Capítulo 8: Un dia para no recordar II

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Voy a paso apresurado por los pasillos de la universidad abrazada a los libros y mirando mis pies.

- ¡ oye tu, rubita!- acelero mis pasos al darme cuenta de que me está siguiendo

El pasillo está desierto pero yo no reduzco mi velocidad, más bien voy más rápido a un punto de correr.

- ¡¡OYE!!- grita con su voz ronca asustándome y salgo corriendo.

Siento sus pasos apresurdos detrás de , así que corro más rápido hasta que me tropiezo con mi propio pie y caigo...

Hice una mueca al sentir que su agarre se apretó más en mi muñeca. Mi pulso estaba tan acelerado que temia que se me saliera él corazón por la boca.

En estos casos no sabia como llamarme, en un momento estaba que me moria de miedo y de la nada era un monstruo que hechaba fuego por la boca. Muchas veces me habia considerado bipolar, pero no en el sentido en el que necesitase un médico, sino que mis cambios de humor decian todo de mi.

- ¡¡sueltame!!- grité en el momento en el que salimos fuera de la empresa.

Forzaba contra su agarre el cual se apretaba más. Tropezaba con mi pie una y otra vez intentando seguir sus pasos apresurados pero ya no podia más...

- ¡¡SUELTALA!!- un grito hizo que él se detuviera y yo suspiré de puro alivio al reconocer la voz de Conor

Rápidamente se acercó a nosotros y deshizo el agarre de Esteban atrayéndome y abrazándome. Yo me dejé abrazar mientras me masajeaba la muñeca que tenia un color ya morado, Conor se separó un poco para examinarme con la mirada hasta darse cuenta de mi muñeca lastimada.

- maldito cabrón- dijo apretando los dientes

Conor intentó separarse de mi para abalanzarse sobre Esteban cuando le rodeé el cuello con la manos y le supliqué al oído que no hiciera nada.

- ¿este es otro de tus amantes?- la fuerte voz de Esteban hizo que nos separáramos- no puedo creer que te estés comportando como una zorra yendo de hombre en hombre.

En un abrir y cerrar de ojos la palma de mi mano impactó en su mejilla por la  fuerte cachetada que le solté, pero lo que nunca me esperé es sentir un fuerte golpe en la mejilla el cual me hizo caer al suelo y golpearme la cabeza contra el suelo.

El golpe me aturdió tanto que me desmayé escuchando gritos y golpes.

Estoy guardando los libros en mi casillero cuando siento que unos brazos me rodean haciéndome pegar un respingo.

Infinita soledad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora