~V~

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---Me niego rotundamente. Eso no pasara--- advirtió la mujer.

---Por favor--- suplicó---. Es nuestra única opción.

---¿Y por una pelotita de cristal tengo que arriesgar la integridad de mi hija?--- increpó, enojada.

---No te pido que la pasees por el ministerio, Hermione--- aclaró---. Solo... por favor traela a mi despacho.

---¿Cómo quieres que la traiga? Tu chimenea esta en reparación; por sí ya lo has olvidado--- recordó, mordaz---. No puedo aparecerme con mi hija de seis años.

---Entrad por la entrada de visitantes--- propusó como si fuese obvio.

---Ya claro. ¿Qué más?, ¿ir directamente al despacho de su padre?--- increpó con ironía.

---La capa--- mencionó el cuadro de Albus---. La capa de invisibilidad de Harry.

---¿Harry sabe de la pequeña?--- cuestionó Kinsley, escéptico.

---Harry y Luna son los padrinos de Angel, Ginny y Rolf también lo saben--- aceptó Hermione.

---¿Cariño, ya les has contado a tus amigos sobre Angel?--- preguntó Narcissa.

---No--- reconoció--- quería contarselo a Harry, pero no se como se lo tome--- dijo, acomodando a su hija en brazos.

---Si realmente eres su "hermana", como él te llama lo comprendera--- aseguró Narcissa en tono maternal.

---Tienes razón--- aceptó, arropando a la niña.

                           흐

La lechuza de Harry aceptando su invitación a reunirse frente al Luvre no se había hecho esperar.

Estaba impaciente. Después de tanto tiempo Harry nunca llegaba a tiempo. Se encontraba en una pequeña cafetería de estilo rústico, justo frente al Luvre. Pasaba sutilmente su dedo indice sobre el borde de su taza de té.

---Siento la tardanza--- prorrumpió una voz, conocida también como Harry Potter.

---No importa, ¿vamos?--- preguntó, levantandose de su silla, dejando una pequeña propina para el camarero.

---¿A dónde?, ¿no nos reuniríamos aquí?--- cuestionó, atropelladamente.

---A mi casa, Harry--- indicó, riendose suavemente por la actitud de su amigo.

---Vale, vamos--- aceptó. Le extendió su brazo, del cual Hermione lo sujetó para dirigirlos a un callejón y poder aparecerse.

Aparecieron en el gran recibidor de la Mansión. Harry estaba anonadado. Ese estilo tan sofisticado y elegante de arquitectura le sonaba.

Hermione le ayudó a quitarse el abrigo negro y la bufanda, para guardarlos en una pequeña habitación a la izquierda de la puerta principal; junto a su gabardina y botas. Harry siguiendo la petición de Hermione se aventuró a dejar también sus zapatos. Se esperaba un paseo frío sobre las moquetas, pero recibió todo lo contrario, las moquetas estaban perfectamente aclimatadas; ni muy frías ni muy calientes.

---¿C-cómo e-es que...?---- balbuceó.

---No es mía--- aceptó, divertida al ver la expresión de Harry.

---¿De quíen es, entonces?--- preguntó más calmado. Con un ademán Hermione le indicó que pasara a lo que descubrió era un salón de proporciones generosas---¡Por Merlín, Morgana y Circe!--- exclamó. Ahora comprendía de quién era esa mansión, tanto tiempo como auror había dado sus frutos: ¡Estaba en una de las mansiones de los Malfoy!

Hija de la Sangre Equivocada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora