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Sonreía al ver como la vida tenía mil ventanas, pero una sola
puerta.
Su vida era jodidamente perfecta. Ya terminaba todo y solo
ella tenía la idea de eso.
Sherazade podía sentir el dolor de su alma entre risas y risas,
sentía como se le desgarraba y se rompía en mil pedazos.
Escuchaba y percibía el odio de su voz, estaba en un momento
tan intenso que podía sentir todo, todo menos lo que realmente
pasaba.
Los siguientes días no fueron fáciles para ella, después de todo
había sido rechazada. Los interminables días se convirtieron
en semanas de sufrimiento al no poder estar cerca de aquella
persona.
                 - Dos semanas -
La chica aún seguía dolida, pero intentaba ocultarlo como de
costumbre.

- ¿te gusta Bayrón? - al Sherazade escuchar semejante cosa su
corazón comenzó a latir a mil y de imprevisto se voltea con el
ceño fruncido como si no entendiera lo que le estaban pregun-
tando.

Mariela quien le había hecho la pregunta era una chica del co-
legio, muy pocas veces hablaban.
- Bayrón a mí no me gusta ni me gustará, solo somos amigos,
y si me gustará ¿qué? - le respondió Sherazade muy enojada.
- tiene muchas chicas detrás de él, - le dijo Mariela.
Eso basto para que Sherazade se sintiera fatal.
Pero se marchó sin decirle nada pues se imaginaba que solo
querían molestarla.
Había pasado un mes y ella estaba mejor, aún no había pasado
palabras con el chico pero ya se estaba acostumbrado a la
nueva realidad.
Sherazade conocía un chico llamado Esteban tenían mucho sin
verse y ese día lo había alcanzado a ver rondando en el cole-
gio.
- Que hace Esteban aquí?
Se preguntó Sherazade.
Entonces ella trato de marcharse lo más rápido posible, bajo
los escalones a mil y fue entonces cuando choco con alguien.
Cuando ella alzó la vista vio que era él.
- HOLA - le dijo muy alegre.

- Hola - ¿cómo estás? - respondió Sherazade confundida.
Ella tenía sus auriculares puestos, e intentó esquivarlo y seguir
caminando.
Así que el decidió quitarle los auriculares.
- Eres o te haces el imbécil?
Dice ella mirándolo fijamente a los ojos.
- no tienes que decirme así, cuando lo único que hice fue qui-
tarte un auricular. - dijo de forma divertida.
- Exacto, no me dejaste que terminara de escuchar la canción.
- respondió ella.
- Adivinare, ¿vuelves de cd9? - dijo mientras terminaba de
bajar los escalones.
- te equivocas escuchaba a "Ella" de Karoll. - contesto la chica
mientras sonreía de manera traviesa.
Mientras caminaban hacia el siguiente salón, hablaban de él.
Al llegar al Salón ella entró y él se dio la vuelta, tenía varias
cosas que hacer.
                        Horas después
-Hola Sherazade

Esa voz era conocida para ella.
- ¿Esteban? - dijo al momento de voltearse y ver que efecti-
vamente así era.
- sé que esto te sorprenderá un poco, pero no sabes cómo me
siento cada vez que estoy contigo y hoy es el día en que lo sa-
brás. - le dijo Esteban muy nervioso, mientras ella le prestaba
mucha atención.
- sé que no es mucho tiempo lo que llevamos de conocernos,
pero en tan poco tiempo has logrado que mi vida cambié, te
has vuelto una persona muy especial para mí - sonrió - cada
vez que estoy contigo no hay momento en que no me la pasé
increíble, cuando estas triste quiero ser yo quien te alegré;
quiero ser yo el causante de tus sonrisas y también quiero ser
el que pueda decir que tú eres mi novia.
Sherazade se quedó mirándolo fijamente sin pestaña en nin-
gún momento, estaba sorprendida y no sabía que decirle.
- Dios, - susurro ella.
El chico no espero que ella le dijera nada, y el preguntó.
- ¿Sherazade quieres ser mi novia?
- Esteban, sabes que te aprecio mucho, pero creó que has mal
interpretado todo lo que ha pasado entre nosotros.

Amores ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora