Escalofrío

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Salí del piso muy rápido y cuando ya estaba abajo me arrepentí de haberlo hecho. Joder Alba, siempre tan incontrolable. No podía volver, así que fui al hostal un rato para procesar todo lo que estaba dando vueltas en mi cabeza. Tumbada en la cama con música de fondo llegué a la conclusión de que había tenido un pequeño ataque de pánico. Es algo estúpido, lo sé, no tiene ningún sentido pero así me sentía.

Me había encontrado a esa chica de casualidad en mi primera noche en Madrid y me había quedado embobada mirándola mientras cantaba y no pude quitármela de la cabeza en toda la noche y al día siguiente me la encuentro como mi posible futura compañera de piso.

No sé muy bien que me daba miedo, aunque supongo que lo que me dio miedo fue la casualidad. Demasiadas en poco tiempo, y yo no terminaba de creer en ellas. Supongo que la primera vez que vi a Natalia cantando en la calle sentí una especie de atracción bastante potente. No solo física, aunque era indudable que tenía un cuerpo increíble, pero había algo en ella que me llamó la atención desde el primer segundo. Era ella en conjunto.

Supongo que fue una simple atracción por alguien a quien crees que solo verás una vez en tu vida, eso era lo que se suponía que pasaría. Pero no, la iba a tener de compañera si me quedaba en el piso, y no estaba en condiciones de rechazar la oferta del piso. Me había atraído una chica, no pasa nada ni era la primera vez que me pasaba, pero creo que había olvidado cual era la sensación.

Salí a dar un paseo para desconectar y aprovechar para ir entregando algunos currículums. No tuve demasiada suerte, fui a algunas revistas y demás pero ni siquiera me hicieron caso. Fui a un par de bares pero tampoco hubo mucha suerte, tan solo dos o tres me dijeron que se lo quedaban por si en un futuro necesitaban a alguien.

A media tarde cogí el móvil y llamé a Marta. Sería una estúpida si dejase escapar ese piso. Lo demás ya vería como lo arreglaría.

-Hola Marta, soy Alba, la del piso de esta mañana.

- Hola Albaaaa – Dijo alargando mucho la última "a" de forma eufórica. – ¿Qué tal? ¿Has decidido ya algo? ¿Te quedas con nosotras? – Sin duda parecía que quería que dijese que sí.

- Te llamaba para eso, y para pedirte, bueno pediros, perdón por la huida de esta mañana. De verdad que se me olvidó por completo que tenía la entrevista. – Si ya había empezado con la mentira tenía que seguir hasta el final. – Si os parece bien a las dos yo estaría encantada de mudarme cuanto antes.

- Genial! Perfecto! A nosotras nos parece bien, he hablado con Natalia antes y me dijo que por ella no había problema y que parecías una chica maja. ¿Cuándo quieres mudarte? Yo mañana tengo todo el día libre. – Parecía contenta e ilusionada.

- Pues mañana mismo. Si quieres puedo ir sobre las 10 o cuando te venga mejor. – No quería parecer desesperada, aunque lo estaba un poco. – Por mí no hay problema.

-Mañana a las 10 nos vemos aquí, si necesitas que te ayude con algunas de tus cosas avísame!

-No te preocupes, no llevo muchas cosas. Nos vemos mañana!

- Escríbeme si pasa cualquier imprevisto, estamos deseando que te instales!

...

Pues ya estaba hecho. Tenía piso en tiempo récord pero ahora faltaba el trabajo. Estuve toda la tarde enviando currículums por internet y buscando sitios donde poder ir a llevarlos. Los ahorros no me iban a durar toda la vida y necesitaba trabajo urgente.

Bajé al súper que había cerca del hostal y me compre un sándwich, no tenía ganas de salir y tenía que dejar todo preparado para el día siguiente. Iba a ver una serie cuando de repente me vibró el móvil:

EfervesenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora