Calentamiento

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Fionna

Mi piedra se iluminó, tenía un delfín grabado en el centro, la verdad, no sabía qué significaba.
-Muy bien-dijo Gaslif.- Ya habéis hecho todo lo que debíais para obtener vuestro verdadero poder.
-Eh... una cosa Gaslif-dije.- ¿Por qué en las piedras de cada uno hay distintos animales grabados?
-Es muy sencillo-respondió.- Esos animales representan cada una de vuestras características más destacadas. Por ejemplo, tú tienes un delfín porque eres muy inteligente, Cake, el guepardo porque es muy ágil, Kai, el perro porque es muy valiente.
- Vaya-dijo sorprendido.
-Jay, la avestruz porque es muy miedoso.
-¡Oye!-sobresaltó.- No sabía que podía ser una habilidad.
-Y por último Kaneki, que tienes un león ya que siempre proteges a tus seres más queridos.
-Bueno, a veces...-protestó.
-Una vez aclarada la duda, dirijámonos a que derrotéis de una vez por todas al Litch y devolver la paz al universo.
-¡Vamos!- gritamos todos.
Gaslif nos abrió el que sería el último portal que crearía. Nos teletransportó a una dimensión oscura, llena de telarañas, bichos asquerosos y un líquido viscoso.
-Umm....-contuvo Jay lo que parecía vómito.- No puedo, voy a vomitar.
Y así lo hizo. A lo lejos se alzaba una enorme torre terrorífica con los cristales rotos y sin electricidad, como si fuera un edificio abandonado.
-Bien-dije señalando a la enorme columna.- Me parece que ahí es donde tenemos que ir. Tras largas horas de caminata, llegamos a nuestro destino.
-Hola-dijo una voz siniestra.- habéis tardado mucho, os llevo esperando desde que nos vimos por última vez.
-Litch-dijo rabioso Kaneki.
-Entrar, entrar, hoy nos lo vamos a pasar muy bien.
-¡Te mataré como tú lo hiciste con mi padre!-gritó Laura.
Pasamos con miedo a una sala circular oscura. De repente se iluminó y salió de un enorme hueco el pterodactilo con el que nos enfrentamos la primera vez.
-Bien chicos-dijo Kai.- A luchar.
Nos lo cargamos en un plis plas así que pasamos a la siguiente sala mediante un portal que se generó solo. Todas las plantas estaban llenas de los jefes a los que nos enfrentamos, el gigante de plastilina, el enorme robot y la línea que dibujaba. Hasta que por fin llegamos a la última planta.
-¿Que nos deparará?-preguntó Cake con intriga.
Por fin salió el último jefe, una mezcla de todos; cabeza de plastilina, brazos con lanzallamas, tiburones en vez de pies y alas en la espalda; y por si fuera poco también nos atacaba la línea.
-Va a ser un combate difícil-dijo Alice.
Mientras nosotros atacábamos, Laura y Alice le lanzaban su magia, pero tras media hora de combate no pudimos, acabamos todos en el suelo. Yo ya veía borroso, vi como Kai se intentaba levantar pero no podía. El siguiente ataque era para mí, lo admití, no podíamos hacer nada, así que me quede mirando el brazo como iba a por mí. De repente, alguien se interpuso en su camino, ¡era Kaneki!, se quitó la máscara y se transformó en una enorme bestia que paró el ataque. Se giró y me dio la mano. Me levanté como pude.
-¡Vamos chicos!-grité.- ¡No podemos dejar que Kaneki luche solo!
Cogimos nuestras armas, pero entonces se abrieron un montón de portales de donde salieron nuestros amigos: La reina hielo, el príncipe chicle, los amigos de Kai y Jay y los de, al parecer, Laura y Alice.
-Venga chicos-dijo uno de los amigos de Laura- ¡No os rindáis! ¡Os vamos a ayudar!
Todos nos ayudaron como pudieron, todos atacaban, hasta los que no tenían armas, así que al final lo conseguimos derrotar.
-¡Olé!-gritamos todos a la vez.
Pero ningún portal apareció.
-Bien chicos-dijo Gaslif al cielo.- Es nuestro turno.
Aparecieron los otros cuatro sabios e hicieron un círculo y pronunciaron unas cuantas palabras, mientras lo hacían parecía que iban desapareciendo.
-Gaslif-dije.-¿Que os está pasando?
-Estamos usando todo el poder que nos queda para hacer un portal hacia el Litch.
-Pero, pero, entonces, ¿desaparecerás?
A todos nosotros se nos saltaban las lágrimas.
-Pero ¡Gaslif!-grité.- No puedes hacerlo, ¿como se supone que debemos derrotarlo? ¡No podemos hacerlo sin ti!
-Chicos-respondió.- Estáis más que preparados y si no sabéis qué hacer, ya sabéis, todo a su debido tiempo.
Una vez dijo esto desapareció por completo y sólo quedó su gorra en el suelo, la cogí y me encogí como una bola, noté como Kaneki me abrazó.
-Tranquila-me dijo.- Tenemos que hacerlo, por él.
Me sequé las lágrimas y me levanté de un salto. Le agarré la mano a Kaneki
-Tienes razón, venga chicos, tenemos que hacerlo por Gaslif, matemos a ese hijo de la gran fruta.
Todos nos pusimos encima del portal y nos despedimos de nuestros amigos. Nos desvanecimos mientras nos mirábamos los unos a los otros.

El Apocalipsis Del LitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora