Capítulo 8.

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 Una vez a solas en mi cuarto, tumbada boca arriba sobre la cama, empecé a pensar que Bonni quizás tuviera razón y por mucho que estuviera cabreada después de lo que había hecho, si la tenía debía dársela. Dilan me había mentido.

No sabía el por qué, pero una pequeña intuición me decía que era cierto y esa pequeña intuición me estaba comiendo por dentro. No paraba de mirar el teléfono por si había alguna señal de él, pero las horas pasaban y con cada minuto se me antojaba más lento.

Estaba aburrida y se me planteaba un fin de semana con un poco más de lo mismo. Pensé en llamar a Bonni, pero luego recordé que me había sentado mal que le diera la razón a Lucas y deseché la idea. Bajé al salón a ver un rato la televisión, la de mi habitación se había estropeado; pero Lucas estaba despatarrado en el sofá y no me apetecía aguantarlo. Lucy estaba fuera en el jardín con una chica que había conocido y pensé que lo mejor sería no molestarla.

Me sentía como un gato atrapado entre cuatro paredes.

Finalmente subí a mi cuarto, me puse ropa cómoda y cogí mis puntas para bajar al estudio. Bailar me relajaba y en aquellos momentos era lo que necesitaba; bailar, sudar y patearme el culo y si ya de paso quemaba algunas que otras calorías me vendría que ni pintado.

No había vuelto a vomitar, aunque a decir verdad tampoco había vuelto a pegarme un atracón. Mis comidas se basaban en una pieza de manzana por la mañana, una cucharada de comida basura en el instituto y medio sandwich vegetal para la cena. Quería mantener la línea y si me alejaba de sobrepasarme en la comida, también me alejada de las purgas.

Comprobé cuál fue la última canción que había bailado. Tenía un MP4 siempre conectado a la minicadena. Intentaba no repetir nunca las canciones y siempre hacer algo variado. Por lo general mi música era una mezcla en la que podías encontrarte desde bachata hasta una pieza de Beethoven. Me gustaba alternar.

La última canción había sido Skyscraper de Demi Lovato. No es que fuera una gran fan de esa chica, pero la verdad es que sus canciones inspiraban mucho y eran fáciles de bailar. Lentas, rápidas, con cambios de tempo... perfecto para mí.

Mientras sonaba una pieza de Christina Aguilera, estiré los músculos. Odiaba los estiramientos pero eran una parte fundamental si no quería romperme o desgarrarme alguna parte del cuerpo. La señora Rita decía que yo era muy buena en lo mío, pero que tenía un cuerpo demasiado menudo a si es que más me valía cuidarlo bien.

No sé dónde me veían lo pequeño. A ver, no es que fuera una jirafa ni mucho menos, pero un metro sesenta y cinco-metro setenta era una buena altura; además, la gente no paraba de decirme que estaba en los huesos y yo solo veía grasa rezumándome hasta de los oídos. Tenía un problema.

-En fin... -suspiré, metiendo los dedos entre el pelo para agarrarlos en una coleta- mejor será que empecemos.

Le di a la reproducción aleatoria. Salió ¨I see fire¨de de Sheeran; una de las mejores canciones que había escuchado en mi corta vida. Era delicada pero a la vez llena de fuerza. Simplemente era perfecta.

Me dejé llevar por la música. Cerré los ojos y dejé mi cuerpo a su disposición, lista para comenzar.

Cuando decía que podía ver la música si me concentraba, la gente me miraba raro y alegaba que eso era imposible; pero eso era porque no la entendían. La música formaba parte de mí. La música es un estado de ánimo. Te acompaña en los buenos y en los malos momentos, la hay de todo tipo y cada canción es especial para cada ocasión. Los acordes encajan a la perfección, pasando por todo tu cuerpo, enredándote como si fueran trozos de tela que se adhieren a tu piel. Te guía. Te enseña el camino cuando estás perdida. Te ayuda.

Un Vuelco a la Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora