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Tony observó el recorrido de una molesta Pepper a lo largo de su closet, se secó el cabello con una toalla antes de echársela alrededor del cuello, y se cruzó de brazos para apoyar su espalda contra la puerta.

Mantuvó una expresión tranquila. El simposio se llevaría a cabo durante la noche, afortunadamente la rubia sería su acompañante con un despampanante vestido azul de pedrería.

La búsqueda de Pepper en su guardarropa llevaba más de treinta minutos, ella estaba molesta por muchas razones, todavía estaba molesta por que Tony le había revelado a Rhodey, como al resto de los vengadores, su relación con María, estaba molesta porque lo había encontrado en el taller probando su nueva armadura en lugar de estar preparándose, estaba molesta por los acuerdos,  y estaba aun más molesta por saber de la madre dolida que lo había enfrentado la semana pasada, por no estar con él ese día. Al parecer estaba molesta con ella misma.

—Potts... puedo elegir mi propio traje.

—¿De verdad? ¿entonces porque no lo has hecho? —gruñó sosteniendo tres ganchos.

—Lo había olvidado —reconoció —. He estado ocupado.

—Me he dado cuenta, apestabas a alcohol cuando llegue.

Suspiró tocando su frente. —¿Quieres detenerte?, el sonido de tus tacones comienza ser doloroso, siento el inicio de una migraña.

—Ignoraste los recordatorios de Viernes, has pasado cada día y noche dentro del taller intentando ignorar al mundo —Pepper dió media vuelta viéndose derrotada —. Me duele verte otra vez así, Tony.

Bajó la mirada sintiéndose avergonzado. —Lamento preocuparte.

—Es que debí estar ahí, para ti.

—No empieces otra vez, estoy lidiando con esto de la mejor forma que puedo —gruñó —Ross ha sido un cretino, estoy harto de sermones.

—Oh Dios, Tony, has vuelto a caer en este pozo lleno de culpa —Pepper avanzó —. Estas ahogándote.

Si lo pensaba, nunca había salido de ese pozo en realidad.

—Tony... no te hagas esto —dijo Pepper tocando su mejilla—. No quieras cargar con esto tu solo.

—Es la parte que me toca.

—No, entiéndelo —pidió —. No estás solo, estoy contigo, Rhodey también... y el capitán.

—¿Steve? —rió de forma seca, alejando la mano de Pepper —
Fue bastante claro en que no.

El rubio se había alejado desde la junta con Ross, no había vuelto a buscarlo, las cosas estaban bastante claras para Tony, lo que tenían había terminado.

—Quizá entienda más adelante —murmuró Pepper girando para buscar más trajes —. Necesitas hablar con todos, deben brindarte su apoyo, tu siempre estás dispuesto a apoyarlos.

Tony no lo creía.

—No todos son como tu Pepper —dijo acercándose para coger un traje de la esquina e ignorando los que ella sostenía —Eres una en un millón.

—No permitiré que continúes así —declaró —. Estoy aquí, no lo olvides.

Simplemente se internó en el baño no queriendo discutir ni mostrar cómo se sentía.

—Déjalo, Potts, hoy no, dame un minuto o dos, mi estado de animo mejorará.

Pepper lo siguió hasta el baño. —Divirtámonos un poco esta noche —dijo después de tortuosos minutos.

El día en que Steve Rogers llegó a su limiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora