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—Hay algo que me ha estado inquietando —murmuró Pepper sentada tras el escritorio.

Tony dejó la tableta y se echo hacia atrás en la silla, levantó una ceja. —¿Qué?

—¿Por qué has utilizado suéteres de cuello alto estos últimos días? Los odias.

Tony enderezo su espalda, removiéndose incómodo.

—Ha hecho frio.

—Estas a la defensiva —observó la rubia.

—No estoy a la defensiva. —Inmediatamente después de decir eso se arrepintió.

Pepper le sonrió y lo observó intrigada.

—Mmmm —tarareó ella divertida —. No hace falta que lo ocultes, los vi esta mañana, esa mujer debe de creerse vampiro, raro dado que nunca te gustaron las mujeres demasiado apegadas, es como si ella te quisiera marcar y hacerte de su propiedad.

Tony gruñó molesto y tocó su cuello.

—Fue cosa de una sola vez.

—Claro es por eso que has estado todo distraído, con la mente perdida, mirando a la nada como si desearas algo —dijo Pepper riéndose.

—Una. sola. vez —masculló, pero la rubia había acertado.

Para su mala suerte, Tony no podía olvidar el sexo con Steve, por el más mínimo detalle su mente traía ese recuerdo, y haberlo visto en la reunión todo perfecto le generaba sentirse insatisfecho. Quería sacudirlo, quería que estuviera sucio y jadeante encima de él.

—¿Tan buena fue? —preguntó Pepper verdaderamente intrigada.

Tony hizo un gesto desdeñoso con los hombros, lo que provocó que la rubia soltara una carcajada.

—Porque no mejor me dices quien es el tipo por el que me dejaste.

Esta vez fue Pepper quien se movió incomoda en su silla.

—Lo acordamos Tony, estamos mejor como amigos.

—Lo sé, solo bromeaba... ahora dime quien es.

—Las cosas son complicadas... —susurró apesadumbrada.

—¿Es casado?, ¿tiene hijos? ¿es alguien de alguna compañía rival? —preguntó entre cerrando la mirada.

Pepper bufó. —Te pregunto lo misma, ¿una mujer casada Tony? 

—Creo que es más complicado que eso —dijo tocándose el rostro con cansancio —. Habla tu primero.

Los dos se miraron fijamente.

—¿Que a la cuenta de tres? —dijo burlona.

—Uno, dos y tres...

Permanecieron en silencio.

Tony tamborileo los dedos sobre el escritorio, realmente quería decirlo, necesitaba a alguien con quien reírse y discutirlo.

Entonces ambos hablaron al mismo tiempo.

—Me acosté con Steve Rogers —espetó Tony.

—Me acosté con la agente Hill —dejó salir Pepper como si ya no aguantara mas.

Se miraron fijamente, Tony la miraba sorprendido, y ella imitaba su expresión.

—¿Que tú qué? —prácticamente gritó Pepper asombrada.

—Espera, espera, ¿María?... ¿desde cuando eres...? ¿la próxima vez puedo ver?

Pepper le lanzo un bolígrafo a la cabeza, pero lo esquivo.

El día en que Steve Rogers llegó a su limiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora