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Año 1521

Europa era hermosa, no importaba que año fuera, Elijah Mikaelson no dejaba de pensar en eso. Escocia era encantadora, con sus verdes prados y arquitectura, tal como el resto de Europa.

Bueno... excepto por algo, en ese aspecto, América si era mucho mejor que Europa, que Asia... bueno, que el resto de los continentes.

Y es que América, por lo menos en ese momento, no tenía epidemias de peste bubónica por todos lados.

Si, la tan temida peste estaba de vuelta y tomando la vida de miles de mortales. No es que importara mucho a los originales, pero resultaba bastante asqueroso salir en la mañana y encontrarte con 5 cadáveres pudiéndose en la entrada ¡y ese olor a decadencia! Que asco. Ningún humano se atrevía a tocar los cuerpos para enterrarlos o por lo menos apilarlos y quemarlos todos juntos, lo cual era razonable porque podían contagiarse de la peste, pero era asqueroso ver carne podrida de personas por donde se caminará. Ningún vampiro iba a tocar un cadáver asqueroso a menos de que realmente hiciera falta, mucho menos un original lo haría.

Así que usaban la compulsión para convencer personas de que limpiaran la entrada, pero no ayudaba mucho porque la pulga que transmitía el virus saltaba del cadáver al vivo y lo contagiaba, así que 7 días después tenían que buscar a alguien más para limpiar.

Elijah ese día salió a buscar a quién morder, resulta que cuando los humanos se mueren baja la oportunidad de alimentarse, que curioso ¿no? Y bueno, él a diferencia de Klaus era razonable, lo mejor que podía hacer era beber, curar a la victima y dejarla ir, no asesinarla. Eran muy pocos los humanos vivos en ese momento, también pocos los que no estaban contagiados de peste; para paladares como Elijah, se notaba cuando la sangre estaba limpia y cuando estaba infectada por el virus de la peste bubónica. Elijah comprendía que debía ayudar porque si la humanidad se acaba ¿Cómo más se alimentarían? Pero no, Klaus creía que era más piadoso asesinar a los donantes para que no llegaran a sufrir la peste.

A su alrededor no había nada ni nadie, la gente ya no salía a menos de que fuera mortalmente necesario por temor a contraer la peste. Se atrapaban en sus casas, o en tumultos en las iglesias, lo cual al noble se le hacía ridículo porque era obvio que eso hacía que la peste se propagara más rápido, pero no, los humanos son tercos y no aprenden.

En serio no había gente fuera, ni había ganados, lo cual le hizo preguntarse ¿Qué hacían con las vacas y cerdos? ¿los metían a sus casas también?

No le quedaba de otra que tocar alguna puerta, aunque la probabilidad de que le abrieran era mínima. La peste en auge se traducía a miedo a salir, así que todos se encerraban y no importaba cuanto subiera el precio de la mano de obra, no saldrían hasta que el hambre los obligara a volver a los campos de trigo y a llevar el ganado.

No tubo que tocar puertas y esperar a que le abrieran ¡se topó con un hospital! Ese si estaba abierto para todo el público, todos podían entrar y salir de ahí sin problemas. Bueno, estaba el problema de que ese sitio debía de estar a tope de enfermos, pero debía haber, aunque fuera un doctor sano ¿no? Algún familiar preocupado, suicida y sano ¿no? ¡algo sano y que no tuviera sabor a cadáver!

Elijah entró sin darle más rodeos, pero se arrepintió cuando se vio de frente con la muerte humana, con la mortalidad. Era un solo piso enorme, lleno de camillas ocupadas y, cuando ya no había más camillas, se arrojaban sabanas al suelo y ahí colocaban al resto de los enfermos. Algunos estaban mejores que otros, algunos estaban comenzando la enfermedad y otros seguían vivos por testarudos, por luchar con la muerte.

Algunos lucían dormidos, sudorosos y temblando entre sueños, otros tosían, escupían y vomitaban sangre, luego estaban los asquerosos, los que estaban por morir, los que tenían convulsiones, aún despiertos, enormes brotes o bubones por toda la piel y, en especial, partes del cuerpo ennegrecidas, ya muertas, con necrosis. Había de todo ahí dentro, pero nadie parecía vivo de verdad, sano, nadie parecía cuidarlos.

¿por qué? ¿eso que era? Afuera parecía un hospital, ahí dentro parecía que todos fueron a ese lugar para morir juntos.

—¿Prometes seguir siendo bueno? —Eso era una voz, que hablaba y no tosía ¡había alguien sano ahí dentro! —Entonces quiero que vivas...

Elijah encontró de donde venía la voz, era de una de las esquinas más alejadas, casi ocultas del lugar. Era una mujer, hermosa, de cabello dorado y ojos azules y... ¿parecía brillar? No, obviamente era el sol lo que daba la ilusión.

Estaba sentada junto a un hombre enfermo, el cual tosía y tosía, estaba por tener un infarto. Elijah vio las manos del hombre, una de ellas la sujetaba la chica y él se preguntó ¿es que estaba enferma? No parecía enferma, pero entonces sería suicida porque estaba rodeada de enfermos, tomando las manos necrósicas de un enfermo.

Elijah creyó que podía ser un vampiro, pero no daba esa idea, lucía demasiado pura, demasiado viva... como un ángel.

Un ángel brillante.

—¿Por qué haces esto? —Preguntó el hombre enfermo, con voz cansada, temblorosa, casi en el otro lado.

La rubia simplemente le sonrió y Elijah sintió un cosquilleo en todo el cuerpo.

—Si tuvieras el poder de salvar vidas ¿no lo harías? —La chica se acercó y besó al hombre en los labios, lo cual a Elijah le hizo sentir algo... raro.

Se quedó viendo cuando se separó y el hombre aspiró tan fuerte que todo el lugar lo escuchó, gritó y se levantó de golpe. Elijah jadeó cuando vio al hombre bien, su piel estaba pálida, pero ya no parecía enfermo, las ojeras se habían ido, las manos ya no estaban negras ¡lo había curado!

—Bendita seas... —Jadeó el hombre y se arrojó a abrazar a la rubia. Elijah comenzó a caminar entre camillas para alcanzar a la rubia, pero en ese momento a los que mejor de salud estaban les dio por levantarse y caminar en su camino.

Cuando llegó, ella ya no estaba, tampoco el hombre, pero escuchó un grito masculino decir "¡Catherine, te vi!". No le prestó atención, cualquiera en el lugar pudo gritarlo y cualquier mujer ahí se podía llamar Catherine.

Vio a su alrededor, buscando, pero ya no estaba ¡nada! Entonces recordó las palabras que ella dijo "si tuvieras el poder de salvar vidas ¿no lo harías?". Tantas personas sufriendo, tantos padres que no verían a sus hijos, tantas muertes que él pudo evitar y no lo hizo...

Se sintió como la peor criatura del planeta.

Pero se sintió un poco mejor cuando sanó a todos los que estaban en ese hospital. Podían volver a infectarse al día siguiente, pero se sintió bien hacer el bien... bastante bien. Claro, hasta que Klaus le puso la daga por haberse arriesgado tanto.

Pensó que tal vez su lado bueno, el lado humano que aún tenía bondad lo hizo imaginar a esa rubia para que hiciera algo bueno con su inmortalidad, aunque hubiera terminado en un ataúd por eso.

Pero no, ella era real, Catherine era real.

Pero por la daga, tardarían años, tal vez más de un siglo en volver a unirse sus caminos.

Sparkle Angel {Elijah Mikaelson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora