Lucha.

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A Darien le hubiera encantado ver la reacción de Isabelle pero no podía apartar los ojos de Leo: un lobo acorralado es algo muy peligroso.
-¿Y cuántos han muerto en su lugar? ¿A cuántos de tu manada has perdido? ¿Y las mujeres que ella mató por celos y los que tú has tenido que matar para protegerla? ¿Y los lobos que se rebelaron contra lo que vosotros dos estabais haciendo? ¿Cuántos en total?
Leo levantó la barbilla.
-Ninguno en los últimos tres años.
La ira se despertó en su interior.
-Correcto -asintió Darien suavemente-. No desde que tienes a un matón abusando de una mujer indefensa a la que Transformaste sin su consentimiento. Una mujer a la que has tratado brutalmente sin descanso.
-Si la hubiera protegido, Isabelle habría acabado odiándola -explicó Leo-. En cambio, obligué a Isabelle a protegerla. Ha funcionado, Darien. Isabelle está estable desde hace tres años.
Hasta que había acudido a casa de Serena aquella mañana y había descubierto que Darien estaba interesado en ella. A Isabelle nunca le había gustado que prestaran atención a otras hembras mientras ella estaba cerca.
Se arriesgó a echar un vistazo a Isabelle y vio que, aunque no se había movido de la repisa, se mantenía en posición de alerta por si decidía atacar. Sus ojos habían cambiado y reflejaban un entusiasmo por la violencia que sabía que estaba a punto de desatarse. Se relamió los labios y empezó a balancearse con impaciencia.
Darien sintió asco por el desperdicio que se había producido en la manada. Volvió a centrar su atención en el Alfa.
-No se han producido más muertes porque tenéis a una Omega para mantener la calma, y porque no hay otras mujeres que puedan hacerle competencia, salvo Serena, la cual no está interesada en ninguno de tus lobos, no después de que la violaran cumpliendo tus órdenes.
-Eso mantuvo a Serena con vida -insistió Leo-. A las dos.
Leo agachó la cabeza pidiendo protección.
-Dile a tu padre que está estable. Dile que yo me encargaré de que no haga daño a nadie más.
-Hoy ha intentado matar a Serena-dijo Darien con calma-. Y aunque no lo hubiera hecho... es una demente, Leo.
Vio cómo el último atisbo de esperanza abandonaba el rostro de Leo.
El Alfa sabía que Darien no dejaría a Isabelle con vida; era demasiado peligrosa, demasiado impredecible. Leo sabía que también estaba muerto. Había trabajado muy duro para salvar a su pareja.
Leo lanzó su ataque sin avisar, pero Darien estaba preparado. Leo no era el tipo de lobo fácil de matar. Aquella era una pelea sin concesiones.
Pero los dos sabían quién iba a salir vencedor.

●●●

Serena se había quedado petrificada ante las revelaciones de Leo, pero aquello no le impidió reaccionar cuando este inició el ataque. No pudo contener su instinto de proteger a Darien y se abalanzó hacia donde estaban. De repente, y pese a su feroz resistencia, un par de fuertes manos la agarraron del cuello y la arrastraron hacia atrás.
-Quieta aquí -la voz de Boyd sonó como un estruendo-. Tranquila.
Esta no es tu lucha.
Aquella voz, a la que estaba acostumbrada a obedecer, la calmó y le dio la posibilidad de pensar. También ayudó el hecho de que Darien evitara el primer ataque de Leo con un mínimo movimiento de sus hombros.
Los otros lobos se habían puesto de pie y podía distinguir cómo Yaten repetía insistentemente:
-Mátalo, mátalo.
No supo decidir a qué lobo se refería. Yaten odiaba a Leo por el control que ejercía sobre él y por ser la pareja de Isabelle. Tal vez no le importaba cuál de los dos muriese.
Leo lanzó tres puñetazos seguidos, pero todos fallidos. El tercero, en el que puso todo su empeño, casi le hizo perder el equilibrio y dio un torpe paso hacia delante. Darien aprovechó la ocasión para acortar la distancia entre ambos y, con un movimiento que Serena fue incapaz de percibir, golpeó al Alfa en el hombro, dejándolo gruñendo de ira y dolor.
Todo lo que pasó después fue tan rápido que Serena no fue capaz de precisar el orden en que se produjo.
Hubo dos disparos seguidos. Boyd dejó de sujetar a Serena mientras maldecía e Isabelle soltó una frenética y excitada carcajada. Con una sola mirada, Serena supo lo que había ocurrido. Isabelle sostenía una pistola mientras observaba la lucha, esperando una oportunidad para disparar a Darien. Serena se deshizo de Boyd y cruzó la habitación a toda velocidad. Desde la chimenea, Isabelle miró a Serena directamente a los ojos y dijo bruscamente:
-Detente, Serena.
Estaba tan convencida de que Serena obedecería que ni siquiera se aseguró de que esta la hubiera oído, volviendo a dirigir toda su atención a la lucha entre Leo y Darien. Aunque Serena sintió la fuerza de la orden que le había dado Isabelle, la ignoró. Se impulsó con las patas traseras y se abalanzó sobre ella. Mordió ferozmente el brazo de Isabelle sintiendo el chasquido del hueso, satisfaciendo así la ira de su lobo. La fuerza de su salto precipitó a Isabelle de la repisa de casi dos metros de altura y ambas golpearon el suelo. Serena continuaba mordiendo el brazo que sostenía el arma.
Serena se agachó esperando que Isabelle hiciera algo, pero esta no se movió. Alguien se acercó por detrás y Serena le gruñó amenazadoramente.
-Tranquila -dijo Boyd con una voz baja que al menos consiguió que Serena le escuchara.
Puso las manos sobre la espalda de Serena y esta gruñó aún más fuerte. Pero Boyd no le prestaba atención; estaba mirando a Isabelle.
-Está muerta -dijo-. Se lo merecía, por olvidar que no eres una loba sumisa que debe obedecer sus órdenes. Déjala, Serena. Le has roto la cabeza contra la chimenea. Ya está.
Cuando Serena la soltó a regañadientes, Boyd se aseguró de que Isabelle no volviera a levantarse partiéndole el cuello. A continuación, recogió el arma del suelo.
Mirando fijamente el cuerpo destrozado de Isabelle, Serena empezó a temblar. Levantó una pata dudando de si debía acercarse o alejarse.
Una silla la golpeó de repente y aquello le hizo recordar que todavía había una lucha pendiente y que Isabelle había disparado a Darien dos veces.
Si Darien estaba herido, no lo demostraba. Estaba tan fresco como al principio. En cambio, Leo se tambaleaba con un brazo inservible. Darien se situó detrás de él, le golpeó en el cuello con el borde de la mano y Leo se desplomó como una cometa cuando el viento deja de soplar.
Todos los lobos presentes, excepto Serena, soltaron un suave aullido, llorando la muerte de su Alfa. Ignorándolos, Darien se arrodilló junto a Leo y, tal y como Boyd había hecho con Isabelle, se aseguró de que el cuello estaba realmente roto. Darien permaneció inmóvil, con si fuera un hombre proponiendo matrimonio. Inclinó la cabeza y le cerró los ojos al difunto.
Yaten se movió tan rápido que Serena no tuvo oportunidad de avisar a Darien. De hecho, ni siquiera se había dado cuenta de que Yaten se había transformado. Golpeó a Darien como un ariete y este cayó al suelo debajo de Yateb. Pero, aunque Serena se había quedado inmóvil, Boyd no. Disparó a Yaten en el ojo en cuanto este golpeó a Darien. Todo había terminado.
Boyd apartó el cuerpo inerte de Yatenn de encima de Darien. Serena no recordaba haberse movido, peronse encontró sobre Darien mientras no dejaba de gruñir a Boyd. Este retrocedió lentamente, con las manos extendidas y la pistola en el cinto. Cuando Boyd dejó de ser una amenaza, Serena centró su atención en Darien, que estaba tendido en el suelo, boca abajo, cubierto de sangre. La nariz de Serena le decía que parte de la sangre era de Yaten.
Por lo menos, uno de los disparos de Isabelle le había alcanzado.
Podía ver el agujero sangriento en su espalda. En su forma de lobo no podía ayudarlo y necesitaba demasiado tiempo para transformarse. Miró por encima del hombro a Boyd, quien se encogió de hombros y dijo:
-No puedo ayudarle si no me dejas acercarme.
Lo miró fijamente, desafiándole con la mirada como nunca había hecho antes. A Boyd no pareció importarle. Esperó a que se decidiera.
Su lobo no se fiaba de nadie cuando se trataba de su pareja, pero no tenía otra opción.
Se apartó de Darien dejando espacio a Boyd, pero no pudo evitar gruñirle cuando lo puso boca arriba para examinar las heridas. Boyd encontró el segundo balazo en la pantorrilla izquierda. Se quitó la chaqueta del traje y desgarró su camisa de seda, esparciendo los botones por todo el suelo. Hizo jirones la camisa y, mientras vendaba a Darien con mano experta, empezó a dar órdenes.
-Holden, llama al resto de la manada, empezando por Rashid. Dile que traiga todo lo necesario para curar heridas de plata y que hay orificio de salida. Cuando acabes, llama al Marrok y explícale lo que ha pasado. Encontrarás su número en la agenda de Isabelle, en el cajón que hay en la cocina, debajo del teléfono.
Serena aulló. Le habían alcanzado los dos disparos de Isabelle.
-No morirá -le dijo Boyd atando los últimos vendajes. Echó un vistazo a la habitación y maldijo-. Este lugar parece la escena final de Hamlet. Gardner, tú y Simón empezad a limpiar este desastre. Vamos a llevar a Darien a un sitio más tranquilo. No estará muy contento cuando despierte y toda esta sangre no ayudará mucho.
Boyd cogió a Darien en brazos y lo llevó a otra habitación. Serena le siguió.

Mujer Valiente 0.5 (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora