiente se sumiera en un profundo silencio.

- Eso es ridículo- fue el chico perro el que rompió el silencio- aquí hay gato encerrado seguro.

-Aunque Sasuke-kun tiene razón.- habló la oji-perla con el byakugan activado- Sólo puedo detectar tres fuentes de charla lo suficientemente fuertes como para que sean personas. Pero ninguno es de Naruto-kun. Ni siquiera un rastro de él.

La tensión aumentaba en el grupo. A ninguno le agradaba como estaban las cosas, pero todos eran conscientes de que tenían que actuar rápido. No podían descartar la idea de que el rubio estuviese debajo de sus pies, de hecho, era la posibilidad más grande. EL azabache dio un paso adelante, recibiendo la mirada de todos a su persona.

-Shikamaru debió decirles los roles que tomarían en la misión- todos asintieron ante sus palabras- bien, nos dividiremos en dos grupos. Kiba, Tenten, Sai y Choji, exploren el área de los corredores derechos.; Konohamaru, Hinata, Lee y yo el área de los corredores del lado izquierdo. Sakura, Ino, necesito que esten como apoyo aquí por si necesitamos atención médica.

Sasuke había tomado el mando de líder y nadie refutaría por ello. Estaban dispuestos a hacer lo que fuese necesario para rescatar a su amigo. Un último asentimiento dio la señal para empezar con la misión. Los grupos de rescate entraron por la estampilla detrás de la cascada, separándose una vez dentro de la base.

Varias habitaciones apartados del grupo, en la profundidad de aquella base subterránea, un castaño revisaba una pila de documentos mientras su sonrisa se ampliaba a cada segundo. La puerta de la habitación se abrió, dando paso a lo que posiblemente fue alguna vez un hombre que bufaba dirigiéndose al hombre.

-¿Pasa algo número seis?

Los bufidos y gemidos continuaron como única respuesta.

-Intrusos. Un grupo de diez- la voz de una niña se hizo presente, haciendo que el hombre dirigiera la cabeza a la pequeña albina que entraba por la puerta.

-Así que ya están aquí- los bufidos se convirtieron en hondas y ruidosas respiraciones.- ¿qué tal si recibes a nuestros invitados número ochenta y tres?

La pequeña salió de la habitación seguida por número diez. El castaño dio un último vistazo a la pila de papeles antes de levantarse de la silla en la que se encontraba y caminar hasta una camilla dentro de la habitación. Se detuvo frente a esta y se sentó en el borde, acariciando los cabellos dorados de su ocupante.

-Se nos acaba el tiempo- sus dedos se pasearon por el borde de los labios del contrario- pero aún no estás listo, así que no te puedo dejar ir.

Para recuperar un imposible (Sasunaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora