Capítulo 23

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Fernanda andaba de un lado a otro, se notaba feliz, incluso tarareaba -Siento que les debemos la vida a los Alarcón-

Voltee los ojos -Fernanda ¡no les debemos la vida! Aunque debo de admitir que estoy feliz de que los hayas invitado... Les debemos un gran favor-

-¿aprendiste la lección?-

-¡sí!... Ya estoy aprendiendo a cambiar una llanta además de que ya cargó el repuesto, empiezo a ver que no es una pérdida de espacio como pensé y nunca en mi vida vuelvo a poner mi celular en silencio-

Fernanda me miró un momento examinandome -¿volverás a salir?-

rei un poco -solo si es a las 10 de la mañana-

Fernanda dejo los platos en la mesa y yo comencé a acomodarlos mientras ella regresaba a la cocina -¡recuerda que hoy tienes que llegar temprano para la cena!-

Me sorprendí mucho -¿la cena con los Alarcón es hoy?-

Thomas se rió –si Fernanda los invito antier, bueno en realidad no estoy seguro pero ya los invito-

-sí... Así que no coman mucho, voy a hacer pato a la naranja y otras cosas deliciosas, obviamente quiero que coman de todo un poco-

Como Fernanda no quiso que comiéramos mucho nos sirvió poco, así que terminamos la comida por así decirlo temprano, yo recogí la mesa y Magdalena, la señora que nos ayuda con la limpieza lavo los trastes, como Fernanda y yo también hacemos labores domésticas ella solo viene 4 días a la semana y básicamente nos ayuda con el mantenimiento de la casa.

Una vez que terminamos de limpiar toda la planta de abajo me fui a bañar, busque en mi armario una blusa formal de color azul marino, unos pantalones de mezclilla algo oscuros y unos zapatos beige con un tacón de 5 cm. Recogí mi cabello en una coleta alta y delinee mis ojos, a mis labios solo les puse humectante.

Fui a ver a Fernanda; ella se había puesto un vestido rojo con mangas, se había recogido todo el cabello, su maquillaje era natural y se había puestos los aretes que Thomas le había regalado en su último aniversario además de una gargantilla que había comprado después para que hiciera juego con los aretes, se puso unos tacones plateados y ya estaba lista. No tardó mucho para que tocaran. Magdalena ya había abierto la puerta así que bajamos, yo estaba detrás de ella.

Los Alarcón ya nos estaban esperando en la sala. Fernanda me ayudó en el último escalón y muy orgullosa les dijo –ella es mi hija Tamara-

-es un placer conocerte en persona Tamara, he escuchado mucho de ti- La señora me extendió la mano, la cual yo tome pero me acercó hacia ella, para poder abrazarme, era pelirroja y no se notaba nada seria, se veía más grande que Fernanda–él es mi esposo Arturo- me dijo señalando a un señor con el cabello canoso de la edad de Thomas o es creo, siempre fui mala calculando la edad de las personas –él es mi hijo Alexander, pero tú a él ya lo conoces- lo mire nuevamente y se veía un poco más serio de lo que recordaba –y por ultimo ella es mi hija Abigail- me dijo señalando a una joven rubia.

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Elena Alarcón en multimedia.

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