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Aquella criatura que había botado a su mano derecha por la puerta se hallaba parado, pensando.

Miró con enojo aquella cosa que su subordinado le había entregado.

"¿Y si era de verdad un regaló?"

Movió su mano con rapidez haciendo aparecer garras de sus dedos, y con enojo se arrancó parte de su rostro con esta.
¿En que pensaba?
¿Esto era empatía?
¿Por qué hacía esto?

Miro el collar destrozado en el piso de nuevo. Lo miró con detenimiento, mientras su rostro se regeneraba.
Movió sus manos cerca al objeto y con sus dedos y magia volvió a recrear el regalo.

—Ash... No importa. Él no sabrá que uso está estupidez por el...

Se aflojó la corbata e abrió su camisa.
Se acomodó el collar en su cuello y se arregló la vestimenta como sino tuviera nada debajo de la ropa.

[...]

—¿No es extraño que el jefe no ande haciendo bromas? Lo extraño... Casi no sale de su escritorio.

El científico rodó los ojos. Que aquella chica lo extrañará tanto no era un cuento que llegaba de un día para otro, al fin y al cabo ella estaba enamorada de él.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿6 meses? .—dijo mientras rodaba un frasco vacío con los dedos mientras tenía la cabeza en la mesa.

El científico gruñó.

—Solo fueron 2 meses Demencia. No tienes que seguir con lo mismo. Seguramente el estará planeando algo grande.

La chica rápidamente se compuso, levantando su rostro de la mesa y dejando caer el frasco al piso.
Su sonrisa volvió a lo mismo.

—¡Ya se! ¡Iré a verlo yo misma!

El científico dejo su proyecto de lado y la cogió del brazo.
Hacer eso era un locura. El seguramente lo mataría por el simple hecho de dejarla ir para allá.

—No demencia, no. Es mala idea... .—le aconsejo—. El seguramente nos hará papilla y luego- ¡Agh! ... ¡Demencia!

La chica nombrada no le prestó atención y solo le mordió los dedos para así librarse e ir corriendo a dónde estaba su jefe.

El científico cogió un arma para atraparla, una que naturalmente usaba para bañarla cuando se escapaba.
Salió de su laboratorio y llamo al oso grande que se hallaba llevando la basura para afuera.
El oso dejo las cosas y siguió al científico.

Cuando la chica llegó a la sala miró enamorada el cuadro de su jefe mientras volvía a correr, esta vez, fantaseando con un beso suyo.

El científico llegó a la sala y la halló llendose.
Corrió más rápido como pudo mientras ella ya estaba casi cerca de abrir el picaporte.

La chica cogió la perilla y la abrió entusiasmada. Abrió la puerta y entró de a poco.
Pero antes de que cantase victoria, el científico le disparó haciendo que ella quedé atrapada en una red.

El científico feliz, entró a la oficina de su jefe y la empujó para la puerta, dejándola afuera.

Cerró la puerta y dejó su arma en el piso. Se acercó a la puerta, la miro y gritó:

—¡5.0.5! ¡Llévala a su recámara y asegúrate de que no salga!

Dijo para el oso. Éste asistió a su pedido y llevo a rastras a la chica.

Respiró aliviado y se recostó en la puerta, poniendo su embolsada cabeza sobre ella. Se había salvado de estar muerto.

—¿Flug?

Solo es una lagrima. (Paperhat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora