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—Señor, el Capitán América pide verlo —anunció Viernes.

Tony ignoró la voz de su IA por cuarta vez, continuó con la vista fija en la pantalla frente a él. El diseño de una nueva armadura había venido repentinamente la noche anterior sin que él lo buscara para disgusto de Pepper, a quien había llamado para informarle, Tony no podía evitar desear construirlo, su promesa había quedado en segundo plano hace meses cuando a su pecho volvió el reactor.

—Señor, el señor Rogers insiste en una reunión.

Tony apartó la mirada del diseño y resopló.

—¿Dónde esta?

—En la sala de estar, señor. Ha esperado por aproximadamente cuarenta minutos.

—Déjalo entrar aquí entonces —dejó salir un suspiro lamentándose, imaginando la expresión reprobatoria del rubio al haberlo hecho esperar.

Fue hacia la mesilla alta de metal para tomar su tasa con café, frío, hizo una mueca de disgusto. Minutos después Steve Rogers entro a través del marco de las puertas de cristal, Tony lo contempló sobre el borde de su tasa.

Había algo mal, se dio cuenta rápidamente, la expresión de Steve era pétrea, furiosa, miraba a Tony como si fuera el responsable de todo el mal en la humanidad, que después de lo de Ultron era la mirada estándar que solía recibir, pero no recordaba haberla recibido con tanta intensidad de parte de Rogers.

La última vez que lo había visto, había sido en el complejo de los vengadores a las afueras de Nueva York, lo que hacía más de nueve meses, y Tony no lo recordaba así, tan molesto, quizás una respuesta tardía, pensó.

—Cap, que sorpresa, ¿a qué debo tu visita? Me interrumpes sabes —depositó el café sobre la mesa para señalar la pantalla holográfica a su lado derecho.

—Tú sabes porque, Tony.

Y oh, pensó, el hombre realmente estaba enojado, sorpresa, sorpresa, no estaba familiarizado con esa falta de control por parte de Steve Rogers, quién siempre parecía estar en sus cabales y que daba la imagen de que jamás podría enfadarse de verdad.

Justo ahora parecía todo menos eso.

—... Steve realmente no tengo tiempo para adivinanzas...

—¿Iron Man en central park te dice algo? —espetó, dando la imagen de que en cualquier minuto podría explotar.

¿Dónde rayos había quedado el buen Capitán América? ¿Quién era el hombre estresado y grosero frente a él?, pensó con cierto desconcierto.

—Ah, eso, fue divertido —dijo recordando la pelea contra Doom.

—Dijiste que ibas a retirarte, creí que eso se refería a que no volverías a usar la armadura. —Miraba el reactor en su pecho que se lograba ver al traer puesta una camisa blanca.

Tony hizo una mueca. —No es tan fácil. —Pepper lo había dejado, y el mundo necesitaba héroes, Tony no veía ningún problema.

—Fury no está de acuerdo, yo no estoy de acuerdo, Tony, nadie lo está —avanzó hacia Tony con tensión brotándole de todo el cuerpo.

—Dios, Cap, de verdad te levantaste con el pie equivocado hoy, ¿no?

Steve no respondio y no era necesario, al parecer su gemelo malvado lo había suplantado.

—Ninguno tiene porque opinar, seré un héroe independiente, o algo así, como el chico araña, pero seguiré pagando sus cuentas, tranquilo.

—Eso no es a lo que me refiero, después de todo lo sucedido en Sokovia creí que serias el primero ver que Iron Man necesitaba retirarse.

El día en que Steve Rogers llegó a su limiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora