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Las personas se habían tragado la idea de que no era el Capitán América con quien Tony se estaba besando en la foto, si no un modelo novato, el cual recientemente había iniciado su carrera y ahora estaba siendo demandado por varias compañías de modelaje. Al parecer tener una aventura con Tony Stark te daba un gran estatus.

Pepper había hecho bien su trabajo, y aunque hubo varios reporteros escépticos, se habían terminado convenciendo de la mentira presentada, porque al parecer, ¿De verdad habían creído que alguien como el gran Capitán América estaría en una relación fraudulenta con otro hombre?, ¿con Tony Stark?. Así que las redes sociales se habían llenado de dos tipos de personas, quienes creían que la relación realmente estaba ocurriendo y los que se burlaban de los otros por siquiera pensarlo.

Ya que alguien como Steve Rogers, moralmente intachable, la educación y amabilidad encarnadas, soldado super heterosexual, no podía estar con un hombre.

Lo cual resultaba ofensivo, pero lo aceptaría por Pepper, por el equipo y por Steve.

Quien, en realidad, estaba durmiendo a su lado.

Tony observó su rostro, intentando desaparecer la calidez que sentía por verlo dormir en su cama. Era la tercera vez que sucedía, lo cual decía mucho.

En los dos días siguientes a la rueda de prensa habían pasado la noche juntos y Steve sin decir ninguna palabra se había quedado a dormir, Tony no quería atribuirlo a que Steve hubiera tomado enserio sus palabras, si no al hecho de que quizás comenzara a darse cuenta de que no había nada malo en compartir la cama con otro hombre.

Y aunque eso estaba bien, bien por el capitán y su autoaceptación, lo que no lo estaba era los sentimientos que Tony empezaba a tener.

Volvió la mirada al techo de la habitación.

—Es absurdo —murmuró.

Físicamente, Steve era perfecto, su destreza en la cama impresionante, realmente impresionante, su personalidad le resultaba lo suficientemente interesante y atrayente, era un héroe y compañero admirable, nada más. Emocionalmente, el rubio necesitaba ayuda, pero no lo culpaba.

No tenía logica lo que sentía.

Pero, si lo pensaba, se había enamorado por cosas tan dispares, Tony se había enamorado de Reed cuando este le había pedido que formaran equipo para un trabajo de ciencias, porque todos los demás habían estado intimidados por su inteligencia y edad, también estuvo una semana enamorado de Rhodey porque le había regalado una lata de refresco, después lo vio como un hermano pero, esos siete días siempre le resultarían interesantes de recordar, con Pepper, las cosas habían sido muy fáciles, ella no había estado impresionada, ella había visto a través de él.

Y con Steve, no estaba enamorado, solo, podría estarlo, fácilmente. Empezaba a preocuparse. Odiaba cuando Pepper predecía las cosas.

Cuando regresó su mirada al rubio, este ya estaba despierto, no relajado, porque al parecer resultaba físicamente imposible para él en esas circunstancias, pero en su rostro se veía cierta pereza y con sus ojos intensos, inmovilizo a Tony.

—Ni siquiera tienes lagañas —dijo colocándose sobre su costado en un intento de hacerlo reír.

Steve frunció el ceño.

Tony se había dado cuenta que era el gesto más común que obtenía del capitán.

Se acercó lentamente, y cuando vio que no se alejaba, unió sus bocas.

En los últimos días había intentado besar realmente a Steve, solo para hacerle entender de esa forma, que un beso era un beso, no importaba si eran dos hombres, aun podían hacerlo. No porque sintiera la necesidad de ser besado cariñosamente por el rubio.

El día en que Steve Rogers llegó a su limiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora