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En medio del bosque hay un castillo, un hermoso y fuerte castillo que nadie se atreve a habitar pues los rumores dicen que fue creado por un demonio. Los viejos druidas aclaran que un ángel se enamoró de un similar, que por estar con él inició la batalla en el cielo, él fue quien influenció a Lucifer, llenó su mente de alagos vacios e ideas de superioridad para así hacerle caer y pelear contra Dios.


Más sus esfuerzos no dieron frutos, fue echado a la tierra junto con quienes le seguían y cuando Lucifer se dio cuenta de sus intenciones también le exilió del infierno, dejándolo en la tierra.
No obstante, Dios, molesto con él por haber hecho caer a su mejor ángel le hizo pagar de una manera aún más cruel: el ángel de quien se había enamorado fue desterrado también. Éste, al verse alejado del cielo y con una existencia meramente humana enloqueció y al poco tiempo acabó con su existencia.


Con gran dolor en su corazón y un rencor inigualable, el ángel se nombró a si mismo "Mephisto" y decidió que mientras él existiera todos los humanos notarían la crueldad de Dios y lograría que dejasen de creer en él.


Y así existió, realizando tratos, haciendo dudar y dando conocimiento. Sin embargo, luego de unos cientos de años descubrió todos renacían. Y  con esperanza de volver a encontrarse con quien alguna vez amó constituyó un castillo, para refugiarse y reunir pistas.

Actualmente el castillo es habitado por dos demonios, el dueño original y uno que es el segundo en su especie.
Si desde hacía siglos nadie se acercaba al lugar, ahora que era habitado mucho menos.
Había incluso más rumores de los que una mente sana puede crear al respecto, pero ninguno de los habitantes tenía la intención de desmentirlos.

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El silencio inunda el lugar, es el  atardecer y como siempre, Dazai lo observa con parsimonia, cuando el sol termina de ocultarse él empieza a tararear, su tarareo se convierte pronto en una canción:

Recolectando  polvo  de  estrellas  en este  mundo  corrompido.
Esparzo  todos  esos  fragmentos  en este  poema  del  tiempo.
Incluso  esas  hermosas  flores  eventualmente   se  transformaran en  arena  una  vez  que  su  tiempo  llegue.
Lenta  y  silenciosamente  se  aproximan a  su  fin.
El  reloj de  arena  plateado,  lleno  con  cúmulos  de  ese  cielo  estrellado.
Confiando  este  adolorido  cuerpo,    creyendo  en el  ciclo  del  samsara.
Con  una  sonrisa  me  marcho  

"Yo  viví"

Si  mi  último  deseo  egoísta  puede  ser  cumplido,  entonces,  por  favor. Morir  en  el  medio  de  la  noche  es  solitario  y  no  quiero  eso.
Si  es  posible,  lo  último  que  quiero  ver  es  la  luz  del  amanecer.
Sintiendo    la  brisa  de  un  nuevo  día
Sonriendo  y  cantando  rodeado  por  tus  brazos...

Cuando termina de cantar una voz tras él tararea y con una sonrisa se gira para ver a su acompañante.

-No esperaba volvieras, Ranpo.

-¿Por qué no volvería a MI hogar?- pregunta con fingida molestia y Osamu ríe.

-Traje un nuevo juego y pienso serás buena compañía para jugar.

-Me honra tu confianza, vayamos entonces.

Ambos bajan a la sala. En la mesita de centro Edogawa saca una tabla con cuadros y 32 piezas.
Explica se llama "ajedrez" y luego prosigue con las reglas.


El juego inicia y ambos están más que satisfechos con su oponente. Es a mitad de partida cuando Ranpo levanta la mirada, mira hacia la esquina y sonríe. Aunque Dazai no entiende por qué prefiere no preguntar y siguen con el juego.

Cerca del amanecer logran terminar, es un empate, no hay forma de avanzar y ambos sonríen satisfechos.

Dazai se levanta y tras estirarse sale al bosque a cazar.
Edogawa, por su parte, sale nuevamente, aunque nunca lo ha dicho, Osamu sabe que está buscando a alguien e intuye esta cerca. Le alegra saber que al menos uno de los dos no tendrá que esperar más.


Samsāra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora