Para recuperar un imposible (Sasunaru)

VIII

Capítulo VIII. Confrontación.

Los primeros en toparse con alguien fueron el grupo del chico perro. En cuanto parte de las bestias invocadas por Sai habían sido exterminadas todo el grupo corrió hasta la última posición reportada. Fue de esa manera que llegaron a esa situación: los cuatro frente a una niña sentada sobre un pedestal y una masa de carne que seguía pisando, con rencor, la tinta de lo que antes era una bestia.

El dúo raro no parecía ser consciente de la presencia del grupo, cosa que aprovechó el Inuzuka para realizar un ataque sorpresa. Un par de kunais salieron lanzados en dirección del enemigo, pero sólo uno de ellos había dado en el objetivo. La figura más grande cayó al piso tras el impacto del arma en su cabeza, mientras que frente a la chica se había formado otra criatura humanoide. Todo había sido tan espontáneo que el resto del equipo sólo logró mirar con desconcierto antes de ponerse en guardia, atentos a cualquier reacción de sus enemigos.

-Llevabas razón seis, destrozar esas cosas los atrajeron hasta nosotros- dijo la pequeña, mirando con una sonrisa en la boca a su compañero tumbado en el suelo. Aquello que había ocupado como escudo cayó al suelo con un golpe sordo.

-¿Qué rayos?- Tenten había formulado la pregunta que inundaba las mentes del resto.

El movimiento de la masa de carne, a la que la niña había llamado como seis, alertó a los shinobis, haciéndoles adoptar una posición de guardia. La criatura se puso de nuevo de pie, arrancando el kunai de su cabeza y dejando a la vista el lento proceso de regeneración.

-Que repugnante- los ojos vacíos de la cría no se apartaban de su compañero. Dando un pequeño salto se puso de pie, a la par que más criaturas como las que había usado de escudo aparecían frente a ambos.- Pero... parecen no ser todos.

Un bufido salió de la boca del más grande de todos, seguido de balbuceos que dio a modo de respuesta.

-Ya, así que se han dividido.

La sorpresa en el rostro de los shinobi no podía ser ocultado. ¿Realmente había entendido algo de lo dicho por ese mastodonte? Antes de poder reaccionar a tal situación, la niña ya había dado media vuelta y emprendido el camino para alejarse.

-¡Hey! ¡¿a dónde crees que vas?!- Kiba soltó en un grito para lanzarse enseguida al ataque- ¡No hu...- antes de poder dar el golpe, el puño de la gigante masa de carne impactó con su estómago, dejándolo sin aire y mandandolo a volar de regreso a dónde estaban sus compañeros. Tenten logró agarrarlo en el aire.

Una sonrisa indescriptible apareció en los labios de la niña, quien se había detenido a ver el espectáculo.

-Ustedes no merecen mi atención. Seis puede encargarse de ustedes- tras esas palabras emprendió de nuevo la marcha, siendo seguida por las criaturas que habían aparecido momentos atrás- Te lo encargo seis. Yo iré por el pez gordo.

Sai se lanzó al ataque para detener a la chica, pero fue detenido al igual que su compañero por el golpe del monstruo postrado frente a ellos, logrando bloquear por poco el impacto con sus brazos. Los intentos siguientes por parte del resto del grupo resultaron en lo mismo. Al final no podían hacer nada por detener a la chica.

-¡Maldición!- gritó Tenten a modo de frustración.

Los ataques cesaron. Necesitaban reagruparse antes de atacar y todos lo sabían. Pero ante el instante de quietud, el nombrado seis gruñó, haciendo aparecer nuevamente a los humanoides y, ante la desconcertada mirada de todos, los devoraba.

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