Ser Omega, compañera y una sobreviviente.

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Serena se apartó ofendida. Aunque la hizo sentirse especial, Serena sabía que estaba mintiendo. Parecía que estuviera diciendo la verdad, pero no era tonta. No lo era en absoluto.
Durante tres años había sido menos que nada. Hoy la había hecho sentir alguien especial, pero ella sabía la verdad.
Cuando sus manos se posaron en sus hombros, notó que eran firmes y que no admitían resistencia.
—Déjame decirte algo sobre los lobos Omega, Serena. Mírame.
Serena reprimió las lágrimas e, incapaz de desobedecer su orden, le miró.
—Es prácticamente imposible —dijo él y la sacudió suavemente—.
Trabajo con números y porcentajes constantemente, Serena. Tal vez no pueda calcular la cifra exacta, pero te diré que las posibilidades de que Yaten te escogiera para Transformarte por mera casualidad son casi nulas. Ningún hombre lobo atacaría a un Omega solo por instinto. Yaten me parece un lobo que solo actúa por instinto.
—¿Por qué no? ¿Por qué no me hubiera atacado? ¿Qué es un Omega?
Evidentemente era la pregunta correcta, porque Darien se calmó.
—Eres una Omega, Serena. Apuesto a que cuando entras en una habitación, la gente se acerca a ti. Apuesto también a que los desconocidos te confiesan cosas que nunca les dirían ni a sus propias madres.
Serena le miró incrédula.
—Tú mismo viste a Yaten esta mañana. ¿Te pareció que estaba calmado?
—Vi a Yaten —añadió Darien con calma—, y creo que en cualquiera otra manada habría sido eliminado poco después de su Transformación.
Su control no es suficientemente bueno. No sé por qué no lo han hecho, pero creo que tú le ayudas a controlar a su lobo, y que por eso te odia.
Tras un instante, añadió:
—No deberías tener el rango más bajo de la manada.
Sus manos se deslizaron desde sus hombros hasta sus manos. Por alguna razón, aquel gesto fue más íntimo que el beso.
—Un lobo Omega es como un chamán para los indígenas, está fuera de las jerarquías normales de la manada. Tuvieron que enseñarte a bajar la mirada, ¿no? Estas cosas son instintivas para los lobos sumisos.
Tú lo has aprendido a la fuerza.
Darien continuó con sus ojos clavados en los de ella:
—Traes paz a todos los que te rodean, Serena. Un hombre lobo, especialmente uno dominante, está siempre al borde de la violencia.
Tras haberme pasado varias horas en el avión con toda aquella gente, llegué al aeropuerto deseando una masacre como un yonqui desea su próxima dosis. Pero cuando te acercaste a mí, la ira y el deseo desaparecieron.
Darien apretó sus manos.
—Eres un regalo, Serena. Un lobo Omega en la manada significa que más lobos sobreviven a la Transformación porque pueden controlar a su lobo más fácilmente contigo a su lado. Eso significa que perdemos menos machos por las estúpidas luchas de dominantes, porque un Omega trae la calma a todos los que le rodean. O la rodean.
Pero algo fallaba en su argumento.
—Y, entonces, ¿qué te ha pasado antes? ¿Cuándo estabas tan enfadado que casi te transformas?
Algo cruzó el rostro de Darien, una emoción que no supo reconocer pero que sabía que era intensa.
Habló con un gran esfuerzo, como si tuviera la garganta agarrotada.
—La mayoría de los hombres lobo encuentran a alguien a quien aman, se casan y pasan mucho tiempo con el otro antes de que su lobo la acepte como su pareja.
Darien dejó de mirarla, cruzó la habitación y le dio la espalda.
Sin el calor de su cuerpo, se sintió fría y sola. Asustada.
—Algunas veces no ocurre de esa forma —dijo Darien mirando la pared—. Por ahora dejémoslo así, Serena. Ya has tenido bastante por hoy.
—Estoy harta de ser una ignorante -soltó Serena muy molesta—. Has roto todos mis esquemas, así que quiero que me cuentes ahora mismo todas las dichosas reglas.
La ira desapareció con la misma facilidad con la que había apareció, dejándola al borde de las lágrimas.
Darien dio media vuelta y sus ojos se tornaron dorados, brillantes pese a la tenue luz de la habitación.
