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Se sentó en el sucio suelo, lleno de los desperdicios de basura y agua de alcantarilla, que fue una fuga por la vieja tubería atrás del local.

Camila sentada ahí mismo, ensuciando sus jeans viejos color gris tan desgastados y rotos.
Al lado una rata blanca  con manchas amarillas por las gotas que se escurrían de las bolsas de basura, la acompañaba inmóvil.
Esa misma chica linda miraba con admiración al animal, cogió otro que casi se lanzaba encima de ese intentando matarlo por comida; "cavernicola" pensó.

La misma que con sus propias manos aplasto al animal contra la pared de ladrillo.
El ratoncito blanco acerco su nariz a la mano llena de sangre oscura escurriendo de esta, mordió un dedo por instinto. La castaña río de ternura mientras la rata subía en su palma, la levanto poco a poco.

Ahora sería su nueva compañera.

Pimienta sería su nombre, por su color griseaso causado por la suciedad de los lugares. Camila vio su patita herida, era como ella le repetía la voz, tan miserable como ella.

Lauren comía una bolsa de cheetos tamaño extragrande, llevándola a menos de la mitad. Al estar en su oficina los deseos de estar en cualquier otro lugar salían a flote, el único problema era lo cansado que sería irse. ¡Odiaba eso!

Quería levantarse para traer más comida o ir hasta el lugar de comida rápida que tanto le gustaba, repugnaba que su corazón estuviera en contra de su estómago. El doctor hace una semana le había diagnosticado sobre peso, Lauren comía más para olvidar eso y entre más su obsesión a la comida, más mórbida se volvía la situación.

Lauren miro un cheeto inflado en forma de bola, el más grande que había visto, estaba entre sus dos dedos naranjas por los condimentos de estos.

Lo comparó con ella, tan fuera de la sociedad, tan lindo para otros y repugnantemente gordo.

Ella solía llamarse gorda, la mayoría de tiempo.
Camila amaba sus mejillas, todo aquello la hacía adorable.

Unhappy mealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora