¿Has sentido el ruido del sol al levantarse?, quizás será porque no le prestas atención, su sonido es claro y potente, suena como un gran estruendo, todo comienza a crujir, a moverse, a tomar color.
De pronto lo que parecía muerto, toma forma y empieza a verse entre la oscuridad, quien pasó por la noche, sabe lo hermoso que es el amanecer. Algunos se deleitan en verlo esconderse, porque en la oscuridad, a la sombra de todos, pueden hacer que las cosas funcionen a su modo, sin que nadie se entere.
Pero luego llega él, que ilumina todo a su paso, gigante y sin detenerse un segundo, barre con todo a su paso, no deja rincón que no tenga un rayo de luz. Vence toda tiniebla, con fuego consume todo lo que toca, unas blancas líneas de vapor suben a su paso, forman tímidos algodones flotantes que intentan detener su poder.
Oscurecen a su paso su fuego, pero al intentar acercarse a él sufren, porque no están listos para conocerlo, ni para llegar a él, lloran de impotencia, gritan con luces violentas que impactan el suelo, queriendo llamar su atención.
Su poco destello, jamás da en el mismo lugar, porque la ira nunca lleva a seguir intentándolo. Sus estruendos hacen retumbar nuestros oídos, llegan a erizarnos la piel, pero solo duran algunos segundos.
Intentan llamar nuestra atención pero solo nos hacen pensar en lo mucho que necesitamos ese gigante que descansa del otro lado de la tempestad.
Cuando por fin los algodones dejan de hacer berrinches, y se dispersan; él les muestra su majestad con colores que ni sus caprichos pueden lograr, en donde ellos hacen un solo color, él muestra siete.
En donde nosotros encontramos miedo, él nos da paz.
Su amor hace que nuestra piel se ruborice, sentimos la necesidad de andar desnudos delante de el, porque necesitamos sus caricias. Como una joven esposa, desea la piel de su prometido.
Entregamos nuestras voces al unísono, suspiramos en su presencia, sus manos son suaves brisas que recorren cada átomo de nuestro ser, juegan con nuestro pelo, recorre nuestra cara, nos hace estremecer, por un lado nos quema por dentro, juega con nuestros pensamientos, nos quitamos la ropa sin que nos lo ordene y cuando nuestro cuerpo esta empapado en nuestra humanidad, sus manos hacen vibrar nuestro ser, suben desde los pies hasta el ultimo cabello de nuestro cuerpo, recorre todo, sin detenerse, es rápido y ágil.
Él sabe amarnos, él sabe lo que nos gusta, lo que nos enloquece, pero no sabe detenerse.
Nos deja así, con ganas de mas, solo nos queda esperar, que se asome otra vez. Y si estas atento oirás su voz, que viene a nuestro encuentro, arrasando el horizonte. Y es entonces que acaricia nuestro rostro, y nos dice: ¡Levantate!...
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¿Por qué?
Kısa HikayePreguntas que no puedo responderme, y que a veces ni quiero hacerlo