—Bien. Tendrías que haberlo dejado, pero quieres la verdad. —Aunque no subió el tono de voz, esta rugió como un trueno—. Mi hermano lobo te ha escogido como pareja. Si no significaras nada para mí, no me habría afectado el abuso que has sufrido desde tu Transformación. Pero eres mía, y la mera idea de que te hieran y no poder hacer nada hace surgir en mí una ira que ni una Omega puede calmar.
Vaya, pensó asombrada. Sabía que estaba interesado en ella pero había pensado que era por casualidad. Leo era el único lobo que conocía con pareja. No sabía nada de las reglas. ¿Qué quería decir con que su lobo había decidido que era su pareja? ¿Tenía elección en aquel asunto?
¿Era él el responsable de excitarla sin pretenderlo y de hacerla sentir de aquel modo, como si se conocieran de toda la vida?
—Si me hubieras dejado —dijo él—, te habría cortejado dulcemente hasta conquistar tu corazón.
Darien cerró los ojos.
—No quería asustarte —añadió.
Tendría que haber estado completamente aterrorizada. En cambio, pese a encontrarse en el ojo de un huracán de emociones, se sintió muy relajada.
—No me gusta el sexo —dijo ella, considerando que era algo que tenía que saber dadas las circunstancias.
Dariense atragantó y abrió los ojos, los cuales adquirieron, de nuevo, un aspecto humano.
—No es que me atrajera mucho antes de la Transformación —dijo ella claramente—. Y después de que me usaran como a una puta durante un año, hasta que intervino Isabelle, me gusta aún menos.
Darien apretó los labios pero no dijo nada, de modo que Serena prosiguió:
—Y nunca más volverán a abusar de mí.
Se subió las mangas de la camisa y le mostró las largas cicatrices en la parte interior del brazo, desde la muñeca hasta el codo. Se las había hecho con un cuchillo de plata y, si Isabelle no la hubiera encontrado, habría muerto.
—Gracias a esto, Isabelle convenció a Leo para que dejara de usarme como recompensa para sus machos. Me encontró y me salvó la vida.
Poco después, me compré un arma y balas de plata.
Darien gruñó suavemente, pero no a ella; lo sabía perfectamente.
—No estoy amenazando con suicidarme, pero has de saberlo porque, si quieres ser mi pareja, no seré como Leo. No dejaré que te acuestes con otras. Pero tampoco permitiré que abusen de mí. Ya he tenido suficiente. Si eso me convierte en el perro del hortelano, que así sea.
Pero, si soy tuya, entonces tú también serás mío.
—¿El perro del hortelano? —dijo suspirando con una media sonrisa.
Volvió a cerrar los ojos y dijo en un tono razonable:
—Me sorprendería si Leo consiguiera llegar vivo hasta mañana.
También me sorprendería si logró sobrevivir a ti —Y mirándola fijamente, añadió—: Has de saber que hay muy pocas cosas que me sorprendan.
Recogió la silla del suelo y la puso en su sitio. A continuación, se detuvo frente a Serena, le acarició la barbilla suavemente y se puso a reír.
Aún sonriendo, le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y le musitó:
—Te prometo que conmigo disfrutarás del sexo.
Serena se esforzó por no caer al suelo. No estaba preparada para caer a sus pies. Todavía no.
—Isabelle dijo que eras un buen amante.
Darien volvió a reír.
—No hay razones para que estés celosa. El sexo con Isabelle no significó nada para mí y creo que menos para ella. No tiene ningún sentido intentarlo de nuevo.
Se oyeron susurros al otro lado del reservado y Darienla cogió de la mano.
—Es el momento de irnos.
Al entregarle la tarjeta de crédito, Darien le regaló unos cuantos cumplidos a un hombre de aspecto joven que le hablaba de usted y que olía a hombre lobo. Serena supuso que era el dueño del restaurante.
—¿Dónde quieres ir ahora? -preguntó Serena mientras salían del restaurante a la concurrida calle.
Se estaba acabando de poner la chaqueta cuando se apartó de una mujer con tacones que llevaba una maleta de piel.
—A algún sitio con menos gente.
—Podemos ir al zoológico —sugirió ella—. Por estas fechas hay muy poca gente, aunque los niños tienen vacaciones por Acción de Gracias.
Darien empezó a hablar cuándo algo en un escaparate captó su atención. Agarró a Serena y la tiró al suelo, cubriéndola con su cuerpo. Se oyó una fuerte detonación, como el estallido de un tubo de escape, y Darien se sacudió una sola vez. Después se quedó inmóvil.

Mujer Valiente 0.5 (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora