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-¿Qué se supone que esto?

El científico miró el raro objeto entre sus manos. No entendió porque se lo había dado su jefe en primer lugar.

Lo miro y lo volvió a mirar.

-El jefe es del pasado... Podría ser que esto sea de antes del nacimiento del crucificado...

Su mente se vió un tanto sometida por el objeto, y pasar el rato averiguando que era no era mala idea, no tenía mucho que hacer, o mejor dicho nada que hacer. Su jefe llevaba meses sin mandarle un encargo, y no sabía si tomar ese tiempo como un descanso, temía despertar y verlo frente a él con garras, apunto de matarlo.

Se sentó en su silla y miró su laptop. No era mala idea investigarlo por la red. Ya que puede que los libros que contenían la información del artefacto se hallan hecho polvo.

Miró de nuevo el artefacto y noto su extraña forma. Y su color.
Era marrón, pero era pequeño para ser lo que pensaba.
Lo volteo múltiples veces y vió una pequeña cerradura.

—¿Esto es como un mini cofre?

Y era cierto, lo era.
Se sintió tonto por no notarlo, cualquiera que lo viera lo reconocería.
Bufo, pero aún después de su tonta reacción, intento abrirla, y no podía.
Eso estaba cerrado.

¿Para qué Black hat le daría un cofre cerrado?
Oh... Es cierto. Él nunca te daría las cosas sencillas.

Vió bien la cerradura.
No iba a ser difícil hacer una llave falsa para abrirlo si se lo proponía.

No iba a ser la primera vez que clonaba una llave sin la llave.

Antes de comenzar el trabajo. Escucho fuertes golpees provenientes de afuera. Golpeaban el techo y la pared, y luego insistentemente, su puerta.

Era evidente de quien se trataba.

—¡Blackyyyy! ¡¿Estás ahííííí?!

Si, era ella.

El científico rodó los ojos. ¿No sé cansaba de acosar a su jefe?
Vaya que era muy molesta cuando no lo veía seguido.

Salió de su escritorio arto de sus chillidos y lloriqueos falsos.
Se fue directo a la puerta, casi corriendo. Y la abrió de golpe, viendo a la chica llorar a mares con una horrible mueca que el veía seguido.

—¡¿Qué quieres Demencia?!

Está empezó a golpearlo en el pecho repetidas veces, pero está vez con poca fuerza, estaba débil por golpear todo a su paso.

—¡No encuentro a Blacky! ¡Si lo tienes, dámelo! ¡Por favor... Déjame verlo, así sabré si está bien! .—grito sin detenerse.

El científico intento quitar sus golpes con sus manos. No sabía por qué estaba tan alterada.

—¡Hey, cálmate!. De seguro está en su escritorio, solo ve a verlo y no molest-

—¡No está! ¡Por eso vine aquí! ¡Estoy preocupada!

Se quedó, pasmado. ¿A dónde más iría, si no es a la mansión?.

—¿Buscaste bien? ¿Adentro y afuera? .—ella sacudió su cabeza para adelante desesperada, no tenía tiempo para responder sus preguntas—. Recuerda que le gusta a tomar el sol. ¿Estás segura, de no verlo afuera?

Gritó arta. No tenían mucho tiempo. Si no lo veía una vez más, sentía que iba a morir. Necesitaba urgentemente verlo.

Le contesto intentando callarlo.

—¡Ya te dije que si, cara de-! .—dio una pausa y de un momento a otro se hallaba gritando de emoción—. ¡Blackyyyy!

La chica entro sin permiso a su laboratorio, empujando al científico. Quién está entre confundido y molesto.

Este se levantó oyendo sus chillidos de alegría.
Quería gritarle, pero en cuanto dió la vuelta. Ella se hallaba abrazándolo... Su jefe estaba ahí.

—¿Qué-é...?

Quería desmayarse, ¿Cuánto tiempo había estado presente?

Su estómago se revolvió con solo pensar en todo lo que le habría visto hacer. Estaba pálido.

Aunque por el otro lado contrario la chica se hallaba dándole besos por toda su mano a su amado jefe. Parecía estar agradecida con un Dios.

—Demencia cálmate. .—dijo incómodo el de sombrero.

—¡Estoy tan feliz de verlo! .—dijo con una sonrisa—. ¿Flug lo secuestro o algo parecido? ¡Porque si es así, yo lo mato! .—giro su mirada con tal de amenazarlo, aunque ya se habían adelantado. El científico ya estaba muy asustado.

El de bolsa estaba pasmado hablando en voz baja.

—¿Por qué estaba aquí...? ¿Está pasando por alguna falla su organismo...? .—susurro para si mismo.

El de sombrero sonrió un poco. Verlo de ese modo le traía algo de confort.

—Flug, tranquilo. Solo ví como ibas con la caja que te dí.

Este voltio aún más asustado. No le gustaba que lo vieran trabajar.

—Tienes que buscar la llave original. La falsa se romperá. Después de todo yo le puse un hechizo a esa caja.

Se sintió humillado. No sabía ni a dónde mirar.
Tal vez su fuerte eran los inventos y los aviones, los cuales eran para cometer crimenes, pero las palabras de su jefe eran aún más potentes, estas te quebrantan.

Demencia miró a su jefe. ¿Por qué le daba obsequios a Flug? Ella era la que lo quería, no un ñoño, poca cosa.

—¡Black! ¿Por qué a mí no me das regalos? ¡Dame uno por favoooor!
.—dijo mientras jalaba uno de sus brazos con fuerza.

—Demencia... .—comento rodando los ojos. Los cuales se posaron sobre le científico—. Flug, me iré con Demencia a que se calme, sigue intentándolo.

Pasó por su lado y antes de marcharse le guiño el ojo a su subordinado.

Flug, no supo cómo reaccionar. Pero de algún modo eso lo hipnotizo.
Cuando oyó que su jefe estaba lejos. Aprovecho y saco la cabeza de la puerta de su laboratorio.

Vió a su jefe gritar a Demencia como de costumbre.
Pero luego notó como el se acercó lentamente a ella a depositar un beso en su mejilla. Para luego irse.

Los gritos de la chica no se hicieron pasar desapercibido. Estaba agarrándose las mejillas, con el rostro casi completamente rojo.

—¡Ahhhhhh! ¡Me besó! ¡Me besó! ¡Me besó! ¡Nos vamos a casaaaaar! .—grito yendo a otra dirección.

El científico pensó un poco.

Un pensamiento paso por su cabeza, uno muy malo, un muy mal pensamiento.
Uno muy distinto al que el siempre tenía.

—Es solo una fase del proyecto... Esto es ridículo... .—menciono adentrándose a su laboratorio—. Tengo que ser mejor que el.

Solo es una lagrima. (Paperhat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora