Capítulo 9

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Samantha se movió en la cama. Abrió los ojos y miró hacia la ventana, ya era día. Casi no creía cómo había dormido bien esa noche. Ella giró y miró hacia el lado buscando a Ignazio, que estaba con el brazo izquierdo debajo de la cabeza y cuando vio que su novia se había despertado, la acercó con el brazo libre y ella puso la cabeza en su pecho.

- Buenos días... – ella dijo todavía bostezando.
- Buenos días, amor. – le dio un beso en la frente.
- ¿Hace tiempo que estás despierto?
- Algunos minutos. Me desperté, pero no tuve ganas de salir de la cama todavía. – sonrió.

Ignazio siguió mirando al techo, estaba demasiado quieto lo que era muy inusual de él. Samantha apoyó la barbilla en su pecho, lo miró y él correspondió.

- Me pareces muy pensativo esa mañana, Ignazio. – Sólo dio una sonrisa – ¿Qué pasa?
- A veces me quedo pensando en Piero. No me siento bien verlo tan mal como ayer, ¿sabes?
- Sé que quieres ayudar, pero lo mejor que tienes que hacer es dejar que esos dos resuelvan los problemas solos.
- Pero es que...
- Nooo... – ella lo reprendió. – Tienes que aprender a tener límites, señor. – dijo divertida. – ¿Hay algún plan para nosotros hoy?
- Aún no sé.
- Creo que podríamos ir hasta aquel pueblo cerca de aquí, cenar, tal vez jugar al billar y más tarde abrimos una botella de vino...
- ¿Vino? – preguntó con interés.
- Sí, sólo nosotros dos.
- Me parece perfecto. – Él dio un beso en los cabellos de Samy y tiró de las cubiertas – ¡Vamos, es hora de levantar!

*****

- ¿Cómo has pasado la noche? – Piero preguntó a Olivia que estaba llegando a la cocina.
- Bien mejor de lo que esperaba – se sentó en la banqueta mientras él comía una manzana de pie – Tan pronto como dormí tuve una pesadilla, que me estaba ahogando de nuevo – hizo cara de "como es obvio, no podía haber sido otra cosa" – me desperté agitada, pero luego volví a dormir.
- Que bien. Hasta pensé en pasar en su habitación antes de acostarme, pero no quise molestar.
- Ajam... – murmuró.
- ¿Quieres algo para comer? – preguntó más para no dejar un silencio extraño, quería conversar con ella aunque que fuera sobre insectos, apenas quería escuchar su voz.
- Creo que no es necesario. Ignazio dijo que iba a bañarse e iba a hacer el desayuno para todos.
- ¿Qué tal un té? – ella sonrió de lado.
- Bueno, un té entonces.

Piero sonrió y preparó dos tazas de té. Olivia era del tipo que rechazaba cualquier bebida o comida, excepto el té. Parecía que era la cosa que más amaba en el mundo, tal vez por tener una abuela inglesa ella hubiera tenido esa influencia.

Los dos estaban tranquilos, no estaban conversando, pero no había ese molesto silencio en el aire. Luego llegó Elisa.

- ¿Dónde está la comida? – inspeccionó las encimeras y luego la nevera.
- Está lleno de comida aquí, sólo tienes que hacer – bromeó Piero, ella lo fusiló con los ojos, pero aceptó la broma abriendo una leve sonrisa irónica. Ninguna de las tres mujeres allí cocinaba, pero sin duda, Elisa era la peor de todas en lo que se trataba de cocina.
- Buenos días – dijo Gianluca – ¿Dónde está el desayuno?
- Otro... – gruñó Piero y Olivia se rió.
- Por el ruido que Ignazio estaba haciendo en el pasillo, pensé que había despertado para el almuerzo. – comentó Gian.

Luego llegó Samantha corriendo de Ignazio y él con una mueca de malandro que ni intentaba esconder. Era tan evidente...

- Entonces, ¿quién quiere tortilla? – Nazio gritó alto.
Un "yo" de varias voces unidas y brazos levantados querían, con excepción de Elisa y Gian.
- Yo ni siquiera tenía hambre... – ella murmuró moviendo los hombros y se fue hacia el pasillo.

Poco tiempo después Samantha ya había salido con Olivia para sacar algunas fotos y los tres chicos se quedaron en el sofá discutiendo sobre el fútbol mientras asistían a un programa sobre el deporte.

Elisa apareció de nuevo y su estómago hacía ruido, miró todo en la cocina, pero no podía decidir, hasta que sin encontrar alternativa, tomó leche y una caja de cereales, pero cuando iba a recoger el tazón ella se llevó un pequeño susto.

- ¿Qué estás haciendo? – Gian preguntó y ella giró.
- Mi desayuno – mostró la caja de cereales y la sacudió, él la miró negando con la cabeza y sonrió.
- ¡Deja eso ahí! – Él tomó la caja de su mano y la puso de nuevo en el lugar – Siéntate que voy a hacer unas panqueques para nosotros, yo tampoco me gusta la tortilla. – Elisa se sorprendió, pero hizo lo que él dijo...

Ignazio sólo se inclinó hacia adelante y miró al lado para observar algo que él consideraba muy extraño: ¿Elisa estaba desayudando con Gianluca? Él frunció la frente, conocía bien a la hermana... O estaba realmente hambrienta o... No, ellos no podrían estar llevándose bien así de la noche al día. Tal vez el aire puro del campo estuviera haciendo algún tipo de efecto en su hermana.

Piero vio la expresión de Ignazio y comenzó a reírse.

- Elisa últimamente está más flexible que Olivia – Nazio lo miró – Siempre pensé que no viviría para verlo. – comentó divertido, pero Ignazio continuó analizando, eso parecía muy, muy extraño...

Y Vendrán Amores | Gianluca, Ignazio y PieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora