A las 9 de la mañana ya estaba lista para empezar mi frenético día. Lo más importante era encontrar un piso porque estar en el hostal más de tres o cuatro días me agobiaría, necesitaba tener mi espacio y sentirme como en casa. Mientras desayunaba hice unas llamadas y ya tenía algunas citas para esa misma mañana. Esperaba tenerlo rápido porque no era muy exigente, no me importaba compartir casa con chicos o chicas ni necesitaba que tuviese muchos lujos. Con una habitación mediaba y unas zonas comunes habitables era suficiente.
Yo sabía que Madrid era caro, pero que me pidiesen más de 600 euros por habitaciones insalubres en pisos compartidos con otras seis personas me parecía lo más próximo a un atraco. Los cuatro primeros pisos que vi fueron decepcionantes. Precios astronómicos y unas condiciones deplorables. Estaba empezando a desesperarme porque llevaba toda la mañana perdida y sentía que la cosa se iba a complicar por momentos. Paré para tomar algo en la misma terraza que estuve la noche anterior y aproveché para seguir buscando por internet nuevos pisos que visitar, a ser posible, ese mismo día.
Mientras me tomaba un delicioso fumo de frutas mi vista se cruzó con el bloque de pisos que tenía enfrente, un cartel naranja fosforito era lo suficientemente llamativo como para llamar mi atención. Ponía en letras mayúsculas "SE ALQUILA HABITACIÓN" y el número de teléfono debajo. Sin pensármelo mucho llamé. La zona era Malasaña e imaginaba que el precio no sería barato... pero me había gustado tanto esa zona la noche anterior que estaba dispuesta a hacer un esfuerzo. La música siempre me cautivaba... quizá era eso.
Para mi sorpresa podían enseñármelo ese mismo día, tan solo media hora más tarde, por lo que decidí esperar sentada cómodamente en la que ya era mi terraza favorita. Aproveché para sacar mi cuaderno y comencé a dibujar. Me encantaba cuando me pasaba algo así. En los momentos en los que estaba feliz me entraban unas ganas enormes de plasmarlo en papel en forma de dibujo. Daba igual lo que fuese, aunque mi especialidad eran los retratos, dibujaba lo que en ese momento me inspirase algo. En ese momento era justo ese lugar, esa plaza llena de terrazas, llena de vida. Porque lo que yo necesitaba era justo eso, vida. Andaba buscando algo que me llenase de fuerza para volver a construirme, para encontrarme con quien yo sabía que era aunque en este último tiempo se me hubiese olvidado, o tal vez me lo hubiesen borrado.
El tiempo pasó rápido y cuando me quise dar cuenta ya era la hora de la cita. Llamé al timbre y una voz femenina preguntó que si era Alba y me abrió la puerta. El portal me dio buena impresión, estaba limpio y parecía buen cuidado, empezábamos bien. Cuando llegué al tercer piso una chica morena no muy alta esperaba en la puerta con una bonita sonrisa.
-Hola Alba, soy Marta! Encantada de conocerte- Dijo muy amablemente
-Encantada Marta, igualmente!-Intenté ser lo más amable posible
-Pasa, pasa, esta es nuestra casa – haciendo un gesto con los brazos invitándome a cruzar la puerta
- Muchas gracias, has dicho nuestra así que supongo que aquí vive alguien más ¿verdad?
-Sí, es un piso de tres habitaciones pero una de nuestras compis se ha mudado a Barcelona por trabajo así que ahora solo estamos dos. Mi compañera está en clase y vuelve después de comer. – Decía sin parar de moverse y sonreír, parecía una chica nerviosa pero la impresión estaba siendo bastante buena.
- Genial, espero poder conocerla.
Empezó a enseñarme las diferentes zonas de la casa. La cocina no era muy grande pero suficiente y con lo necesario. El cuarto de baño era grande y tenía bañera, algo significativo para mí porque adoraba darme un buen baño relajante después de esos días eternos en los que solo me apetecía desconectar escuchando buena música. El salón me enamoró, sin duda al verlo supe que sería mi rincón favorito si decidía quedarme ahí. Estaba decorado tipo alternativo, sencillo y desprendía buen rollo por cada rincón, tenía una tele normalita y un par de sofás que al menos parecían cómodos.
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Efervesencia
RomansaA veces tomar decisiones es difícil pero necesario. Salir de tu rutina y explorar nuevos horizontes. Quizá al final del camino entiendas que todo mereció la pena.