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—Perdón yo no quería...

—Maldita sea, cállate—Benedict se acercó a mí dejándome ver mejor sus rasgos de molestia.

Se preguntarán qué pasó.

Bueno...

Estaba en el patio de atrás regando las plantas, era la única tarea que hacía con gusto en este lugar. De repente unas nubes grises se asomaron tapando todo rastro de buen día.

"Sí, la regada de las plantas fue en vano".

Eso no fue lo malo.

Lo malo es que llovió, y no cualquier llovizna.

No.

Una maldita tormenta.

Eso no es todo. Estaba estrenando uniforme, ya que la señorita Rousseau quiso que nos vistiéramos "profesionalmente". Al intentar correr al interior de la casa caí sobre el lodo que se formó gracias a la lluvia. 
Me dolió hasta el alma esa caída. De todos modos me levanté y continúe hasta la puerta para darme cuenta que estaba trabada y mis manos se resbalaban cada vez que intentaba abrirla.

Sí, mi día de suerte.

Mi intercomunicador se estropeó, no pude llamar a Zira ni a Blue.

Por suerte mía (sarcasmo), el señor Cumberbatch llegó a mi rescate, destrabó la puerta con su estúpida mayoría de fuerza y me haló  con furia dentro de la casa.

Y aquí estamos.

—Mírate, das asco—Haló una manga de mi uniforme húmedo para luego soltarla con disgusto.

Yo estaba tiritando del frío como para reclamarle algo, no me sentía con fuerza. Sólo quería calor.

—No fue mi culpa, señor—Me abracé a mí misma buscando calor—Yo resbalé y ensucié el uniforme, pero lo lavaré, lo juro.

Estaba tan avergonzada, humillada, empapada...

Agh.

—Sí quiere lo lavo ahora—Lo miré prometiéndolo.

Pero el no dijo nada, sólo me observaba.

"¿Me va a despedir?"

—¿Me va a despedir?—Mierda, lo dije

Pero él no me respondía. Sólo me observaba.

—¿Señor?

El estiró su mano hacia mi rostro, instintivamente di un paso hacia atrás. Él me miró extraño y dio un paso hacia mi estirando su mano de nuevo.

Está vez me quedé quieta esperando su acción.

"¿Tendré lodo en la cara? No me vi..."

Su mano pasó por mi mejilla y deslizó su dedo índice hacia mis labios, acariciándolos.

Abrí ligeramente mi boca sin entender su acción.

Tragué saliva, nerviosa

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Tragué saliva, nerviosa.

—Maldita sea—se alejó con rapidez al decir eso—Ve a cambiarte ahora.

No entendí

—Sí, señor—Le sí una mirada perdida—Lo siento, señor.

Salí de la habitación tratando de tranquilizarme.

Ladronas.|Benedict Cumberbatch| (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora