Capítulo VII: Realidad

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Phoebe usualmente no llevaba a su novio a casa. A pesar de tener padres comprensivos y afectivos, había ciertas reglas que no se rompían. Tal vez eran reglas anticuadas para algunos. Tal vez eran demasiado estrictos con su sobresaliente hija. O simplemente así se habían educado ellos de niños y lo recreaban con Phoebe. Pero eso no era importante en ese momento, dado que la joven estaba consciente de que sus padres entenderían al ver que la razón por la que Gerald entraba a su casa se debía únicamente a que no salía de su estado de asombro y sorpresa.

- ¡Estoy en casa! –saludó con voz alta, pero no hubo respuesta alguna, Phoebe se extrañó e ingresó, guiando a lo que quedaba de su novio hasta la sala y lo sentaba en el sillón favorito de su padre.

Le lanzó una mirada al chico y confirmó que seguía aferrado con fuerza al relicario de Helga, el cual lo había encontrado después de escalar algunos árboles y caerse del último al hallar la fotografía de su mejor amigo ahí. Mucha información se había acumulado en el chico y parecía estar procesándola hasta ese momento. Phoebe dejó junto a él su bolso del colegio y se encaminó a buscar a su familia por la primera planta sin encontrarla, se dirigió a los escalones y descalzándose subió al segundo piso, donde todo era alfombrado y por eso no se andaba con zapatos ahí. Tampoco encontró en ese lugar a sus padres.

La chica volvió a bajar rápidamente y fue con Gerald, sin sorprenderse de que no se hubiese movido ni un milímetro. Phoebe sintió que esa situación le daba algo de gracia y se acercó a él, sentándose sobre el brazo del sillón, pero ni su presencia le hizo mirarla. Ella enmarcó una ceja y movió sus finas piernas sobre el regazo de él y se dejó caer, logrando sorprenderlo. Inmediatamente Gerald la abrazó por la cintura y sonrió de costado.

Las cosas que habían qué hacer para hacer reaccionar a un novio...

- Lo siento... -murmuró, apoyando sobre la falda de Phoebe el relicario de Helga- No puede ser... Nunca fui su persona favorita, ni ella la mía. Y... -se detuvo, en el camino Phoebe le había explicado las motivaciones de Helga por defenderlo. El resultado había sido el perder el relicario a cambio de conservar el corazón de Gerald intacto, Chloe había sido cruel pero Helga mucho más fuerte- A ella... ¿Le gustaba Arnold desde que éramos niños, verdad? –Phoebe se sorprendió por la pregunta- La recuerdo... vagamente, desde toda la vida... llevando el relicario o algo parecido. –Gerald asintió para sus propias palabras- Si, la recuerdo, escondida varias veces, mirando este relicario. Entonces, no significa que Arnold se ha comenzado a enamorar primero, ella ha estado enamorada de él por años... -el chico levantó la mirada sorprendido y Phoebe contuvo las ganas de reír, por lo ingenuos y crédulos que eran ambos por apenas darse cuenta esos días de algo que seguramente era extremadamente obvio si se recordaba el pasado.

Pero claro, se trataban de Gerald y Arnold, con sus cosas buenas y malas, al final seguían siendo unos chicos despistados y llenos de ilusiones. Phoebe silenciosamente asintió, dándose cuenta de lo estúpido que era ocultar lo completamente obvio. Pero su sorpresa su novio adquirió una seriedad absoluta, sacó de su chaqueta su celular y comenzó a marcar rápidamente.

- ¿A quién...? –Gerald le cortó la pregunta con una señal y desvió la mirada.

Phoebe intentó levantarse pero la gran mano del chico se cerró en su cintura y la atrajo contra su pecho, mientras él apoyaba su mentón sobre la cabeza de ella. Phoebe se mantuvo tranquila en su posición y escondió su rostro en el cuello de Gerald, disfrutando del aroma de su colonia ¿Qué estaba planeando? Desde su posición podía sentir como el pulso de él se incrementaba y estaba más cálido de lo normal.

- Hola hermano... -la voz del chico era completamente seria- ¿Estas solo?... Si... mira... -Phoebe sintió el agarre más firme en su cintura- Primero, quería decirte que encontré el relicario de Helga, está rota la cadena pero lo enviaré a arreglar... No, no, corre por mi cuenta, descuida. –el chico asintió ligeramente- Bueno, quería hablarte de algo importante... Sí, estoy bien, pero escucha... Sí, me alegra saber que Pataki está bien... Ya... me imagino... -Phoebe contuvo las ganas de reír, algo le decía que Arnold estaba emocionado al otro lado de la línea y no se daba cuenta que la conversación se estaba volviendo de un solo lado- Ya... ¿Me escuchas ahora?... Perdón Arny... pero necesito decirte algo importante... Tú eres mi mejor amigo, eres como mi hermano y eso lo sabes, por eso no quiero que te lo tomes a mal. Pero esto es importante para mí... No, no te preocupes... No, no es eso... Mira, solo se trata de... ¿Cómo decirlo? Tú has tenido una mala pata para enamorarte ¿Sabes? No sueles escoger bien y parece que siempre procuras arruinarlo... Lo sé... Si... Mira, no lo digo exagerando, Arny, es solo que es verdad... Pero esta vez tú quieres estar con Pataki, es obvio y no te voy a detener, ella es... Bueno, es dinamita... -Phoebe contuvo las ganas de reír ¿Dinamita? ¿De qué época era su novio?- Así que te lo pido, hermano. No ¿Sabes? No. En realidad, te lo advierto en realidad. Si algo, lo que sea, le pasa a Pataki, tendrás que responder conmigo... No, escucha... Ella en el fondo es una chica maravillosa... Sí, lo sé, sé que lo sabes... Pero ella es sensible... Sí, sí... Lo sé... sé que también eso sabes pero ¡Entiéndeme! No la lastimes... No seas despistado y descuidado... Ya ha pasado más que lo suficiente... Y... Pataki es grandiosa... ¿Si?...

Rojo y Negro [Cómame señor lobo] «Hey Arnold!»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora