Capítulo 4

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—¿Como que no lo encuentran? —preguntó Orochimaru enojado— En tres días debe luchar contra Sasori ¡¿Acaso sabes lo que me costó para lograr que accediera?!

—¿Y qué culpa tengo yo? —Respondió una pelirroja.

—Era tu responsabilidad —siseó aumentando su enojo al ver que la chica no mostraba ningún interés. Más bien se miraba despreocupadamente sus uñas.

—No me pagan lo suficiente como para que tenga que soportarlo. Es un idiota.

—Ese idiota es el mejor luchador que tengo, así que mejor apresurate a encontrarlo si no quieres terminar muerta en un desagüe —amenazó.

—Tsk —chasqueó la lengua aunque por dentro se estaba muriendo de miedo por la amenaza.

Despertó con un terrible dolor de cabeza y ni hablar de cómo se sentía físicamente.

Tenía la sensación de como si lo hubiesen golpeado hasta que quedó inconsciente.

¡Oh esperen!

Realmente había sido golpeado hasta caer en la inconsciencia.

Pero la pregunta más importante era; ¿Cómo llegó hasta allí?

Hasta donde recuerda ni siquiera se encontraba cerca del hospital.

Al menos que algún alma caritativa lo haya ayudado llevándolo allí.

No, no lo creía. El solo pensarlo le daba gracia.

Hace mucho tiempo dejo de tener fe en la humanidad. Todos estaban podridos más o igual que él.

Si no tuvieron piedad de él cuando era apenas un infante menos la tendrían ahora que él ya era por ley mayor.

«¿Karin me habrá traído? —Pensó.»

La idea fue descartada también al no notar la presencia molesta de la joven junto a él apurandolo para irse.

Se supone que ella debía velar por su bienestar, por así decirlo, pero Karin nunca se ocupó realmente de él.

Y no lo decía porque su jefe le pagaba a ella para que lo hiciera, cosa de la que él estaba enterado, sino porque siendo ella su familiar tenía la responsabilidad de hacerlo quiera o no, o por lo menos cuando él era menor ya que ella era 17 años mayor que él.

Nunca le dió un hogar, ni alimento, ni le permitió estudios. Nunca vió la plata que estaba destinada hacia su persona.

En el negocio todos ganaban menos él.

Con tristeza cerró los ojos apretandolos evitando derramar lágrimas.

Inútiles lágrimas.

Fugaku se encontraba en su oficina masajeando su cabeza, realmente sus empleados eran todo un caso.

¿Acaso no había alguien verdaderamente capacitado?

Él los contrató valiéndose de las experiencias que profesaban tener cada uno, aunque estaban las excepciones, pero resultaron ser un gran fiasco.

Por eso no podía dejar la oficina ningún segundo porque los incompetentes que eran sus empleados terminarían por tirar abajo el gran trabajo que le costó algunos años de su vida llevarlo hasta donde se encontraba ahora.

—¿Estás bien? —Oyó a alguien preguntar.

—No —fue sincero. No iba a mentir que lo sucedido no le molestaba, porque claro que lo hacía—, necesito conseguir reemplazos.

—¿Nuevamente?

—Si Itachi, nuevamente. Tiene que haber alguien que realmente sea dedicado y haga las cosas bien. Me encuentro harto de que cada día alguno de mis empleados cometa un error. Ya hicimos un largo recorrido para tener gente así, no somos novatos, somos una de las empresas más conocidas mundialmente y no es posible tener que estar lidiando con este tipo de situación.

—Bien, tienes razón. Pondré avisos ¿Quieres que te busque también un asistente?

—No —respondió con sequedad—, yo mismo buscaré a un nuevo ayudante para mi.

—¿No podrías considerar nuevamente a Deidara?

—Ese rubio solo me trajo dolores de cabeza —respondió y levantó una ceja — ¿Por qué preguntas por él? ¿Acaso él y tú tienen algo?

—No, solo decía —se alzó de hombros en un gesto despreocupado.

—Ocupate de lo que te pedí.

Itachi asintió y salió de la oficina cerrando la puerta tras él.

Fugaku se acomodó en su asiento recostando su espalda y cabeza contra el respaldo de esta y cerró los ojos.

Instantáneamente vino a su mente el recuerdo de aquel chico al que había ayudado.

«¿Habrá despertado? —se preguntó mentalmente.»

Le invadió las ganas de ir a verle, claro que sólo para saber cómo estaba. No era asunto suyo lo que le pase al chico, no era de su incumbencia.

Mikoto se encontraba en una peluquería, había decidido arreglar su cabello. Se aburría de estar encerrada todo el tiempo en su casa limpiando, cocinando y todo lo que incluía ser una ama de casa.

Recordó que Fugaku había querido contratar a una empleada pero ella no se lo permitió y no iba a cambiar de opinión ni ahora ni nunca. No pensaba arrepentirse de su decisión. Temía que si una joven empleada se presentaba a su casa le robase las cosas y en el peor de los casos a su marido o engatusara a sus hijos.

Porque algo que nadie sabía de ella es que era una mujer muy celosa.








Nota:

Hola, espero de todo corazón que les esté gustando.
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Inmaduro [FugaNaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora