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Hay errores que se cometen, consecuencias que se pagan, sonrisas que se borran y lágrimas que se derraman. Fleur Delacour lo sabía mejor que nadie, el sentimiento de culpa que remordía en su conciencia y la perseguía a todas las horas del día, le robaba cualquier momento de tranquilidad. Ella no era una mujer perfecta como muchos pensaban, era una madre excepcional que haría cualquier cosa por sus pequeños, pero no fue una esposa amorosa y sensible como cualquier otra lo hubiera sido en su lugar.

Sus parpados se cerraron con fuerza mientras su mente nuevamente trajo esos pensamientos que le causaban dolor, su fino rostro se vio arruinado por una mueca de melancolía.

Habían pasado tres años desde que ella se había divorciado, y por muchos intentos que hiciera para ignorar el hecho, no podía. Fleur no se había visto en vuelta en asuntos amorosos después de su separación, el amor de su vida había llegado a ella pero no lo supo valorar. Sus ojos azules se abrieron y observo las gotas de lluvia que resbalaban lentamente por el cristal del auto.

La sensación de estar siendo observada provoco que se moviera incómodamente en su asiento, su mirada se dirigió hacia el frente donde las filas de autos estaban en espera para moverse. Noto que el chofer le miraba por el espejo retrovisor, maldiciendo al hombre mentalmente la mujer decidió ignorarle. La rubia sabía que tenía todo lo que cualquier otra persona envidiaría, a sus 25 años era una mujer rica, famosa y alguien que fácilmente podría atraer la atención. Para muchos sonaba la vida perfecta, pero las experiencias que había tenido a través de ella la hacían sentir vacía.

El pensamiento le llevo hasta la culpable de su tristeza; Hermione Jane Granger, esa mujer que había amado con todo su corazón pero que por estúpida la perdió. Desde pequeñas se habían conocido y la mujer había conquistado su corazón cuando eran adolescentes. Se habían casado a los 16 años y su matrimonio solo había durado 6 , el culpable no fue un entrometido en su matrimonio ni tampoco la falta de amor, Fleur evito reír con amargura en voz alta ante ese pensamiento.

Ambas se habían amado infinitamente pero cuando la rubia había cumplido por fin su sueño de ser una famosa modelo los problemas comenzaron. A pesar de haberse retirado a sus 20 años cuando los gemelos habían nacido, la rubia ya contaba con la suficiente experiencia y reconocimiento para abrir su propia casa de moda. La mujer era famosa, sin olvidar lo millonaria que se había vuelto, pero en el camino para alcanzar finalmente su meta, el matrimonio con Hermione había fracasado por completo.

La mujer sabía que Hermione estuvo con ella hasta el último momento que su paciencia se lo permitió, había sido demasiado comprensiva pero todo tenía un límite y su peor pesadilla se había convertido en una realidad.

Hermione había cambiado y Fleur lograba comprenderla hasta cierto punto, la castaña estaba cansada de esperarle. La mujer lograba mendigar algunas cuantas horas de su presencia antes de que nuevamente se marchara, Fleur recuerda perfectamente el día en que Hermione le pidió el divorcio, como olvidarlo si en el proceso ambos corazones fueron destrozados.



La puerta se cerró con brusquedad detrás de ella, su maleta fue dejada en el recibidor mientras caminaba en la oscuridad. El silencio inundaba sus oídos, los niños dormían profundamente y Fleur se preguntó por cuánto tiempo su esposa había estado lidiando con ellos antes de que se durmieran.

Tras depositar un beso tierno en la frente de los gemelos se dirigió a su habitación donde la luz tenue de una lamparilla iluminaba. Hermione dormía profundamente con un libro entre sus manos, la rubia camino hacia ella y con cuidado de no despertarla se lo quito. Un mechón de cabello castaño cayo al rostro de la mujer brindándole un toque de inocencia que acelero su corazón.

Never SurrenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora