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Año 1500-Francia

Para Elijah Mikaelson, Francia siempre fue uno de los países mas hermosos y como bien decía su hermano Niklaus "Francia nunca decepciona".

En cada visita, Francia siempre llamaba su atención, resaltaba con sus hermosos caminos, con su gente elegante y en especial, por sus bellas mujeres, con cuellos llenos de sangre rebosante que él querría degustar.

Una belleza de cabello rojo como el fuego pasó frente a él justamente cuando sintió hambre, el deseo de encajar sus colmillos en alguna dama hermosa y esa mujer vaya que era hermosa. Su cabello rojo resaltaba con su vestido blanco y abombado que ocultaba su figura, era una enfermera, lo confirmó cuando la vio entrar a un pequeño hospital.

Elijah la siguió, dispuesto a llevarla a algún pequeño rincón y ahí poder saciar su sed, pero se distrajo cuando escuchó el grito desesperado de una mujer.

—¡Mason! —Exclamó la mujer y Elijah casi hipnotizado se acercó a la habitación de la cual provenía el grito. Muchas otras mujeres gritaban, algunas mas fuerte que otras, pero esa en especial llamo su atención y se acercó, perdiendo de vista a la enfermera. —¡No voy a poder! —Lloró la mujer y Elijah la vio, oculto entre las sombras del pasillo, que ocultaban su presencia y si no lo hicieran, todos ahí estaban muy ocupados para notarlo.

La mujer era hermosa a pesar de estar sufriendo un tremendo dolor. Su largo cabello rubio estaba atado en un moño alto, pero aún así se veía dorado como los rayos del sol, su piel estaba pálida por la situación, pero en algún otro momento debió de ser un poco más bronceada por el sol, aunque tenía las mejillas rojas como la sangre de tanto pujar. Lo que más llamó la atención de Elijah, fue que ella tenía el vientre hinchado, casi a punto de estallar.

—Kass. —Elijah al fin notó que no estaba sola, había un hombre a su lado, alto, de cabello castaño, atractivo. El hombre le sujetó la mano mientras el doctor y las enfermeras se encargaban de ayudarla. Estaba dando a luz, eso era obvio. —Perdóname, no tienes idea de como lamento esto. —Se disculpó y Elijah frunció el ceño ¿Por qué se disculpaba? ¿se arrepentía de haberla embarazado? ¿es que acaso la había violado?

Después de una contracción, la mujer negó con la cabeza viéndolo, con los ojos empapados de lágrimas. —Te amo, lo amo, está bien... —Dijo ella viendo su vientre abultado y eso contestó la pregunta, no había sido abusada. —Pero... no puedo...

—Yo sé que no puedes. —Elijah frunció el ceño, vaya forma de dar ánimos tenía el tal Mason. —Pero no es tu culpa, Kass... es parte de mi castigo. —Le dijo con voz dulce, acariciándole el cabello dorado con ternura, más no amor. —Pero debes ver a nuestro hijo nacer, debes conocerlo...

—No voy a poder... ambos lo sabemos... —Elijah lo supo, ella se estaba apagando de a poco y pensó en que podría salvarla, dándole su sangre. —Mason... yo te amé, te amo, aunque tu ames a alguien más. —Oh, que historia mas triste.

El pobre Mason se sintió terrible al escuchar aquello, eso era obvio, pero en ningún momento dejó de acariciar la cabeza de la mujer, cuyo nombre ahora Elijah sabía que era Kass.

Un llanto poderoso resonó en toda la habitación y Elijah vio lo que había salido del cuerpo de la rubia, era un varón, un varón muy pequeño para el tamaño de esa panza, pero era extrañamente adorable, tenía los ojos cerrados, los puños apretados mientras lloraba y su cabeza estaba calva, todo su cuerpo cubierto de la sangre de su madre.

—Tenemos un niño. —Aseguró el doctor, cortando el cordón umbilical del recién nacido para entregárselo a su padre, que, llorando, lo tomó, lo vio y después a su madre. Elijah estaba por entrar para darle su sangre a la mujer, pero el doctor gritó: —¡Madre mía, hay otro niño aquí dentro!

Elijah retrocedió mientras el doctor tomaba un escalpelo y levantaba más el vestido de la mujer, que ya no respiraba... no había nada que hacer por ella si aún tenía un bebé dentro del cuerpo, de hecho, no había nada que hacer, pero eso él no lo sabía. Hubo que hacerle una cesaría, pues la madre ya no respiraba y no podía pujar para sacar al segundo niño.

El doctor siendo un experto cortó la panza de embarazada de la mujer, haciendo los pliegues de piel a un lado, metió las manos ahí y luego de unos segundos, sacó otro pequeño que bebé cubierto de sangre y demás cosas. Elijah había visto un nacimiento y una muerte.

Elijah vio a la bebé, porque viendo entre sus piernitas y sin necesidad de que el doctor lo dijera, supo que era una niña, era horrible, parecía una rata como su hermano, ambos de un color purpura y con piel sobrante y Elijah pensó "¿es que ningún recién nacido podía ser bonito?".

Pero, a diferencia del niño, la niña abrió los ojos y lo vio, fue la única en toda esa habitación que notó su presencia y lo veía mientras el doctor la pasaba a los brazos de su padre para ver que podía hacer por la madre de los gemelos recién nacidos. La niña tenía ojos de color negro que cambiarían en el futuro debido a la melanina y lo veía, en verdad lo veía.

Y él la veía.

La veía incluso cuando algunos rayos de sol entraron por la ventana y cayeron sobre la recién nacida, iluminando su piel morada. En ese momento, a Elijah no le pareció horrible, de hecho, le pareció un ángel, un ángel brillante.

Solo cuando el padre sujetó a la niña de una forma que le impedían verlo el noble salió del trance y pudo retirarse, pero a la distancia pudo escuchar al padre de los bebés llorar y decir en un susurro:

—Christopher y Catherine Kass, en honor a su madre.

Este es un suceso que Elijah olvidó porque pensó que no tendría importancia, pero en realidad, fue cuando los caminos comenzaron a crearse para unirlos.

Sparkle Angel {Elijah Mikaelson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora