Capítulo 1

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Fugaku se encontraba en su oficina frente a su portátil leyendo los correos que le habían llegado por parte de alguno de sus inversores.

—Señor —lo llamó su asistente entrando a su oficina.

—¿Qué? —preguntó sin quitar la mirada de la pantalla.

—Su junta de las ocho —avisó el joven.

El pelinegro miró a su asistente y luego al reloj digital de pared el cual indicaba que eran las ocho menos cuarto.

—Dije que me avises cinco minutos antes no quince —respondió con seriedad mirando a su empleado quién se encogió en su lugar.

Fugaku Uchiha era sin duda una persona de temer.

—Lo siento, ésta será la última vez que…

—Claro que lo será —interrumpió volviendo su atención a su computador—, estás despedido.

—¿Qué? —preguntó sin creérselo.

—Además de incompetente ¿eres sordo también? —El empleado se puso rojo de ira y sin agregar palabra alguna se dió media vuelta para irse.

—Deja esos papeles aquí —le dijo Fugaku antes de que el otro se vaya.

Ni bien este lo hizo salió dando un portazo que al Uchiha poco y nada le importó, era la quinta vez que despedía un empleado en la semana.


—Deidara ¿Que pasó? —preguntó un pelinegro bastante idéntico al que estaba en la oficina solo que mucho más joven.

—¿Qué me pasa? ¡¿Qué, qué me pasa?! —Gritaba el rubio juntando sus pertenencias.

—Eso es lo que quiero saber.

—¡Pasa que los Uchiha son unos malditos! ¡Siempre queriendo hacerse los rectos y perfectos que no cometen ningún error! ¡Ah! —soltó histérico terminando de meter sus pertenencias en una caja— Pero ya los quiero ver, algún día cometerán un error, algún día dejarán de ser perfectos y lo harán en grande —empujó al pelinegro apartándolo de su camino—, sólo espero poder estar ahí para verlo, adiós Itachi —se despidió sin voltear a verlo.


Después de un agotador día de trabajo Fugaku salió de la oficina para ir directo a su casa.

Seguramente su esposa, la amable Mikoto, iba a estar esperándolo con la comida lista como toda una buena esposa.

Ahora solo tenía que ver por conseguir un nuevo asistente, o en todo caso conformarse con lo que haya.

El tema era el siguiente, todos venían con su discurso de que tenían muchas ganas de trabajar, claro, pero al momento de tener que hacerlo se mandaban un lío tras otro.

Quería darle una oportunidad a los que recién empezaban en el ámbito laboral pero si ellos no ponían de su parte no servía seguir insistiendo con gente que no vale la pena.

Al final del día terminaría despidiéndolos y pareciendo el malo frente a todos.

Aún así no le importaba, para el mejor así ya que nadie gana nada haciéndose el bueno.


¡Kiba! ¡Kiba! ¡Kiba!

Se oía corear a los jóvenes que estaban en aquel galpón abandonado.

El nombrado estaba sobre un rubio golpeándole en el rostro una y otra vez.

—¡Alto! —Gritó quién se supone, iba dirigiendo la pelea.

¡Uhhh! ¡Uhhh! ¡No paren!

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! —El castaño preguntó con enojo, él quería terminar, por primera vez tenía la oportunidad de derrotar a su rival y le detenían.

¡Si! ¿Por qué? ¡Que sigan!

—Esto se termina aquí —el hombre se acercó y le tiró los billetes a Kiba quién furioso los tomó y dándole una mirada desagradable se fue.

Los espectadores al ver que ya no seguiría la pelea también fueron marchándose.

—Tú inútil —pateó al rubio quien estaba con los ojos cerrados—, levántate de una vez y vete —le ordenó con desdén—.Ya no eres el número uno, no se que te está pasando y no me interesa pero si la semana que viene vuelves a perder ya sabes que pasará, no quiero gente que solo sea un estorbo.

«Viejo estúpido —insulto el rubio mentalmente poniéndose como pudo de pie.»

Se sentía mareado, hecho mierda sin duda, sólo quería llegar a su "hogar" y tomar una siesta de un siglo si es posible.

«Maldito Kiba, ya verá —le dolía el estómago ya que era uno de los tantos lugares en los que había recibido golpes pero allí dolía más—, si solo no estuviese así le habría acabado en un segundo.»

Alejándose del lugar llegó a la parte más poblada de la ciudad.

—Creo que hoy no comeré —rió sin gracia pero paró de hacerlo largando un pequeño chillido de dolor—, mejor ni hablo, ugh.

De un segundo a otro el dolor se desvaneció junto con su conciencia y ya no supo nada.


—Ya estoy llegando —avisó Fugaku por su móvil ya que su esposa le había llamado.

—¿Podrías comprar azúcar de paso?

—Está bien —dicho esto cortó antes de que a su mujer se le ocurriera pedir más cosas, se desvío hacia donde estaban las tiendas y llegó hasta un supermercado donde aparcó y bajó para comprar lo pedido.

—Son dieciocho cincuenta —pagó y salió, todo iba bien hasta entonces si no fuese porque vió un bulto a un lado de la calle.

—Un indigente ha de ser —se dijo, sin embargo se acercó ya que algo de ese supuesto indigente le llamaba la atención.

«¿Dónde estarán los padres del chico? —pensó al ver que era un joven, le calculaba dieciséis o diecisiete años, seguramente menor que Sasuke— ¿Debería reportarlo a la policía?»

Al pensar que podría ser su hijo el que estuviese en ese lugar decidió tenderle una mano.

—¿Quién te hizo esto? —preguntó al ver el rostro maltratado del joven.

Al notar que estaba inconsciente lo cargó en brazos y nuevamente se vió sorprendido ante el poco peso de este.

Lo llevó hasta su vehículo y lo metió recostándolo en los asientos traseros.

«Solo lo llevaré al hospital y listo —pensó decidido sin saber que eso sólo sería el comienzo de algo más.»

Si él hubiera sabido que no iba a ser fácil luego separarse de aquel chico tal vez no se hubiese detenido.









Nota:

Hola, primero que nada ¡Gracias por leer!

Segundo y como habrán notado estoy arreglando ciertos detalles que no quedaban bien o faltaban en la historia. Nimiedades.

Si les gusta como va quedando no duden en comentarlo y también en dejar sus estrellas. ❤️

Inmaduro [FugaNaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora